jueves, junio 26, 2008

2001 Una odisea espacial. Mis clásicos de ciencia ficción III

El recientemente fallecido escritor clásico de ciencia ficción, Arthur C. Clarke, en conjunción con Stanley Kubrick, fue el guionista de la película homónima que dirigiera el tambien fallecido genio nacido en Nueva York. A la vez que se fraguaba la “proverbial mejor película de ciencia ficción de la historia del cine” –palabras de Kubrick- Clarke elaboraba la novela que se publicaría coincidiendo con la fecha del estreno del film.

Pese a alguna pequeña variante, la novela sigue fiel la estructura de la película, o ésta sigue fiel a la novela, porque es complicado saber cual fue primero. Seguramente se produjeron las dos simultáneamente.

Ambas producciones se basan en un relato previo de Clarke titulado El centinela (1948), en el que se narra el descubrimiento en la Luna de un artefacto extraterrestre que actúa como alarma de una desconocida raza extraterrestre para detectar inteligencias sentientes.

2001 narra una aventura de ciencia-ficción que trascurre en dos periodos de tiempo diferenciados: la prehistoria y la época del futuro cercano, y en tres escenarios, cuatro si hilamos mas fino, como son las llanuras de África, la Luna y el espacio profundo.

Estos tres (cuatro) intervalos narrativos tienen un nexo común: un omnipresente monolito negro. El comienzo nos retrotrae al pasado de la humanidad donde Moonwatcher, un homínido prehistórico, es el primero en establecer contacto con ese extraño objeto. Ese monolito, que nosotros reconocemos pero que los seres casi monos no saben que es, hace pruebas y maneja a su antojo a los primitivos haciendo “evolucionar” a la tribu hacia algo diferente y más inteligente. Después de esa introducción, damos un salto de miles de años y nos situamos en un futuro cercano. El viaje espacial es un hecho cierto siendo moneda común el visitar la órbita terrestre y La Luna. Existen estaciones espaciales en órbita y varias ciudades lunares permanentes. En el cráter Tycho ha sido descubierto un objeto, -descubierto por un elevado campo magnético que lo identifica, que resulta ser un monolito idéntico al que asustara a los homínidos. Al exponer el objeto a la luz del sol emite una señal de radio dirigida a Saturno que es detectada por todos los satélites y sondas del espacio humano. Tres años después la nave espacial Descubrimiento (Discovery) viaja hacia Saturno con parte de su tripulación en estado de hibernación, los astronautas Poole y Bowman al mando y la inteligencia artificial HAL 9000 gobernado la nave. HAL va a ser el principal problema ya que se enfrentará a la tripulación humana debido a un conflicto de programación. El encuentro con otro monolito en las proximidades de Japeto, una de las lunas de Saturno, dará una cierta solución al enigma.

Clarke desarrolla dos temas principales: el encuentro extraterrestre y la Inteligencia Artificial. HAL 9000, ha sido programado para llevar a cabo el control de la nave espacial y, en su caso, completar la misión. El conflicto que se produce es originado por su programación conflictiva y la imposibilidad de otorgar el más mínimo sentimiento humano hacia él por parte de uno de los cosmonautas, el comandante Bowman, HAL solicita su opinión y ayuda. La respuesta de Bowman es terrible: ¿Preparas ya tu informe psicológico? La única alternativa posible para él es planear y ejecutar fríamente el asesinato de sus compañeros humanos, puesto que la obligación de ocultar un dato por orden del Presidente USA a sus compañeros se torna un conflicto insoluble. HAL se comporta como cualquier humano y dice “quiero demasiado a esta máquina para permitir que usted la ponga en peligro”, cuando decide vaciar la nave de aire y asfixiar al único superviviente. En ese momento adquiere plena carta de naturaleza como de vida inteligente independiente.

El tema de la inteligencia está también presente en la otra parte de la novela, que se entremezcla en un todo. El monolito es un generador de inteligencia que, obviamente, hace evolucionar al primitivo antropoide hacia una forma de vida más capacitada intelectualmente. El monolito es en realidad una manifestación del soplo creador. En definitiva es una traslación de dios en forma de inteligencia extraterrestre. Clarke manifiesta su “mística” en forma pseudocientífica pues el monolito, explicado posteriormente en la lamentable “3001 odisea final”, es el hacedor, el principio y el fin. Es el que hace evolucionar a la raza humana dos veces ¿Cuál es su finalidad o su objetivo? En la novela no se nos explica. La inteligencia extraterrestre queda definida como un enigma incomprensible. Exactamente como el Dios judeo cristiano. Hace las cosas porque sí y no se espera que se le entienda dada su superioridad.

2001 es también ciencia ficición hard. Escrita en un lenguaje bastante asequible para los profanos en la ciencia, describe con mucho detalle la exploración espacial. La nave Descubrimiento es se hace cercana con las explicaciones que realiza el autor. La tecnología futurista usada por Clarke resulta comprensible y asequible a los conocimientos actuales. Es una tecnología avanzada pero no extraña. Todo es cercano. No hablamos de magia, ni de pseudo jerga como teletransportadores o impulsión Warp, hablamos de ordenadores, de propulsores de plasma y de comunicaciones con retardo de horas entre la nave y la tierra. Es ese aspecto el relato se muestra plenamente realista. Los astronautas no son superhéroes, son sencillamente técnicos que cumplen su misión con eficiencia. Incluso HAL es simplemente un ser que ha de cumplir su destino, en este caso su programación básica.

Las continuaciones, 2010 Odisea 2, 2064 odisea 3 y 3001 odisea final son intentos alimenticios de rematar la faena de manera poco eficaz, si exceptuamos la segunda parte que mantiene un tono mas que digno.

2001 es una buena novela capaz de crear afición.

Arthur C. Clarke

Nació en Minehead, Reino Unido, en 1917. Durante la Segunda Guerra Mundial fue instructor de radar para la RAF. Inmediatamente después de la guerra realiza estudios de matemáticas y física en el King´s College de Londres y publica un artículo técnico “extra-terrestrial relays” donde demuestra la viabilidad de establecer una órbita geoestacionaria para los satélites de comunicaciones. Esta órbita está bautizada en su honor como órbita Clarke.

A partir de 1946 comienza a publicar relatos de ciencia ficción siendo su primer trabajo profesional el relato “Excusa" para Astounding Science Fiction. Entre sus éxitos están las novelas “El fin de la infancia” una extraordinaria historia sobre el papel de hombre en el universo o “Cita con Rama” un viaje espacial a un entorno extraterrestre muy peculiar y ajeno. La antología “Vientos del Sol. Relatos de la era espacial”, es una de las mejores antologías temáticas publicadas en España, que reúne una serie de cuentos a cual mas interesante.

Binliografía en castellano

2010, odisea dos (1986, 1988, 1993, 1997), 2061 : Odisea III (1989, 1992,2004), Alcanza el mañana (1989) , El alimento de los dioses (1991), Cánticos de la lejana tierra (1987, 1992), El centinela (1990, 1992, 1995), Cita con Rama (1989), La ciudad y las estrellas (1987), Cuna (1992) - Dos mil diez : Odisea dos (1983), El espectro del Titanic (1991, 2000), Expedición a la Tierra (1986)

El Fin de la infancia (1993,2001), Flujo de neutrones (1991) – Las fuentes del paraíso (1989) , En las profundidades (1989) , El martillo de dios (1997) , Regreso a Titan : fantasía de amor y discordia (1989), Relatos de diez mundos (1992, 2004), Luz de otros días (2000,2005), El martillo de Dios (2000), El jardín de rama (2000), Cuentos de la taberna del Ciervo Blanco (2002), 3001, odisea final (2001) , Las arenas de Marte (2002), La ciudad y las estrellas (2004) , 2001, una odisea espacial (1969, 1970,1972,1980, 1985,1990, 1992, 2003, 2005, 2006), Claro de tierra (2005), Expedición a la Tierra (2005)

(c) Alfonso Merelo 2006-20088

miércoles, marzo 26, 2008

FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO. Mis clasicos de ciencia ficción II


FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO

Mary W. Shelley

El libro que traemos hoy a esta sección es conocido por todos. Al menos el nombre. Frankenstein es casi imposible que sea desconocido, puesto que se ha convertido en un icono moderno del género fantástico al mismo nivel de comprensión que Drácula, el hombre lobo o la momia.

La historia de Frankenstein es la historia del científico cuyo descubrimiento le llevará a la perdición. En este sentido, el subtítulo dado por la autora a la obra se muestra perfectamente justificado ya que, cómo émulo del titán griego, el Dr. Frankenstein se interna en terrenos que sólo están “permitidos” a los dioses. Prometeo robó el fuego para dárselo a los humanos, su moderna versión “roba” la creación de vida. Por ambos son castigados por su osadía y atrevimiento. En el caso de Frankenstein es la propia creación la que se encargará de ser juez y verdugo de su “dios” creador.

La historia de la génesis de la novela es también muy conocida. En el verano de 1816, Percy Shelley, Mary W. Shelley y su hermanastra Claire visitan Suiza y se convierten en vecinos de Lord Byron, a los que se une el Dr. Polidori. La lluvia incesante hace que se refugien en sus casas y como cuenta Mary en el prologo a una edición del Frankenstein de 1831: “Unos volúmenes de historias de fantasmas, traducidos del alemán al francés, cayeron en nuestras manos. (...) No he vuelto a leer aquellas historias desde entonces, pero permanecen frescas en mi mente, como si las hubiese leído ayer. ‘Cada uno de nosotros escribirá una historia de fantasmas’, dijo Lord Byron, y su propuesta fue aceptada.”

De las cuatro historias, que se supone que empezaron, sólo se terminaron dos, la que traemos a estas líneas y Los Vampiros de John Polidori. Las demás, que le hubieran correspondido a Shelley y a Byron, debieron quedarse en el limbo. Esta reunión está recreada con gran imaginación en la película Remando al viento, dirigida por Gonzalo Suárez, que, con algunas libertades obvias, refleja lo que pudo haber sido esta reunión.



La idea de un ser originado con retazos de cadáveres es consecuencia, al parecer, de unas pesadillas que la escritora trasformó inmediatamente en palabras, usando ideas de otros y parajes y sucesos de sus viajes anteriores.

Frankenstein trasciende al común de la literatura cuando, pasados dos siglos, se convierte en un rasgo dominante como personaje popular. El público, en general, al hablar de Frankenstein asocia inmediatamente el nombre con un supuesto terrorífico monstruo. La interesante aportación del actor Boris Karlofff, tanto en maquillaje como en caracterización del personaje, incrusta la imagen del “monstruo” en el inconsciente colectivo. Esto resulñta curioso porque en ningún momento de la obra literaria a la creación se le llama el monstruo de Frankenstein, sin embargo esta frase ha calado profundamente y la identificación del nombre es instantánea con la criatura, en detrimento de su creador.

La novela es tenida por muchos, entre los que me incluyo, como iniciadora del género de la ciencia ficción en la literatura. Comparto la idea de Brian Aldiss, respaldada también por Román Gubern, de que la ciencia ficción, tal y como ahora la conocemos, surge en este texto. Los motivos para aseverar esto son variados, pero podríamos comenzar con la idea de que Victor Frankenstein crea un androide con la ayuda exclusiva de la ciencia. Anteriormente existían relatos en los que aparecían seres artificiales como protagonistas. El golem o los homúnculos, eran criaturas no naturales creados por medios generalmente mágicos y que solo eran, en definitiva, versiones del mito de la creación, aunque esta vez ejecutado por seres humanos. Mary W. Shelley recrea una vez mas el mito, pero esta vez, y es la primera, la creación de vida artificial se debe fundamentalmente a los avances científicos. Victor Frankenstein es un científico moderno que basa sus descubrimientos en el conocimiento de la ciencia de su siglo, con algunos añadidos fantásticos como es natural. La ciencia biomédica y las máquinas, como detonantes, darán vida a la criatura. Se da, por tanto, un salto cualitativo en relación a la explicación de un suceso fantástico, abandonando la magia, no explicable racionalmente y que se debe exclusivamente a la fe (creer en ella o no creer), y se incorpora al mito la ciencia. Es evidente que este cambio de perspectiva se debe al enorme avance de conocimientos sobre las disciplinas científicas a finales del Siglo XVII y principios del XIX, época en la que vivió la autora, y que ella conocía perfectamente. El empirismo está vigente y Shelley lo aprovecha en su beneficio.

La evolución del pensamiento filosófico y la entrada en la era del maquinismo, a través de la revolución industrial, hacen que los escritores que desean fabular abandonen las explicaciones mágicas, decantándose por las científicas o pseudo científicas, aunque éstas sean irreales en sí mismas. Se cambia al Dios creador omnipotente, por el dios ciencia, asimismo todopoderoso. Los relatos tienen la misma base, una base doblemente fantástica, pero el contexto en el que se mueven los protagonistas y las situaciones creadas, pertenecen ya al mundo tangible y, relativamente, explicable.

Frankenstein contiene uno de los arquetipos que la ciencia ficción usará profusamente en etapas posteriores: el robot, androide o cyborg. La criatura es realmente una creación artificial, construida basándose en retazos de cadáveres, con ayuda de la ciencia médica y la biológica y activado mediante la ciencia física. La criatura, a la que ni siquiera se le proporciona un nombre, es un androide como lo es Roy Batty y sus compañeros. Pero la criatura de Frankenstein es el primero, y de él surgirán todos los demás.

Formalmente la novela se encuadra perfectamente dentro del romanticismo y de la denominada novela gótica. El uso de la correspondencia epistolar como vehículo narrativo es una de sus características. En esta novela es usada profusamente ya que la historia se nos cuenta mediante las cartas que el capitán del barco polar escribe a su hermana. En ella se narra la historia del Doctor narrada en primera persona. A esta característica se suma las relaciones amor - desamor tan abundantes en la literatura de la época. Estas relaciones convierten a Frankenstein en un ser desgraciado que va perdiendo todo lo que ama. La muerte de su hermano, su íntimo amigo y posteriormente la de su mujer, son la purga o castigo a su horrible pecado al crear la vida. El amor desesperado mueve también a la criatura que desespera por ser aceptada en la sociedad. Se da la paradoja de que pese a ser superior a los humanos normales, en fortaleza y estatura, es rechazada precisamente por ser diferente. Esta criatura, que realmente es la superación del humano –el super humano- se ve marginada por ser única. La envidia y el temor se ceban en el populacho que no lo contempla como un ser superior sino como un demonio que ha de ser aniquilado. Pero esa misma sensación la protagoniza su propio creador que tiene miedo de su creación. Es lo que posteriormente conoceremos como complejo de Frankenstein. (Es una expresión que se atribuye a Isaac Asimov y en la que se describe el miedo a la rebelión de los robots y por extensión a las máquinas contra el hombre)

Pese a que el relato ancla sus presupuestos en la ciencia, Darwin y sus descubrimientos son nombrados mas de una vez, subyace en todo el texto un sentimiento cuasi-religioso que conlleva al ya nombrado castigo. Es el pecado original una vez mas. El pecado del conocimiento que a su autora le parece mal, o al menos se ve inclinada a juzgar mas que duramente al pecador. El “dios” de la ciencia no es mas poderoso que el Dios cristiano, ya que al final el destino se impone a los conocimientos meramente científicos. Esta admonición al lector parece entrañar una advertencia nada solapada y sí específica: cuidado con el conocimiento que puede volverse contra nosotros.

Frankenstein ha sido llevado en innumerable ocasiones al cine, siendo las mas conocidas las adaptaciones de James Whale que en 1931 creó El doctor Frankenstein con Boris Karloff como el famoso monstruo, a la que seguirían La novia de Frankenstein o El hijo de Frankenstein, que ya no dirigiera Whale. Recientemente Kenneth Brannagh (1994) dirigiría Frankenstein de Mary Shelley, que es una de las más fieles a la obra literaria.

©Alfonso Merelo 2006-2008