El mapa del tiempo
Félix J. Palma
Félix J. Palma, nacido en Sanlucar de Barrameda, Cádiz, pertenece a lo que he denominado “La escuela gaditana fantástica” de la que Ángel Torres Quesada sería su “fundador”. Palma afirma que comenzó a escribir relatos fantásticos a partir de haber leído los relatos escritos por Rafael Marín, por lo que en cierto modo lo considera su maestro. Esta influencia vendría a corroborar la existencia de esa supuesta escuela gaditana.
Una de las notables características de nuestro autor es su irrefrenable tendencia a ganar casi todos los premios literarios a los que se presenta. Esta predisposición al éxito comenzó en un lejano año de 1992 cuando consiguió alzarse con el premio Aznar, antecedente del Pablo Rido, por el relato titulado “Muerte por catálogo” que resultaría ser su presentación en sociedad. En su brillante palmarés cabe reseñar que ha conquistado los premios de cuento “Miguel de Unamuno”, “Alberto Lista” o el “Gabriel Aresti” y, por sus relatos, “Las interioridades”, fue Premio Tiflos 2001, por “Los desprendidos”, Premio Ignotus 2002, “Los arácnidos”, Premio Iberoamericano de relatos Cortes de Cádiz en 2003, o “Las corrientes oceánicas”, Premio de novela Luis Berenguer en 2005. Acumula, así, casi un centenar de menciones, galardones y premios en su curriculum, lo que da una idea de su efectividad como escritor en esos certámenes competitivos.
Palma es un autor muy efectista y efectivo. Posee una cualidad innata para narrar de manera fluida y adecuada pudiendo abarcar una multitud temática siempre con éxito; el maestro Ángel Torres comentaba en una conversación la admiración que sentía hacia él al considerar que “[…]es capaz de construir un relato fantástico a partir de las cosas mas cotidianas. ¡Y le salen siempre bien!
“El mapa del tiempo” es una novela que se adscribe al género de ciencia ficción indiscutiblemente y que, en palabras del autor, constituye un homenaje a H. G. Wells y a la época victoriana en la que se desarrolla la trama”. Nos encontramos en el Londres victoriano, en el que Jack el Destripador está ejerciendo su “oficio”. La muerte de una de las prostitutas, Mary Kelly, ardiente amante del señor Andrew Harrington, obligará a Wells, el conocido autor británico, a implicarse en el caso para salvar la vida del joven. Pero esta sólo es la primera de las tramas de la novela que se encuentra construida como una serie de cajas chinas, o de muñecas rusas, en las que a medida que avanza el texto vamos descubriendo que lo que parece ser no es y lo que no era ahora parece ser. Si se me permite el pequeño excurso, habrái que decir que Félix J. Palma hace trampas con el lector. Como si de un relato detectivesco inglés se tratara, nuestro autor se dedica a lanzar pistas “falsas” al lector, aunque en su descargo hay que decir que todas ellas están lo suficientemente claras para que un lector avispado sospeche que está siendo “manipulado”. Esta es una de las interesantes construcciones de la novela que fuerza al lector a implicarse en la resolución de los acertijos que la trama nos va salpicando. Resulta muy notable comprobar cómo se desarrolla una serie de inventos modernos con la tecnología del siglo XIX. Estos inventos, que parecerían anacrónicos, están tan brillantemente expresados que no nos queda mas remedio que sonreír y considerar que lo expuesto es plausible, y esto, dentro del mundo de la ciencia ficción, es una cualidad que en pocas ocasiones tenemos ocasión de contemplar.
La época victoriana está descrita en milimétrica exposición, tal y como los diversos formatos cinematográficos nos han mostrado a lo largo del tiempo. En ese aspecto, la novela es muy visual cinematográficamente hablando y tanto las situaciones como los personajes son tal y como imaginamos que debería serlo en esa época de referencia.
Formalmente la novela se divide en tres partes, dos de las cuales están protagonizadas por Wells. De las tres partes es la segunda la que se diría más redonda ya que la situación a la que se enfrentan los protagonistas es de una imaginación desbordante y simultáneamente muy creíble en su contexto. Pese a ser una historia muy imaginativa es, sin embargo, la mas racionalista de las tres partes y la que, en principio, se aleja mas de la ciencia ficción. El autor nos ha dicho:
“la historia sólo podía funcionar en el Londres de finales del XIX. La chispa la desencadenó mi relectura de La máquina del tiempo, de H. G. Wells. La había devorado de niño y me había entusiasmado, pero al releerla de adulto me sorprendió no sentir la misma emoción. Comprendí que parte de la fascinación se debía a que de niño creía que aquella máquina podría ser real. Pensé entonces que los contemporáneos de Wells habrían sentido esa misma excitación: me los imaginé pensando ilusionados que en cuestión de meses podrían viajar al pasado o al futuro en un vehículo erizado de pistones, engranajes y bielas, las damas con sus sombreritos de plumas y los caballeros con sus monóculos. La imagen no se me iba de la cabeza, y eso sólo podía significar que había encontrado el germen de una novela."
Pero es en la tercera parte de la novela donde más notamos las apetencias del autor por la literatura de género fantástico. Si en las dos primeras partes no se tiene claro la adscripción genérica del relato, ésta se muestra claramente en la tercera. El autor podría perfectamente haber finalizado el texto de manera diametralmente opuesta pero ha optado por una explicación que lo imbrica directamente con el género de la ciencia ficción. Sin duda, los aficionados deben estar de enhorabuena al contemplar como los premios literarios, como resulta ser el Ateneo de Sevilla, pueden trascender los géneros y ser otorgados a historias que tanto tienen que ver con el fantástico.
El mapa del tiempo ha recibido excelentes críticas desde todos los planos, tanto por los críticos especializados como por los más generalistas. Esta coincidencia es de destacar pues es una “rara avis” en este mundillo del fantástico, entre otras cosas porque los críticos no especializados suelen ignorar este género.
Publicado en ScifiWorld marzo 2009
(c) Alfonso Merelo 2009
2 comentarios:
Pues tiene muy buena pinta. Pero corrige el (c), hombre!
Gracias J.J.
Corregido.
El libro es cojonudo. Te lo recomiendo, aunque no es obra maestra, se acerca bastante, sobre todo la segunda parte.
Publicar un comentario