sábado, diciembre 25, 2010

Aelita


Aelita, Alexéi Tolstói
Editorial. Nevski Prospects
281 págs.
PVP: 16 €

Aelita, la princesa marciana que ya difrutamos en el cine de mano del director Yakov Protazanov, llega a las librerías en una nueva traducción editada por Nevsky Prospects, editorial especializada en textos rusos.

Hablamos de una novela escrita en 1922 de la pluma de Alexéi Tolstói, sobrino del famoso autor de Guerra y Paz Lev Tolstói. Alexéi es un convencido del régimen soviético y en su retorno a Rusia desarrolla su labor como escritor asumiendo los postulados de la revolución socialista y tomando partido claro por ella en sus obras. Es, como dice Félix Palma prologuista de lujo de este volumen, “el retorno del hijo prodigo, que anhela el beneplácito del régimen para ser considerado políticamente correcto”. No en vano se le conoció como “el Conde camarada”, lo que da una idea de su integración en el socialismo y su origen “noble”.

Aelita es una historia que combina varios elementos que ahora consideramos lejanos, y tal vez desfasados, pero que estaban en plena vigencia en la época de su publicación. Alexéi Tolstói tuvo formación científica fruto de sus estudios en el Instituto Tecnológico de San Petersburgo, y la misma se ve reflejada en esta novela y en sus explicaciones acerca del universo, de los viajes espaciales y de lo que, entonces, se conocía del planeta Marte. Ha leído, sin duda puesto que expresamente lo refleja en el texto, las teorías de Schiaparelli sobre los canales marcianos, y desarrolla su propia explicación acerca de los mismos. Si tuviéramos que etiquetar la obra actualmente podríamos hablar de ciencia ficción hard, mezclada con teosofía atlántida y un poquito de space opera. Todos estos elementos se encuentran presentes en Aelita, que en realidad es una historia de amor muy clásica en la que dos amantes de diferentes culturas, costumbres y status se ven irresistiblemente atraídos el uno por el otro.

Leyendo Aelita podremos observar la influencia de Wells en la aventura que el ingeniero Loss pretende llevar a cabo, que no es otra que viajar al planeta Marte en una nave de su propio diseño. El entorno del laboratorio, las conversaciones sobre el cosmos o la finalización de la nave recuerdan a Los primeros hombres en la Luna en lo que se diría un homenaje nada velado al británico. Posteriormente asistiremos a una reconstrucción del Marte de Edgar Rice Burroughs, sin la fantasía desbordante de aquél y ms centrada en explicar científicamente los que los viajeros observan.

En esta expedición acompañará al científico el soldado Gúsev, un convencido revolucionario que aportará su visión socialista a todas sus acciones. En Marte existe una avanzada civilización que socialmente está dividida en castas, soviets en la traducción, al mando de Tuskub, el Emperador del planeta, que dispone de las vidas de todos sus súbditos. Aelita, la hija de Tuskub, quedará fascinada por el científico y, a través de ella, conoceremos la evolución de la sociedad marciana. En la segunda parte de la novela contemplaremos una verdadera revolución contra la arbitrariedad el Emperador. Es otra forma de contar la revolución soviética en clave alegórica y extraterrestre. Son los obreros, encarnados por un “solidario” ingeniero, los que deciden rebelarse contra la tiranía. Por descontado, Gúsev, un buen soldado revolucionario, encabezará la revuelta usando las tácticas aprendidas en la guerra.

Aelita está escrita en 1922 y se nota su envejecimiento sobre todo en la ingenuidad de los elementos de atrezzo que emplea Tolstói. Espejos de visión remota, armas sofisticadas, rayos de la muerte o barcos voladores son algunos de los interesantes aparatos que podemos encontrar en la novela. Cobra un extraordinario interés la explicación que la Princesa realiza acerca de la relación entre la civilización marciana y la Atlántida. Es uno de los pasajes descriptivos más brillantes del libro en una interpretación muy curiosa sobre este mito que recoge las teorías teosóficas de Madame Blavastky que probablemente el autor conocía en profundidad.

Si hay que poner un pero a este volumen es algún problema en la traducción en la que, a los que no conocemos el ruso, se nos priva de algunas expresiones que no quedan demasiado claras, aunque puedan deducirse por el contexto. Las notas del traductor son indispensables en estos casos.

Aelita es ciencia ficción primigenia de la “escuela rusa”, algo casi inencontrable en nuestro mercado literario. Un clásico que ha inspirado a grandes iconos del género como Flash Gordon, aunque sea a través de la versión cinematográfica, y que resulta una atractiva lectura para cualquiera que guste bucear en la literatura política, y romántica, soviética de la primera mitad del siglo XX.

miércoles, diciembre 15, 2010

Aliens. ¿Hay alguien ahí fuera?

Tomasso Pinchio

Hace muchos años, cuando ni siquiera sabía qué era una Constitución -en realidad no lo sabían el 99% de los españoles-, hubo una pseudo moda en la literatura que se encargaba de desvelar “misterios sin resolver”. Estos misterios eran, entre otros, el de los OVNIs, con Antonio Ribera como autor español de cabecera (como anécdota habría que reseñar que Ribera fue el traductor para Plaza y Janés de la primera edición española de 2001, una odisea del espacio). Los OVNIs estaban de moda. Todos los veían por el cielo, eran abducidos por extraterrestres que les sometían a todo tipo de experimentos que, curiosamente, tenían una fuerte carga de contenido sexual. Varias series de televisión, Los invasores o UFO, compartían estos temores hacia las luces que se veían en el cielo. Ni que decir tiene que los adolescentes de la época buscaban ávidos estos hechos insólitos en los diversos textos que ofrecían gran variedad de sucesos “paranormales” y “ufológicos”.

Aliens. ¿Hay alguien ahí fuera? es un libro que recoge en forma de estudio histórico lo que ha sido el fenómeno de los OVNIs. Su autor, Tommaso Pincio, establece a lo largo de 22 capítulos, más el epílogo y la bibliografía, una historia del fenómeno popular desde los supuestos avistamientos de Kenet Arnold hasta los últimos comportamientos de las sectas ufológicas como la raeliana. Tampoco faltan referencias a Roswell, a los “hombres de negro”, a las conspiraciones diversas o a las diferentes comisiones de investigación norteamericanas.

Narrado con cierta gracia, el autor no llega a posicionarse de manera decidida por la existencia o no del fenómeno. Se explican, de manera relativamente aséptica, las diversas teorías sobre el origen de los supuestos OVNIs: desde las psicológicas hasta las más estrambóticas que afirman que los extraterrestres son seres de otra dimensión.

La edición es muy cuidada y se completa con una buena selección fotográfica que hace muy atractivo el volumen. Para la parte gráfica se ha recurrido en un 60% al uso de escenas de films de ciencia ficción clásicos y modernos. Las fotos son ilustrativas de los capítulos y se pueden apreciar muchos de los extraterrestres que la imaginación fílmica ha ido desarrollando con el tiempo.

No es un libro de ciencia ficción, pero hay componentes de pura y dura ciencia ficción, además de las fotografías, cuando se explican algunas de las más “interesantes” descripciones y teorías acerca de los famosos OVNIs.

Recomendado para nostálgicos de Jacques Bergier o Erich von Däniken que quieran rememorar la historia de la ufolgía desde sus comienzos hasta la actualidad.

domingo, diciembre 05, 2010

NECRÓPARIS


NECRÓPARIS

Fernando Cámara

La editorial NGC FICCIÓN lanza al mercado su tercer título, en este caso etiquetado en el apartado de terror y eufóricamente titulada Necróparis. Se cierra el ciclo de las tres temáticas editoriales con esta novela, puesto que anteriormente fueron publicadas “Fragmentos de burbuja”, perteneciente a la colección de ciencia ficción, y “La versión del minotauro” dentro del género negro.

Fernando Cámara proviene del mundo del cine, como director y como guionista, y esta es su primera novela. Su experiencia cinematográfica (“Memorias del ángel caído” como director, o recientemente la TV Movie “El crimen de los Marqueses de Urquijo” como guionista”) se deja notar, y mucho, en este su primer texto novelado. La construcción de frases es muy ágil y con gran profusión de diálogos que se suceden vertiginosamente. Técnicamente, ha prescindido de los clásicos guiones para narrar las conversaciones entre los personajes.

La novela comienza, y termina, con la narración de un viaje, en principio romántico, de una pareja que se traslada a Paris en un fin de semana. Lo que se prometía como un paréntesis en la “Ciudad Luz” pronto se convierte en una pesadilla onírica, o real, en la que los dos protagonistas se ven sometidos a diferentes y terroríficas experiencias.

No sería serio revelar lo que el lector va a encontrar en esta novela, pero si diré que la atmósfera que crea Cámara es absolutamente absorbente y subyugante. Sus descripciones de “otro” París diferente al que habitualmente se conoce –glamour, luz, grandiosidad, bristos o savoir faire- son tan precisas que se diría que el autor ha vivido esas aventuras. No es cierto esto último, naturalmente, pero como él bien explicó en la presentación de su novela, le ocurrieron ciertas cosas en París que le dieron que pensar y que están en la base de la novela, aunque magnificados y exageradas.

Si tenemos por una parte la atmósfera creada como base para la acción, la otra base literaria es la relación entre la pareja protagonista. Porque, además de una novela de terror, Necróparis es una novela de sentimientos, de amor y de relaciones de amistad y de cariño entre dos personas que conviven desde hace años. Este cariño es el que les permite avanzar, con dificultades, a lo largo del fin de semana parisino, pues la ayuda mutua se hace imprescindible para sobrevivir. La intensa forma de contar lo que son, y sobre todo como piensan los personajes, se convierte en un lujo para el lector, que sufre con ellos sus espantosas vicisitudes y se alegra de los escasos triunfos, o las pequeñas victorias en los tres días parisinos. Es la intimidad de la pareja, su íntima relación, descrita con mimo y que parece cuasi telepática – da la sensación de que saben cada uno de ellos lo que el otro va a pensar y cómo va a reaccionar- la que proporciona una calidez a muchas de las escenas descritas por el autor. Y esa sensación de proximidad, produce un extraordinario feed back entre los personajes y los lectores que refuerzan, como ya dije antes, la identificación con ellos.

Los miedos a ciertos elementos, que son habituales en nuestro entorno, están presentes a lo largo de todo el texto. Son miedos primarios a cosas normales, pero que si se “desmadraran” dejarían de ser normales, y eso es lo que magistralmente nos muestra Cámara en su opera prima. Incluso las pequeñas canciones que siempre están ahí con nosotros, como “Beguin the beguine” de Cole Porter, se convierten en herramientas que, contextualizadas, producen escalofríos a los personajes y, de paso, a los lectores que es seguro que vamos a mirar de reojo determinadas cosas a partir de ahora.

Es cierto que la cotidianeidad se puede volver terrorífica cuando algo cambia en el engranaje, Cámara aprovecha estos resortes para crear un asombroso submundo que, si uno se fija ahí, subyace en todas las grandes ciudades, o en los pueblos más profundos. Ese submundo es el mas violento de todos, que puede generarse por un partido de fútbol o por una manifestación de okupas descontrolados. Todo esto está presente en esta apasionante novela, en la que intentamos discernir si todo es real, un sueño o una pesadilla. El lector tiene la palabra para dilucidar a qué asistimos en realidad.

Necróparis es una de esas joyas que hay que leer sin ninguna duda. Cualquier lector que se adentre en sus páginas no quedará decepcionado, porque una novela es “buena” cuando se recuerdan pasajes y situaciones. Y, en este caso, les aseguro que no podrán olvidarla. Para terminar sólo diré una palabra: Maniquí. Cuando la lean sabrán por qué.