El artículo a continuación es el primer capítulo de un libro nonato llamado De la Historieta al Cine.
Este
ensayo nace de la admiración y, que duda cabe, del placer que
siempre me ha producido contemplar dos formas de arte que estimo muy
relacionadas entre sí: cine e historieta; dos mundos fantásticos,
con dos modos de expresión tan similares que se diría que resultan
ser hijos el uno del otro o, en todo caso, hermanos.
Nacidos aproximadamente en la misma
fecha, crecieron al unísono y se alimentaron con los mismos
conceptos. Durante unos años, los primeros del siglo XX, estuvieron
emparejados en el gusto de espectadores y lectores. Más adelante, el
cine se separó del tebeo y se convirtió en el hermano rico de la
familia. Los dos hermanos al separarse y vivir en diferentes casas
experimentaron y crecieron cada uno por su cuenta.
Pero siempre mantuvieron una
relación muy buena. Los dos se intercambiaban ideas, conceptos,
tramas, texturas y colores, si bien es verdad que el hermano rico se
aprovechaba mucho más de las ideas del otro que al contrario. Pero
ese aprovechamiento era bueno para ambos, ya que el otro recibía un
espaldarazo por parte del que adoptaba sus ideas. Bastaba una
adaptación al cine que tuviera éxito para que las ventas del tebeo
de procedencia se dispararan, y al revés: las adaptaciones de
películas de éxito resultaban también beneficiosas para los
tebeos.
Ya en 1966, Luís Gasca, comentaba
que existían 1.216 filmes
basados en el cómic (sin contar el medio centenar de cortometrajes
de Walt Disney)1.
La cifra en 2012 puede dobla a la citada por Gasca. Basta hacer una
pequeña búsqueda en la base de datos de cine IMDB (Internet Movies
Database), accesible on line en Internet, para obtener la cantidad
de 2.026 títulos2.
Este gran número de adaptaciones,
trasvases o filmes basados en historias gráficas, nos hace pensar
que estas últimas son una fuente muy importante para el género
cinematográfico. Indudablemente la literatura y los guiones que
parten de ideas originales pensadas para el cine se llevan la
primacía en cuanto a bases para la construcción cinematográfica,
Pero de ninguna manera es desdeñable la importancia del cómic en su
desarrollo.
Pocos ensayos escritos originalmente
en castellano tratan de las relaciones entre el séptimo y el noveno
arte, y los que hay se limitan a enumerar, en la mayoría de las
ocasiones, unos títulos que proceden del cómic. Se ha tratado en
algunas ocasiones la temática superheróica, pero se ha obviado
otros filmes que son, en multitud de ocasiones, mucho más
interesantes que estos primeros.
Intentaré ilustrar al lector sobre
tan interesante trasvase genérico. Para ello la distribución de los
capítulos se ha pensado para tener una visión de conjunto sobre las
adaptaciones sobre temas similares dentro del cine. Así,
contemplaremos capítulos dedicados a la ciencia ficción, a los
superhéroes, a la aventura, a las historias infantiles y juveniles,
al erotismo o al género negro.
La división de este ensayo en los
antedichos capítulos temáticos no es sólo un capricho o una
cuestión más o menos dejada a un criterio particular del autor, se
hace necesaria para poder encuadrar en ciertos parámetros comunes
los filmes analizados.
Se
estudiará la relación estrecha que se
produce cuando una historieta se convierte en imágenes en
movimiento, con actores que dan vida a los personajes pensados para
el papel impreso. Veremos cuáles fueron las dificultades y cómo se
solucionaron, si es que lo hicieron. Asimismo nos centraremos en el
análisis del filme en cuestión desde el punto de vista
cinematográfico, que no tebeístico. El origen del mismo es
importante, pero independiente del producto final. No sería justo
poner en solfa la bondad de un producto teniendo en cuenta únicamente
su procedencia. Las películas son productos elaborados a partir de
otras premisas, pero como productos finales han des ser valoradas en
su totalidad, y no por sus partes constituyentes u orígenes.
En
cada uno de los capítulos y sub-apartados las películas serán
tratadas cronológicamente en función de la primera fecha de
adaptación al cine del personaje. A partir de ahí se estudiarán
todas las demás películas que atañen a ese personaje y sus
diversas adaptaciones, siempre desde la más antigua a la más
moderna.
Todo ello es lo que están ustedes a
punto de leer. Entren en el maravilloso mundo del cine de la mano del
no menos interesante mundo del tebeo.
CAPITULO PRIMERO. HISTORIETA Y
CINE: LA FUSIÓN DE DOS ARTES.
En la relación entre narrativa
gráfica y cine, las películas adaptan de forma sencilla medios que
pretenden, de por sí, ser sencillos, y emplea para ello criterios de
sencillez sobre un medio secuencial sin empaque literario. Por tanto,
todo tiende hacia lo elemental. De ahí el interés por historias más
complejas, pero que no se quiere que tengan su origen en cómics poco
rentables o de difícil mercantilización. Cerrando la operación, la
habitual desconfianza de los grandes estudios hacia las narraciones
alambicadas obliga a prescindir de tramas, subtramas y dinamismos
visuales que el cómic, superheroico incluido, ha desarrollado
lingüísticamente con bastante eficacia en las últimas décadas.
Así, veremos a Hamlet convertirse en Batman, pero no a Batman
convertirse en Hamlet. Eso sí, le vestiremos de negro y le pondremos
alguna calavera en la mano, y hasta le reescribiremos con habilidad
el verso para que diga poco, pero con suficiente brillantez. Quizá
porque, siguiendo a Foucault, hoy el autor carece de autoridad, pero
sólo se le exige su autorización.
Ignacio
Armada Manrique3
Sería imperdonable que en un ensayo
dedicado al cine y a la historieta no surgiera como primera intención
la de explicarle a los lectores ¿qué es la historieta y qué es el
cine? Se podrá argüir que este extremo resulta inútil o, al menos,
redundante por sabido, ya que se supone que todos conocemos qué es
el cine y qué es el cómic. Probablemente es cierto, pero, a efectos
puramente didácticos y completistas, no puedo dejar de dar algunas
claves sobre los significados de ambas palabras.
1.1.
LA HISTORIETA ES ESO QUE TAMBIÉN LLAMAN CÓMIC.
Para intentar acotar el término
cómic, qué mejor manera de hacerlo que acudiendo a la definición
que de él hace el diccionario de la Real Academia Española. Dice
así:
Cómic: (Del
ingl. cómic).
1.
m. Serie o secuencia de viñetas con desarrollo narrativo.
2.
m. Libro o revista que contiene estas viñetas.
Encontramos
que para los académicos hay una identificación entre contenido y
continente pues la palabra define tanto la historia, con todas sus
características, como el medio y el formato en que ésta se expresa.
Hasta
ahora he hablado de la palabra cómic, y sin embargo el término
historieta está presente, como flotando en el ambiente; es hora de
hablar de ella, aunque en realidad es exactamente lo mismo de lo que
ya he estado hablando hasta aquí. La Real Academia nos da una pauta
definitoria.
Historieta:
Serie de dibujos que constituye un relato cómico, dramático,
fantástico, policiaco, de aventuras, etc., con texto o sin él.
Puede ser una simple tira en la prensa, una página completa o un
libro.
Si
comparamos, vemos que realmente la definición no es otra cosa que
una refundición de las dos acepciones que la Real Academia utiliza
para el vocablo cómic. Tenemos entonces una palabra en castellano
equivalente al anglicismo cómic. Por tanto podremos usar sin ambages
ésta en sustitución de la otra.
A
estas alturas necesitamos abundar más aún en la lengua castellana
para introducir otra palabra que se me antoja imprescindible. Esta
vez la palabra es de neta factura española y muy reciente; hay que
referirse naturalmente a tebeo.
El uso de la misma no es un mero capricho de éste que les escribe,
sino que surge de la intención declarada de referirme a esta forma
de expresión grafica (cómic) con las palabras españolas
equivalentes.
Carlos
Pacheco4
comentó, en una conferencia pronunciada en la Universidad de Huelva
en 2008, que teniendo el lenguaje español acepciones claras para
definir lo que es conocido como cómic, se debían usar éstas en
sustitución del extranjerismo y que:
[…]
se debería denominar historieta o tebeo, dependiendo de si se
refiere al contenido o al continente.
Compartiendo
la idea de Pacheco, se me permitirá que en este ensayo use esos dos
términos para referirme a la sucesión ordenada de dibujos y texto.
Intentaré dotar al ensayo con una nomenclatura autóctona siempre
que esta sea posible. Así pues, se usará historieta para denominar
la sucesión de dibujos guionizados y tebeo al formato que los
contiene.
Sentadas
las bases de la propuesta, recurrimos una vez más a nuestra fuente
primaria de información, la Real Academia, para encontrar que tebeo
se define de la siguiente manera:
Tebeo:
1.
m. Revista infantil de historietas cuyo asunto se desarrolla en
series de dibujos.
2.
m. Sección de un periódico en la cual se publican historietas
gráficas de esta clase.
Así,
la Real Academia dice que tebeo es una revista que contiene
historietas gráficas, si bien precisa que ésta es una revista
infantil.
Aunque exista esta restricción, pienso que tebeo puede extenderse a
todas las otras historietas que no son infantiles.
A
partir de ahora usaré estos dos términos, tebeo e historieta, en
sustitución de ese más genérico y extraño
como es cómic. Podrían decir que es una manía más del autor, y
tendrían razón, pero es mi idea revindicar siempre la riqueza del
idioma propio antes que recurrir a términos foráneos sobre todo si
tenemos, como es el caso, palabras tan bonitas
como esas dos.
1.2.
EL CINE: LA FOTOGRAFÍA EN MOVIMIENTO.
Una
vez que hemos definido una de las dos patas en las que este ensayo se
sustenta, resulta inevitable, a fuer de ser tildado de poco
cuidadoso, detenerme en el segundo de los términos que está
presente en el título: Cine.
Si
en la definición de historieta se podría ver una cierta ambigüedad
sobre su contenido, la palabra cine es universalmente conocida, y al
nombrarla la asociación es inmediata: sala
oscura-película-directores-actores-actrices-entretenimiento. Eso es
el cine; un conglomerado de actividades y trabajos
que desembocan en que nosotros, los espectadores, podamos disfrutar
de la proyección de una buena, o mala, película en una adecuada
sala de proyección.
Recurramos,
una vez más, a la Real Academia Española para que nos ilumine sobre
lo que es el cine. El diccionario dice:
Cine:
Acort. de cinematógrafo).
1.
m. Local o sala donde como espectáculo se exhiben las películas
cinematográficas.
2.
m. Técnica, arte e industria de la cinematografía.
Como
podemos ver la misma palabra, cine, posee un doble significado que
implica tanto el lugar donde se ve como el conjunto de actividades
que nos llevan a poder contemplar esas obras en la pantalla.
Cuando
hablamos de películas, sin embargo, tenemos mucho más fácil el
identificar el vocablo, y así se define en el diccionario RAE:
6.
f. Cinta de celuloide que contiene una serie de imágenes
fotográficas que se proyectan en la pantalla del cinematógrafo o en
otra superficie adecuada.
7.
f. Obra cinematográfica.
La
primera de ellas no cumple del todo las expectativas, pues las
películas pueden estar sustentadas físicamente en un formato
distinto al celuloide -magnético o digital-. La acepción 7ª deja
clara que una película es una obra de creación para ser proyectada
y vista por el público.
Queda
claro que, a pesar de las definiciones limitadas, prácticamente
todos conocemos en qué consiste el cine y en qué consisten las
películas. No abundemos más en este aspecto definitorio y pasemos
al siguiente punto a debatir.
1.3.
LOS COMIENZOS DE LAS NUEVAS FORMAS DE EXPRESIÓN
Hay
una frase hecha que usamos muy a menudo en el lenguaje coloquial y
que reza así: ¿qué
fue primero: el huevo o la gallina?
En
realidad esta frase es muy tramposa, puesto que es evidente que fue
la gallina, o su antepasado, siempre que usted esté a favor de la
teoría de la evolución de las especies. Si su pensamiento es
creacionista, entonces es posible que el huevo se creara de la nada y
de él surgiera la gallina, a partir de la albúmina y el ADN
implantado. Al criterio del lector avispado dejamos la decisión
sobre la valía de esta frase.
Pero
llevada a nuestro contexto es una frase que resulta muy clarificadora
respecto a la duda entre discernir si la historieta surgió antes que
el cine o resultó ser este último el que comenzó primero su
andadura. Aunque habría que preguntarse si es necesario saber cual
de las dos artes surgió antes, o si esta certeza es útil a algún
propósito, más allá del puro conocimiento histórico. La
respuesta, desde mi punto de vista, es que realmente no, pero pienso
que puede ser interesante satisfacer la curiosidad y la sed de
conocimientos de los lectores, añadiendo un poco de honesta
petulancia a este primer capítulo. Además, si hablamos del trasvase
entre géneros, no resulta ocioso intentar averiguar la precedencia
de uno de ellos sobre el otro.
Todos
sabemos que el cine es llamado el 7º arte, y que este nuevo6
arte es el siguiente en la lista de las bellas artes clásicas. Estas
bellas artes son, y desde siempre han sido: la arquitectura, la
danza, la escultura, la literatura, la música, la pintura y el
teatro. El cine hibrida muchas de las anteriores artes,
fundamentalmente el teatro, para, con el uso indispensable de
tecnología moderna, crear una nueva forma de expresión artística.
El cine es una técnica, tecnología
y arte, que no nace por generación espontánea. El poder captar, o
capturar, imágenes ha sido siempre un anhelo de la humanidad; el
gran poder de conseguir congelar un instante del tiempo y
perpetuarlo. Una vez captada la imagen estática, el más lógico de
los pasos a realizar a continuación fue guardar esas imágenes
dotándolas de movimiento. La aparición del cine, tal y como ahora
lo conocemos, viene avalado por una serie de inventos anteriores,
entre los que es básico y fundamental la fotografía.
Antes de la creación del cine como
tal, se realizaron una serie de experiencias sobre el movimiento de
imágenes. A principios del siglo XIX el médico inglés Peter Mark
Roger estudia el fenómeno de los movimientos animados. En este
estudio científico se diseñó un aparato experimental denominado
Fenatoscopio que combinaba el movimiento con la teoría de la
persistencia retiniana7.
A partir de ahí se van produciendo diversos estudios sobre el
movimiento y construyendo nuevas máquinas que puedan captarlo: el
Fenaquistoscopio, de 1.832 construido por el físico belga Joseph
Plateau, el Estroboscopio, ideado por el austríaco Stampfer en 1832,
el Zoetropio, de 1833 y fabricado por el inglés Horner y el
Kinestoscopio, de Thomas Alva Edison, en el que las imágenes en
movimiento se observaban a través de un visor. Este último aparato
puede considerarse como el verdadero germen del cine. Edison se apoyó
en el norteamericano George Eatsman, inventor de las placas
fotográficas de gelatina y bromuro de plata, de la cámara de
fotografía instantánea, que llamó Kodak
y en la película de celuloide transparente en rollo, con emulsión
fotográfica, perfeccionada por G. Goowin. Dicha película flexible y
transparente, elemento básico en el cine, fue utilizada por Edison
en sus experimentos y llegó a inventar en las películas el formato
fotográfico llamado fotograma.
A finales del siglo XIX el terreno
está ya abonado para que el capturar imágenes en movimiento se
convierta en realidad. Los experimentos en fotografía y en el
desarrollo de ésta para captar el movimiento, experimentos con
cámaras de disparo rápido etc., desembocan en la invención del
cine.
¿Quien fue el primero en mostrar
una imagen en movimiento que pudiéramos conocer como cine? Los
estudiosos discrepan ampliamente en este punto, sin embargo hubo
varios que se podrían arrogar este derecho a ser los primeros:
Edison, Robert William Paul, Henri Joli, Max Skladanowski y los
hermanos Lumière. En realidad, quién fue el primero es lo de
menos; lo que está claro es que el invento cuajó, se desarrolló, y
se implantó en nuestra cultura como una forma más, y muy
importante, de ocio
Está mucho más consensuado entre
los historiadores cinematográficos que el cine nace como espectáculo
el 28 de diciembre de 1895. Ese día, Louis y Auguste Lumière
proyectaron diez cintas de 16 metros, cada una de ellas, ante un
reducido número de personas, concretamente 35. Este grupo de
pioneros disfrutaron del nuevo invento en el salón Indien situado en
los sótanos del Grand Café de París.
Previamente,
el invento se había patentado el 13 de febrero de 1895, y el 22 de
marzo, los Lumière, habían proyectado sus filmes en la Societé
d´Ecouragement à l´Industrie Nationale, en un pase semi-privado
para empresarios de atracciones de feria, que resultaban posibles
compradores del aparato. Los hermanos confiaban en que pudieran
exponer sus máquinas en estas ferias itinerantes, muy en boga en la
época.
Los
Lumière nunca contemplaron, o intuyeron, las grandes posibilidades
del cine como un negocio enfocado hacia la distracción. Las
películas que realizaban eran reportajes de actualidad, que lo único
que pretendían era dar a conocer un invento, el cinematógrafo, al
público. El cine era un divertimento curioso en el que muchos de los
espectadores se veían en la pantalla. Surge pues una nueva
nomenclatura: el espectador cinematográfico, que no es otro
que aquel que espera que le ofrezcan una serie de experiencias,
concretadas en este caso a la visión de esas imágenes en
movimiento.
Estos
primeros balbuceos del cine comienzan a dar sus frutos cuando el
público asistente gusta cada vez más de esas primitivas películas,
y muy rápidamente se convierte en un fructífero negocio. Pero los
espectadores quieren más. Ya no se conforman con reportajes de
actualidad en los que se ven eventos cotidianos de su ciudad o su
país. Ya a finales del siglo XIX, muy poco tiempo después de las
primeras proyecciones, se comienzan a producir películas cuya
temática no se limita al reportaje de actualidad, sino que tratan de
historias inventadas. Es aquí donde comienza la industria del
entretenimiento basada en el espectáculo cinematográfico. En
Francia, George Méliès pasa a la historia como el primero que
desarrolla el cine como espectáculo, y también como el primer
realizador de filmes de ficción. Su primer gran filme de 15 minutos
de duración fue L'Affaire Dreyfus (El caso Dreyfus, 1899).
Méliès partía con una gran ventaja en la carrera del espectáculo
cinematográfico. Como propietario del teatro Robert Houdini de
Paris, estaba capacitado para ver más allá de las cortas miras de
los Lumière. Sus espectáculos teatrales constaban ya de trucos
escénicos para sus espectáculos de magia. Es por ese bagaje previo
por el que le resulta más fácil entrar en el mundo del cine para
dar un espectáculo que ya ofrecía en el teatro.
Sin
embargo Méliès no era un cineasta propiamente dicho. Sólo usaba el
cinematógrafo como simple herramienta para extrapolar al nuevo
formato sus imaginativos espectáculos teatrales. Carecía de lo que
después se denominaría técnica cinematográfica. Esta técnica
aparecería más pronto que tarde y será utilizada hasta nuestros
días, con sus cambios e innovaciones correspondientes.
En
resumen, podemos decir sin equívoco que el cine, como industria de
entretenimiento, nace con la proyección de los Lumière en la sala
Indiane del café de París en 1895.
Habiendo
fijado las fechas del alumbramiento del cine, intentaremos ahora
discernir el momento exacto de la creación de la historieta que vino
a crearse con el nombre de cómic como todos ya sabemos.
Yellow
Kid se dice que es la
primera de las historias que pueden denominarse historieta, sin
embargo el
origen de la historieta podría remontarse a muchos años más atrás.
Trazar
la historia de lo que considero que son los orígenes del cómic es
remontarse, al menos, a la narrativa popular de los siglos XVIII y
XIX, buscando en la literatura de cordel y en las aleluyas» (éstas
eran unas estampitas que formando una s erie en un pliego de papel
tenían una temática común expresada generalmente en v ersos
pareados). Merino. 2003
Por otra,
parte Thierry Groensteen opina que el fundador de la historieta es el
suizo Rodolphe Topffer que en 1830 creó un álbum de comics
usando héroes ficticios.
El
crítico Manuel Barrero abunda en el tema de la siguiente manera:
Töpffer
era consciente de que estaba ante un nuevo medio de comunicación
desde que elaborase sus primeros esbozos de la obra Mr. Vieux Bois
en 1827, y lo hizo público al poco de ver la luz algunas de sus
obras, en junio de 1837, en el artículo "Notice de l'histoire
de M. Jabot" (Bibliothèque Universelle de Genève, núm. 18).
Concretamente, defendió allí la idea de que Histoire de M. Jabot
constituía un nuevo modelo de relato, integrado por imagen y texto,
que formaban un conjunto coaligado con el que se obtenía un
significado nuevo y distinto al emitido por ambos órdenes sígnicos
por separado. Además, se trataba de un sistema comunicativo
independiente del soporte prensa, dado que las historias dibujadas
de Töpffer se distribuyeron con formato de libro por Suiza, Francia,
Reino Unido, Alemania y Estados Unidos antes de 1850 (Groensteen,
1998: 110). En España no se ha hallado rastro de su difusión ni de
su conocimiento por los escritores, editores, grabadores o dibujantes
coetáneos. Barrero 2004
José Joaquín
Rodríguez Moreno, en su bitácora Gades Noctem, habla del origen de
la historieta en los dibujos prehistóricos como los descubiertos en
la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria) que se remonta a
12.000 años antes de nuestra era. El historiador escribe:
cuando
estos dibujos fueron descubiertos hace ya 130 años, hubo
arqueólogos que tacharon el descubrimiento de falsificación:
consideraban que los hombres de la prehistoria no podían ser
capaces de crear algo así (fue el primer gran conjunto pictórico
descubierto).
Que
no nos engañe su simplicidad: El trazo se realizaba con carbón
vegetal, y luego se le aplicaban diferentes colores que se
conseguían gracias a diversos minerales que posteriormente eran
mezclados con aglutinantes de origen animal (usualmente grasa).
Aunque se empleaban las manos para la aplicación del color, también
se utilizaban pinceles rudimentarios o se soplaba el color sobre la
imagen (consiguiendo un efecto similar al del aerógrafo).
Los
artistas emplearon el propio relieve de las paredes de la cueva para
dar efectos como profundidad y movimiento al conjunto. Ver
http://gadesnoctem.blogalia.com/historias/64216
Otro antecedente, quizá
mas claro, es el “Tapiz de Bayeux”. Exhibido en el museo de la
población del mismo nombre, se trata de un bordado con hilos de lana
sobre una fila tela de lino, que mide más de setenta metros de largo
medio metro de anchura. En el se narra en forma secuencial la
historia del Duque Haroldo, último rey sajón de Inglaterra, y de
Gillermo el Conquistador.
El
enorme interés histórico que tienen estos asuntos ha hecho que no
siempre se haya reparado suficientemente en el gran valor artístico
del tapiz, que puede ser considerado como una especie de cómic o
película de dibujos animados del siglo XI. Este detalle, por sí
solo, ya hace del tapiz de Bayeux una obra singular, porque aunque
sabemos que existieron otras obras parecidas, ninguna de ellas ha
llegado hasta nosotros. Pero la comparación va más allá del hecho
de que todos los episodios están narrados y contados mediante
dibujos e ilustraciones que permiten seguir la historia aún sin
conocer los personajes a los que hace referencia. También la
estructura, ritmo, organización del r elato, e incluso los detalles
humorísticos, lo recuerdan. Gonzalo Durán en
http://caocultura.com/tapiz-bayeux-comic-del-siglo-xi/
Pero
volvamos al personaje considerado el primer “comic” auténtico.
Yellow Kid es un chico vestido con una especie de camisón amarillo
–tal vez lo que aquí conocemos como babi-, y de ahí el
nombre de chico amarillo o mejor de amarillo. Hace su
primera aparición en el diario New York World, perteneciente a la
cadena de prensa Pulitzer, el 16 de febrero de 1896. El personaje se
incluye dentro de una serie titulada R.F. Outcault que narraba
las vivencias de los vecinos de un callejón neoyorquino. El color
con el que se imprimía el suplemento dominical fue el que diferenció
en un primer momento a los periódicos de Pulitzer de los de Hearts.
El personaje antes mencionado, el chico amarillo, obtuvo tanta
popularidad que la serie de la que surgió fue olvidada en detrimento
del nuevo Yellow Kid, que es reconocido popularmente como el primer
personaje de la historieta.
Las historietas comienzan a estar
presentes en todos los periódicos de USA. Personajes como The
Katzenjammer Kids(1897) de Rudolph Dirks, en el New York
Journal,y Happy Hooligan(1899) de Frederick Burr Opper,
en la cadena de Randolph Hearst, adquieren cada vez más
protagonismo y contribuyen al aumento de tirada y de ventas para los
mismos. En los sundays, las páginas dominicales de los
rotativos, se hacen imprescindibles la inclusión de estas
historietas. Puesto que el público quiere cada vez más estas
historias, la prensa inventalos daily strip, que son tiras de
historietas en blanco y negro de aparición diaria, de ahí su
nombre, claro. El primero de los grandes éxitos de este nuevo tipo
de presentaciones es Mutt and Jeffde Bud Fisher, que se
populariza en 1907 y que narra las vicisitudes de un corredor de
apuestas. En los periódicos se llega a desarrollar una industria muy
floreciente basada en la historieta sin que la gran depresión de
1929 le afecte; todo lo contrario, pues el tebeo se ve reforzado con
nuevos títulos. En este año se publican nada menos que el Tarzánde
Harold Foster y Buck Rogersde Dick Calkins y Phil Nowlan, el
primer tebeo de ciencia ficción de la historia. Y en 1933 surge un
nuevo formato para editar las historietas al margen de los
periódicos. Es el cómic book, el equivalente a nuestro
tebeo.
Como
la historieta de prensa, el cómic book nació como estratagema para
aumentar las ventas de otro producto. En este caso se trataba de una
recopilación de treinta y dos páginas dominicales, ofrecida como
regalo promocional a los clientes de diversas compañías. Uno de los
agentes de ventas de estas promociones, Max Gaines, fue el artífice
de la autonomía comercial del cómic book, al demostrar a sus jefes
que podía constituir un artículo de venta en sí mismo. El segundo
paso en la emancipación del formato consistió en dejar de ser un
producto de reciclaje, nutrido casi exclusivamente de historietas
previamente publicadas en los periódicos. En 1935 el propietario de
una editorial Malcolm Wheeler-Nicholson, incapaz de pagar las
licencias de las cotizadas series de prensa, dio tímidamente ese
paso en la evolución del comic book con New Fun, el primero de su
especie compuesto en su integridad por historietas realizadas
expresamente para él. Jiménez Varea; J. ÁMBITOS Nº 15.
2006
No
es que ese tipo de formatos fuera nuevo, pero si lo fue la gran
cantidad de títulos editados en un corto periodo, que sentaría las
bases para las grandes compañías de tebeos de años posteriores.
De
lo antes descrito se puede deducir que la historieta nace antes que
el cine. Pero si que es cierto que el cine experimenta un empuje a
todas luces muy superior y ya en la primera década del siglo XX se
encuentra asentado y fijado como una de las industrias más sólidas
del ocio. El tebeo tendrá que esperar hasta los años 30 para su
definitiva consolidación y sólo en USA.
1.4.
LA FUSIÓN HISTORIETA-CINE
Probablemente
estaremos de acuerdo en que el vocablo fusión ha sido usado con
demasiada alegría para referirse a las más variopintas
especialidades del saber humano. Hemos oído hablar de comida fusión,
jazz fusión, flamenco fusión y una serie de fusiones diferentes,
que a veces ni siquiera sabemos qué son, o qué es lo que osan
mezclar. La fusión en realidad puede ser cualquier amalgama de
materiales, las más de las veces más heterogéneos que homogéneos.
Pero en realidad para que algo pueda ser considerado una fusión
efectiva el resultado fusionado debe ser válido; en caso contrario
la fusión no servirá de nada y por tanto debería desecharse.
Imaginemos que fusionamos un café con leche y una ensaladilla rusa.
Habría que dudar de la comestibilidad del producto resultante: el
café-ensaladillado o la ensaladilla acafetada. Obviamente, desde
aquí desaconsejamos efectuar este experimento fusionador.
Este
pequeño ejemplo anterior nos lleva a reflexionar sobre el hecho de
que no todas las fusiones son realmente útiles y por tanto el mero
hecho de fusionar debe ser tenido en cuarentena hasta que se pueda
observar el resultado final de la misma. Las fusiones son siempre más
efectivas cuando se entremezclan materiales lo más homogéneos
posibles.
El
cine es un gran devorador de ideas. Puesto que es un arte que usa de
otros artes a discreción es lógico que fagocite cualquier idea que
pueda resultar utilizable. No podemos olvidar, ni obviar, que tanto
el cine como la historieta son industrias, pero no industrias
artesanas, familiares, cercanas (como pueda ser la pintura o la
escultura) sino industrias pesadas que comparten muchos parecidos con
las cadenas de montaje de automóviles, de bolsos o de ordenadores.
Toda industria necesita directivos, operarios, materia prima, un
producto que vender y unos consumidores que lo compren. La industria
del cine usa como materia prima las ideas, y éstas pueden proceder
de la originalidad de autores dedicados al medio o de la adaptación
de ideas que otros han producido para ser degustadas en otros
formatos. La literatura es sin duda la gran suministradora de esta
materia original que es transformada por el cine. Pero como una forma
mixta de literatura y expresión pictórica, el noveno arte es otra
de las fuentes importantes para la producción cinematográfica.
Para
que se produzca una buena fusión ya hemos comentado que la
homogeneidad de los elementos a unir es una condición, no
imprescindible, pero si recomendable. De las diferentes expresiones
de arte que el cine puede usar, la historieta es la que mejor se
aproxima a lo que es el lenguaje propio de la cinematografía. Ambas
artes usan la imagen para trasmitir el mensaje. Esta característica
coincidente implica una ventaja inicial que posibilitad traspasar las
barreras entre unos y otros. Tanto uno como la otra son capaces de
generar un producto acabado sin la intervención de la palabra. Las
bases técnicas de ambas son la imagen y ambas artes usan de otras
artes que las auxilian y completan (la palabra es una ayuda muy
necesaria en ambas).
Sin
embargo, y pese a sus teóricas bondades, las dificultades de transcripción entre la historieta y el cine son muy interesantes de
analizar. Lo que en un primer momento parece una indudable ventaja,
la imagen ya preconcebida, se convierte en un handicap para el
director y los actores. Ya no hablamos de una adaptación del guión
a otro medio, hablamos de una adaptación estética que el espectador
conoce, al menos en teoría, previamente. La libertad del dibujante
en cuanto a diseño de personajes, se ve coartada por la limitación
de los escenarios reales y de los actores en cuanto al físico,
puesto que los rasgos de éstos pueden ser imitados o no, dependiendo
del realismo que se le quiera dar al producto. Esta limitación es
también una oportunidad para el director que le permite derivar la
trama del tebeo hacia sus propias concepciones estéticas de la
historia.
La
crítica se divide en dos posturas aparentemente irreconciliables:
los que postulan por una adaptación fiel al tebeo de procedencia y
los que opinan que si los medios son diferentes el cine debe
separarse del original en que se basa. La segunda postura me parece
mucho más atractiva pues permite elaborar juegos semióticos
apartados del original que, tal vez, encorseten en determinados
momentos las posibilidades de expresión en el cine. Tenemos que
pensar que el cine va dirigido a un público que no tiene por qué
coincidir con el destinatario del tebeo, generalmente asimilado al
niño y al adolescente. Por tanto la adaptación fiel no es
imprescindible pues el destinatario del mensaje es diferente al
original.
Pero
no sólo son los guiones y la estética del tebeo las que adopta el
cine. Muchos de los descubrimientos del tebeo son incorporados muy
temprano a la mecánica del cine.
Así,
ya en la segunda mitad decimonónica, los pioneros de la historieta
ponían a punto muchos de los recursos narrativos de que después
harían uso frecuente los cineastas. Por una parte, asimilaban
convenciones dramáticas como el diálogo, la puesta en escena, la
gestualización o la compresión del tiempo. Por otra, desarrollaban
técnicas fundamentales como el montaje, un procedimiento común en
los cómics mucho antes de que el relato cinematográfico se
planteara usarlo, pues el desglose de la acción en viñetas es un
requisito básico de la historieta. En cuanto a la banda sonora, los
cómics contaron con sobrado tiempo para desarrollar recursos
visuales de expresión de diálogos, voces off y voces over, décadas
antes de que el cine contase con otra cosa que rótulos. En un
natural proceso de ósmosis cultural, la narrativa cinematográfica
trasladó a su terreno no pocos de los hallazgos materializados por
los historietistas. Como tránsito osmótico, el intercambio de
aportaciones entre cómic y cine también se ha verificado en el
sentido contrario. De las películas ha aprendido el cómic a simular
más eficientemente el movimiento por la transposición al papel de
los equivalentes del travelling, la profundidad de campo o los fondos
silueteados, entre otros.
Jiménez
Varea; J. Op. cit
Estas
similitudes entre los dos lenguajes, el cinematográfico y el de la
historieta, se plasma en el uso de términos iguales para los dos
ámbitos: encuadres, planos, fondos etc. Por si fuera poco, el cine
utiliza como herramienta de trabajo el llamado story board8,
que resulta ser
esencialmente una guía, en forma de ilustraciones, que permite
planificar visualmente una secuencia antes de su filmación. Esta
herramienta permite al director anticipar visualmente una escena tal
y como quiere que ésta se vaya a desarrollar. Sin embargo no podemos
considerar que el story board es en sí una historieta ya que su
finalidad es completamente diferente y no está pensada para llegar
al gran público. Podemos incluso llegar a afirmar que es un borrador
de lo que pudiera llegar a ser, si se desarrollara eficientemente, un
tebeo.
1.5.
LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO VS. LENGUAJE DE LA HISTORIETA
En
el anterior apartado se han aportado algunas claves de identificación
entre los dos artes y el trasvase de elementos entre unos y otros.
Pero ¿existe una diferencia apreciable entre los dos lenguajes a que
hemos venido hasta ahora estudiando? ¿Son más las similitudes que
las disimilitudes entre los dos? ¿Los lenguajes son intercambiables
o por el contrario constituyen un corpus hermético?
Estas
sencillas preguntas pueden ser la clave del resultado final del
filme, porque hay que insistir en que este libro pretende observar
las películas resultantes y no estudiar sus orígenes. En nuestro
intento de ver qué posibilidades tiene el cine de llevar a buen
término una traslación de la historieta no podemos abstenernos de
considerar cuales son las características que revisten a cada uno de
los dos artes
tratados.
Para
identificar las posibles diferencias y parecidos debemos
interrogarnos acerca de las características de ambas expresiones
artísticas. Si alguna de ellas pertenece a las dos categorías de
arte podremos colegir que esas particularidades son elementos que
pueden ser trasvasados desde cualquiera de los dos lenguajes al otro.
Citaré
los tres elementos con similitudes más importantes en ambas formas
narrativas.
a.
La imagen
Es
indudable que la imagen es elemento esencial tanto de la historieta
como del cine. Es una obviedad afirmar que sin la imagen, en forma de
dibujo o de fotografía, no existen posibilidades de expresión
artística en las artes que estamos estudiando. Esta característica,
la narración de la historia por medio de imágenes, es la que
diferencia a la historieta de la literatura, aunque comparte con
ella la expresión escrita, o al cine de la narración oral, con la
característica común de usar el sonido.
b.
El movimiento
El
lenguaje cinematográfico es narración visual en movimiento. Este
movimiento no es más que una sucesión de fotografías
secuencialmente distribuidas. La historieta es estática,
y sin embargo también posee una secuencialidad que la dota de un
aparente movimiento. Los diversos recursos gráficos de los
dibujantes llevan al lector a apreciar una verdadera impresión de
movimiento real.
c.
El sonido
El
cine fue reforzado por la incorporación de una nueva tecnología
cuando éste adoptó el sonido grabado como característica9
fundamental de su expresión artística. El sonido quedó
intrínsecamente unido al cine, ya fuera en forma de música o de
expresión dialogada, y así ha continuado hasta nuestros días, de
modo que resulta casi anecdótica la posibilidad de visionar una
película actualmente que carezca de sonido. Pese a no ser una
característica fundamental, resulta un indiscutible apoyo para la
narración cinematográfica.
La
historieta carece de un soporte sonoro real, pero tal y como
comentamos al referirnos al movimiento, los recursos del artista
pretenden imitar esos sonidos mediante dos herramientas
fundamentales: el bocadillo10
y las onomatopeyas. En este aspecto, la narración se ve reforzada
con estos añadidos y la completan de manera que el lector tiene una
inmersión en la historia usando otros sentidos además de la vista.
1.6.
LAS DIFICULTADES GENÉRICAS DE LA FUSIÓN HISTORIETA-CINE.
Como
ya he reiterado, este ensayo va a tratar, ya lo está haciendo, de
mostrar al lector de que manera se han convertido las historietas en
imágenes de cine, con la particularidad de que éstas películas, en
todos los casos que posteriormente tratemos, van a estar
interpretadas por actores reales, de los que llamamos coloquialmente
de carne y hueso. No se contemplarán los dibujos animados –salvo
una excepción–, pues interesa a este estudio el modo y forma que
han tenido los cineastas de acercarse a estos personajes pensados en
origen como meros dibujos.
Tampoco
se contemplan en este libro las adaptaciones que de tebeos
procedentes de oriente, es decir el manga, se hayan efectuado. El
gran número de publicaciones de este tipo y sus transcripciones al
cine, y no digamos ya a la televisión, debería de ser objeto de un
estudio aparte de este ensayo. El manga es un mundo aparte del tebeo
occidental. Su especificidad debe ser contemplada bajo otro prisma
que no es objeto de este estudio, pues aquí se trata de la
historieta occidental y su relación con el cine. Habrá,
seguramente, otras ocasiones para poder reflejar lo que el manga ha
dado de sí.
En
los capítulos que se desarrollarán en este ensayo habrá tiempo
para recrear las particulares dificultades que cada filme tuvo que
soslayar, pero a modo de introducción general no estaría de más
contemplar qué problemas pueden encontrarse estas adaptaciones.
El
espectador que se acerca a este tipo de filmes lo hace a través de
dos posibilidades previas: o ha leído el tebeo o no lo ha hecho. El
primero de los condicionantes asegura que el espectador tiene educada
su percepción por una previa visualización de los contenidos; el
segundo supone la ausencia de preconcepciones.
Por
tanto, y en función del tipo de espectador, las dificultades se
verán condicionadas por la diferente percepción de éste hacia el
film. En el caso de haber previamente tomado contacto con el tebeo,
la primera de estas dificultades no es otra que la propia imagen de
los personajes. El impacto visual puede ser algo que lastre la
película o que la encumbre dependiendo, en gran medida, de lo que el
espectador crea adecuado o no. Cuando vemos una adaptación de una
novela, cada uno de los lectores se ha forjado una idea diferente de
cómo son físicamente los personajes. Pero en una adaptación en la
que previamente se ha mostrado visualmente cómo es el personaje, su
recreación en actores de carne y hueso es arriesgada. Este riesgo se
acrecienta mucho más en el caso de la representación de personajes
que resultan muy conocidos, como es el caso de los superhéroes
famosos.
Otra
de las dificultades consiste en la recreación de la estética y del
guión de la historieta. Recordarán que he comentado anteriormente
que hay dos tendencias muy acusadas, y diferenciadas, sobre las
adaptaciones a la gran pantalla. La primera consiste a grandes rasgos
en que el filme guarde la mayor fidelidad posible con el tebeo del
que procede. La segunda de las tendencias propone que las
adaptaciones no tienen por qué ser fieles, sólo deben conservar el
espíritu del que proceden. Cualquiera de las dos posturas es
perfectamente válida y en este ensayo trataré, entre otras cosas,
de analizar la fidelidad o no de las adaptaciones. Sin embargo es
mucho más sencillo para el director efectuar una libre
interpretación del libreto
original, que ceñirse a recrear lo que encuentra ya realizado. Pero
eso no ocurre la mayoría de las veces, y la tendencia supone
intentar contentar a los aficionados al tebeo en concreto, con una
serie de guiños hacia él para que pueda identificarse y adoptar una
postura de complicidad con el producto. Pero, siendo el cine una
industria, no puede únicamente dirigirse hacia los que ya se sabe
que irán a ver la consabida adaptación, debe ampliarse ese
horizonte de espectadores, por lo que las concesiones han de ser
también para el que se acerque a ver la película sin conocimiento
previo de la historia. En el caso de los comics
books
esto resulta más complicado si cabe debido a sus especiales
características de longevidad narrativa.
Para cerrar esta reflexión se me
permitirá que aporte lo que buenamente pueda y entienda en aras de
clarificar esta relación tebeo-cine. Desde mi óptica pretender que
una película sea un reflejo fiel de una historieta es un error, un
tremendo error. Los espectadores, si han sido previamente lectores,
tendríamos que abstraernos de considerar que lo que estamos viendo
es una adaptación de un tebeo previo. Entiendo que esto es muy
difícil porque nuestro cerebro conserva unas imágenes que van a
volver una y otra vez a medida que las escenas se van desarrollando.
Pero es que partiendo de la convicción de que los medios, y los
lenguajes, son diferentes, los espectadores deberíamos juzgar los
filmes exclusivamente por su valor como películas en si mismas.
Estos filmes resultarán válidos por lo que contienen y no por la
fidelidad o no a su original. Esta abstracción es complicada, pero
pienso que es un ejercicio que ha de hacerse, o al menos intentarse;
de ese modo nos libraremos de más de un berrinche si somos demasiado
estrictos y puntillosos.
1
Gasca 1966 pp.140
2
Búsqueda efectuada el 22 de abril de 2012 con las palabras clave
based on comic. En
esta búsqueda se incluyen las películas y series basadas en
cómics.
3 ABC
de las letras 3 de agosto 2008.
4 Guionista
y dibujante español que trabaja para Marvel y DC las dos grandes
compañías norteamericanas de historietas.
5 La
revista TBO es una de las más antiguas publicaciones de historietas
en España. El primer número salió al mercado el 17 de marzo de
1917 publicado por Arturo Suárez, en Barcelona. La revista mantuvo
su publicación hasta 1998. Entre las numerosas historietas
publicadas, las más famosas fueron: La familia Ulises,
Eustaquio Morcillón, Melitón Pérez, Josechu el vasco o Los
grandes inventos del TBO.
6
El cine
tiene
ya más de cien añitos, por lo que definirlo como nuevo tal vez sea
una afirmación excesiva y exagerada.
7
Esta
teoría describe como las imágenes persisten unos momentos en la
retina antes de borrarse. Esta inercia
es la que permitiría ver imágenes fijas en movimiento.
8
Entre
las herramientas más útiles a la hora de producir una película o
un espectáculo televisivo se encuentra el storyboard, que es el
ensayo visual de un proyecto antes de ser rodado. La visión del
director es ilustrada a la manera de una historieta.
Simón. M. Storyboards:
Motion in Art. Burlington: Focal Press. 2000
9
Se considera que la primera película sonora de la historia del
cine es El cantor de jazz,
que fue dirigida por Alan Crosland y estrenada el 6 de octubre de
1927. Anteriormente había habido algunos intentos de sincronización
entre imagen y sonido, pero este film, protagonizado por Al Jolson,
es el que incluye por primera vez una frase de diálogo ¡Esperen
un minuto: aún no han oído nada!
10
El bocadillo, denominación española de la anglosajona ballom,
es el recipiente
donde se contiene el texto que emite el personaje. Los hay de
diferentes formas, pero generalmente son redondeados y con un
apéndice dirigido
hacia el personaje hablante.
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