domingo, marzo 21, 2010

Hijos de Heracles




Hijos de Hercales. El nacimiento de Esparta

Teo Palacios

Edhasa 2010

320 páginas

19.00 €

La ciudad de Esparta, su cultura, sus modos de vida, son fuente continua de inspiración para escritores y cineastas. La reciente película 300, Zack Synder 2007, volvió a colocar a la ciudad Griega, y sobre todo a sus guerreros, en la cumbre de la popularidad. Las hazañas espartanas, casi siempre, se han limitado a describir sus guerras y sobre todo la inmortal batalla del paso de Las Termópilas. La leyenda de los espartanos nos muestra que eran los mejor entrenados, los más fuertes, los más feroces, los más disciplinados y parcos – de ahí la “disciplina espartana”- de los guerreros de la antigüedad. Ningún soldado o guerrero posterior tiene la fama que conservan, después de tantos siglos, los habitantes de Lacedemonia. Pero si en la mente popular están grabadas las gestas de los mejores guerreros del mundo, también es verdad que apenas conocemos, a nivel popular que no académico, como vivían esos guerreros y como fue que llegaron a convertirse en lo que fueron. Como entrenaban, qué comían, como amaban son preguntas que están en el aire y sin contestar. Ahora, Hijos de Heracles, la primera novela publicada por Teo Palacios viene a remediar ese lapsus informativo.

Hijos de Heracles es una novela histórica no “ortodoxa”, casi se podría decir que “fantástica” en el sentido de que “reinventa” la historia conocida. No es que el autor haya realizado un ejercicio de invención sin sentido, es que sencillamente ha utilizado fuentes historiográficas que ponen en entredicho la figura de Licurgo, el gran constructor de las leyes espartanas, y traslada ese comienzo de la historia de Esparta, las leyes que comenzaron a forjar a los guerreros, unos cien años antes durante el reinado Teopompo Euripóntida. Esta “ficción” queda clara en la introducción de la novela donde Palacios indica al lector cuales son sus fuentes de inspiración. El situar el nacimiento de las leyes espartanas para los guerreros en esa época primitiva es un acierto indudable para la historia. Es mucho mas dramático que el hijo, los hijos, de un rey sean los primeros en experimentar la durísima disciplina de los soldados espartanos.

En la novela vemos como se produce ese entrenamiento que llegó a forjar superhombres. Leemos con verdadera ansia las vicisitudes de Anaxándridas, hijo primogénito del rey Teopompo, al acceder a su entrenamiento guerrero. Con gran profusión de detalles, podemos observar como se forjan los caracteres de los dos príncipes espartanos, de sus compañeros de academia y del comportamiento de la sociedad en general. Asistimos a una reconstrucción de los ritos a los dioses, a las reuniones mas mundanas y a la descripción del sistema de castas.

Palacios ha hecho un buen trabajo de investigación histórica, aunque naturalmente hay que poner en cuarentena que todo lo que cuenta es la realidad. Pese a su posible, y cierta, irrealidad histórica, la narración se mantiene coherente a lo largo de toda su extensión. El lector se sumerge en ese mundo espartano y lo ve lógico, lejano pero emocionante, brutal pero atrayente. Son los ojos de los protagonistas, y sus crónicas, las que nos acercan no sólo a esa sociedad, sino a los pensamientos mas profundos de los protagonistas. Esa es otra de las virtudes de esta novela: la fuerza de los personajes que no son meros héroes de acción, sino que mantienen un diálogo interior de gran profundidad.

Hay que tener en cuenta que esta novela es adictiva. Es adictiva en dos sentidos, ambos positivos. Primeramente y una vez comenzada la lectura, es difícil de abandonar hasta ver cómo ésta se desarrolla. Y en segundo lugar la novela crea un punto de curiosidad que hace que nos dirijamos directamente a las fuentes para saber mas sobre es pueblo peculiar que fue el espartano.

Teo Palacios muestra ya en su primera novela que su estilo de escritura es sobrio, sencillo y directo. Sin aspavientos estilistas usa el lenguaje de una manera muy cómoda y natural. La erudición temática de la que hace gala no llega a cansar en ningún momento y supone un acicate mas para la lectura. Una primera incursión en la novelística superada con nota alta.

© Alfonso Merelo 2010