MADRID
Daniel Mares
Ediciones Parnaso
Granada 2007
Si una novela de ciencia ficción comienza con un enfrentamiento entre el Real Madrid y el Barcelona en una final de la Champions League, al menos podemos pensar que el autor ha tratado de ser original e impactante.
Daniel Mares es uno de los “nuevos“ autores que despuntan alto en el actual panorama de la literatura española de género fantástico. Comenzó su andadura literaria publicando en la colección Espiral, que dirige Juan José Aroz, “Pastores de estrellas” (1995) y “Seis” (1997). “La máquina de Plymbicot”, resultaría finalista en el Premio UPC del año 1997 y ganador del Premio Ignotus al mejor relato corto. Con “Gomez Meseguer y el ogro Santaolaya” ganaría el premio Pablo Rido al mejor relato. Otras novelas cortas son IA” (2000), “Una luz en la noche” o Vigésima Tierra (2002) y “Carne” (2004). . En 2005 se publica “En mares extraños” que es una recopilación de sus relatos dispersos. Mares ha basado su producción literaria fundamentalmente en el relato corto publicando en revista y fanzines como Artifex o Galaxia.
“Madrid” es pura cafeína mezclada con un buen tónico cardiaco. Es acción y es locura. Es un viaje al fondo de la mente, pero sin LSD.
Nos situamos en un futuro indeterminado en el que la humanidad se ha extendido por la galaxia enfrentándose a otras razas extraterrestres. En La Tierra, los Estados Unidos han sufrido otra Guerra de Secesión y el país se ha convertido en un gigantesco Hollywood dedicado exclusivamente a crear ocio. Europa sigue siendo independiente e intenta mantener sus colonias extraterrestres controladas, sofocando las ansias independentistas de los planetas. En Madrid, la capital europea, se celebra la final de la Copa de Campeones que enfrenta al Barcelona y al Real Madrid, que siguen existiendo pese a los siglos trascurridos. En la cola se encuentra dos de los personajes principales de la novela, Blitz y Raus que esperan entrar en el estadio y que se van a ver envueltos en un enfrentamiento entre aficionados y fuerzas de seguridad, apoyados por el Ejército colonial; los mejores soldados de la galaxia. Por otra parte un comisario de policía –pedófilo por cierto- está buscando a un asesino múltiple que trae de cabeza a las fuerzas de seguridad madrileña. Y en un tercer escenario nos encontramos a un soldado colonial que olvida pasajes de su vida y que es uno de los sospechosos de los asesinatos.
Como puede deducirse por lo expuesto, Mares sitúa al lector ante una triple exposición de datos, contradictorios en muchos de los casos entre sí, que terminaran confluyendo en una sola resolución. De los tres ámbitos narrativos, el primero de ellos está contado en primera persona. Es Blitz el que cuenta sus experiencias y sus pensamientos. Por él, en breves comentario, se va vislumbrando algunas de las claves de la trama. Las otras dos historias, que trascurren en paralelo, complican la trama de una manera mas que inteligente.
Mares utiliza de manera adecuada muchos de los iconos de la ciencia ficción, entre ellos el de la teletrasportación descrita en este caso como producto de una habilidad humana desarrollada en los últimos siglos. Los trasportadores no son máquinas estilo Star Trek, sino mutantes con el don de poder enlazar mentalmente con otro homólogos y así proceder al trasporte instantáneo entre planetas (los Navegantes de la Cofradía hacían algo similar en Dune). Es un curioso sistema éste, pero pese a todo, y a su improbabilidad, en el contexto de la obra es imprescindible para ciertas escenas. Sin este artificio delirante el autor habría tenido difícil encajar ciertos sucesos.
La novela contiene una mezcla de subgéneros que van desde la mas clásica space opera a propuestas mas cercanas a las ensoñaciones de Philip K. Dick, al thecno triller o al cyber punk. Son reconocibles muchos de los “tics” de estas propuestas que, tal vez, se exponen en demasía llegando a “emborrachar” al lector. Hay que tener en cuenta que Mares está experimentando con la escritura de “Madrid”. Los recursos estilísticos y, sobre todo, de estructura hacen que la novela no sea lo que podríamos denominar clásica. En la temática, recurrente sí pero diferente, en la composición, en la crudeza de muchas de las escenas, podemos ver que el autor está mostrándonos un mundo caótico, sucio y tremendo aunque muy próximo. Y ciertamente, a pesar de que el escenario se sitúa en un futuro remoto, se intuye que lo que se pretende es contar que la humanidad no va a cambiar a pesar de los avances tecnológicos ofertados. Teniendo en cuenta que no hemos avanzado éticamente casi nada en varios miles de años, no es improbable pensar que en años venideros las actitudes sean similares a las actuales. Esa interpretación pesimista, o realista, está ampliamente dibujada. Baste poner el ejemplo del fanatismo del fútbol, amplificado sin duda, que se encuentra en el mismo nivel, degradante, que en la actualidad. La narración posee como cualidad añadida su visualidad. Las descripciones de ambientes, personajes y lugares se le aparecen al lector de manera meridiana. Recurriendo de nuevo al ejemplo anterior, parecería que estuviéramos con los protagonistas en la cola de acceso al Santiago Benabeu, aunque en este caso se denomina “Coliseo de Chamartín”. Esa “visualización” narrativa es constante y el “conosseur” podrá reconocer escenarios de Blade Runner, de “Hill Street Blues”, de “Star ship troopers” y de otras obras de ciencia ficción o de género negro.
Pero la novela no se queda sólo en la descripción de entornos “atractivos” o impactantes, los personajes son tratados con respeto y se comportan, en su mundo, como son descritos. Su creador les hace comportarse como han sido imaginados. No resultan molestamante ambiguos ni guardan la corrección debida. Son auténticos en su contexto, amorales, respecto de nuestra moralidad, violentos y peligrosos. Pero es que son así, no son fruto de causalidades ni tampoco cambian de personalidad a mitad de la novela, como estamos hartos de ver en muchas novelas en las que los personajes son modificados para encajar mejor en la trama.
En esta novela Mares reitera sus dotes de narrador visceral, desarrollando un argumento visualmente impactante a la par que caótico, con frecuentes cambios de perspectiva, enfoque hiperrealista, ritmo endiablado y humor negro, un estilo complejo que, unido a la citada técnica narrativa deconstructiva, lo aúnan a autores de culto del séptimo arte como Quentin Tarantino y Robert Rodríguez en obras tan características como “Pulp Fiction”, “Kill Bill”, “Four Rooms”, “Sin City” ó “Asesinos natos”1
Madrid es, por méritos propios, una de las mejores propuestas del género publicadas en 2007.
1 comentario:
Pues tiene buena pinta, sí...
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