De todos es conocido mi
afición por el cine, del que soy ferviente admirador y usuario. Mi
trayectoria como comentarista de cine se ha desarrollado en la radio
y en la televisión donde he colaborado, y lo sigo haciendo, en
diversos programas dedicados al séptimo arte. Por todo ello estoy
profundamente preocupado por lo que pueda ocurrir a esta industria
del entretenimiento.
Estamos sufriendo la peor
alarma sanitaria del siglo XXI que no tiene parangón en ninguna otra
que yo haya conocido en España. Porque es claro que pandemias ha
habido y las han sufrido continuamente los países menos
desarrollados del mundo. Lo que ocurría es que como estaba lejos, y
era cosa de pobres, no nos suponía ningún problema mas allá de
sentir lástima por los pobrecitos que se morían en África. Pero
esta vez nos ha pasado a nosotros, nos ha afectado y de que manera.
En los países desarrollados el virus ha caído como una puñalada.
Nos creíamos intocables, con nuestros servicios sanitarios de alto
nivel, nuestras economías punteras, nuestra tecnología y nuestra
superioridad económica. Todo esto ha caído de un plumazo. No
estábamos preparados y nos ha cogido de sopetón una epidemia que ha
desmantelado, no sólo familias y amigos con los desgraciados
fallecimientos, sino también las maneras y modos de comportamiento
social. Y, naturalmente, ha desmantelado la economía. Paro,
despidos, hundimiento de empresas, bajada del PIB en picado y
disminución masiva del consumo. Y, cuando esta primera oleada pase y
se acaben las infecciones, habrá que adaptarse a unas normas y
pautas de comportamiento social muy diferentes y con muchas
restricciones, al menos por un tiempo y en tanto en cuanto no exista
una solución médica viable, ya sea en forma de vacuna o de
antivirales efectivos.
Como ya apuntaba antes la
economía se va a ver muy trastocada, de hecho ya lo está siendo. Y
el cine, y por ende la cultura en general, dado que es también
industria, ya se ha visto afectado muy profundamente. El cine no es
sólo la película que vemos en las salas o en la pantalla de
televisión. El cine es una industria que genera un buen porcentaje
del PIB en España (la cultura en general supone un PIB del 3% en
este país). Durante esta pandemia se han paralizado las exhibiciones
de películas en cine, los rodajes, los doblajes... con lo que eso
conlleva de dejar en paro, al menos temporalmente, a todos los
trabajadores que viven directa, o indirectamente, del cine.
Los “cómicos”, esos
que tanto han sido denostados por ciertos tipos tildándolos de
parásitos y de subvencionados, han rendido un gran servicio a todos
y en todos los lugares desarrollados. Durante esta reclusión hemos
recurrido a sus servicios para distraernos las horas muertas en casa.
Cientos de películas y series han sido el pan nuestro de cada día.
Hemos consumido mas audiovisuales que nunca, nuestros hijos han
podido ver un desahogo en esas películas que les hacen distraerse en
este cambio de vida y rutinas. Hay que agradecer a esta industria por
haber posibilitado la evasión durante un rato de la terrible
realidad infectada de noticias alarmantes y tristes. Lamentablemente
esta evasión, como casi todo, sólo la podemos disfrutar algunos
afortunados que tenemos la opción de poder acceder a sistemas de
trasmisión de datos sofisticados y que tienen un coste que mas de la
mitad de la humanidad no se pueden permitir.
El problema principal que
tiene el cine en este momento consta de dos vertientes: la
imposibilidad de acceder a las salas de proyección y la paralización
de cualquier rodaje en todo el mundo. Dado que la infección es
global, no se puede recurrir a producciones cinematográficas de
otros lugares porque estas tampoco se están haciendo. Las
plataformas de streaming son una solución muy temporal para la
distribución. Si, se pueden estrenar películas allí, pero en
cuanto se acabe el catálogo de estrenos no habrá posibilidad de
aportar mas material ya que la producción estará parada un tiempo.
La pregunta es, una vez
que se pueda reanudar la vida cotidiana en cierta medida ¿como
afectará esto al cine (teatro, competiciones masivas...) si hay que
mantener unas estrictas normas de distancia social? ¿Una sala de
cine puede ser rentable utilizando un tercio de su capacidad? ¿La
producción de una película es rentable si sólo obtiene de entrada
un tercio de la recaudación? ¿Se pueden hacer rodajes manteniendo
la distancia social? La respuesta a las tres preguntas anteriores es
un rotundo no.
Es posible que en unos
meses estén disponibles antivirales que puedan paliar, en parte, la
infección, pero aún así pasará mucho tiempo hasta que la
situación se normalice. La vacuna puede que esté a un año vista,
lo que resulta muy inquietante. ¿Cuantas salas podrán mantener su
actividad dentro de un año? ¿Que inversiones se requerirán para
acondicionar las salas después del parón? Mucho dinero, me temo. Es
de suponer que los gobiernos del mundo estén ya pensando en planes
económicos de contingencia para todas las industrias que tienen que
paralizar su actividad durante un largo periodo, y es de esperar que
la industria cultural no que quede al margen de estas inversiones.
Porque necesitamos de la cultura para sobrevivir, mejor dicho para
vivir. Es imprescindible que exista una visión de futuro para la
producción cultural. No me compete a mi dar soluciones, pero si
puedo pedir, e incluso exigir, que se encuentren fórmulas para que
la cultura renazca, aunque sea de otra manera.
Las alternativas a este
parón son escasas y la solución no puede centrarse únicamente en
la televisión o en las redes de comunicación. Sobre todo porque
estamos cargando con una flujo de datos a los sistemas para el que no
estaban preparados. Aunque esto se podrá corregir con el tiempo. Al
respecto de eludir la inexistente producción nueva, ha habido un
experimento en RTVE con una serie titulada “Crónicas del
confinamiento” que se ha realizado por medio de grabaciones en
diversas casas de actores. Se da la curiosidad de que todas las
parejas que intervienen son parejas reales de actores, a la que se
incorporan algunos actores en solitario. La interacción física es
como máximo de dos personas, el resto se produce mediante la ficción
de las videoconferencias. Esto, que como experimento resulta
interesante, es inviable de aplicar a gran escala dada la
imposibilidad de interacción personal entre los actores. La
solución, que funciona como parche momentáneo, es inviable para
otros tipos de producciones. Estamos, casi, en una producción de
aficionados. ¿Los escenarios y los actores digitales serían
entonces una solución? Pues de momento la tecnología no lo permite,
pero no sabemos que pasará en el futuro, aunque desde mi punto de
vista esta tecnología sería una atrocidad al eliminar a los actores
y actrices. En este sentido recomiendo leer la novela Remake de
Connie Wilis, que aporta una visión muy curiosa sobre el Hollywood
del futuro.
Es muy probable que
dentro de un tiempo mas o menos largo, varios meses sin duda, podamos
retomar una vida mas o menos “normal”. Me pregunto si cuando
hayamos retomado esta “normalidad” quedará mucho de lo que ahora
tenemos por natural. Desde luego temo que desaparezcan multitud de
salas de exhibición que no podrán aguantar este impass y, dado que
la producción estará detenida, soportaremos un déficit de
productos nuevos durante un tiempo prolongado. Tal vez, si son
inteligentes, las producciones ya terminadas deberían estrenarse
espaciadas en el tiempo y permanecer mucho mas tiempo en pantalla. El
hiperconsumo de productos en su mayoría mediocres debería detenerse
al menos un tiempo.
La industria cultural ha
de ser protegida con fondos públicos, al igual que se va a hacer con
otros sectores productivos. La cultura no es un subproducto que no es
importante; lo es y mucho. Esta reclusión lo ha demostrado con
creces. Para nuestra cordura los eventos culturales son
imprescindibles y si estos son eliminados de un plumazo por la crisis
que se nos viene encima, estaremos destruyendo lo que nos caracteriza
a los humanos: el imaginar, el soñar y el pensar libremente. Es
imprescindible que se hagan inversiones publicas en esta industria
para que, después de un tiempo, se pueda comenzar la reconstrucción
aunque sea de forma diferente a la que hemos conocido.
Cádiz a 28 de mayo de
2020 en el día 45 de reclusión.
Recién terminado de
escribir este artículo, el gobierno ha dado a conocer un plan de
desescalada par ejecutar en cuatro fases. Con respecto al cine se
especifica que podrán funcionar, con entradas numeradas y a un
tercio de su capacidad. Por lo visto coincide con lo que yo habñia
supuesto. Y la preguntas sigue siendo la misma ¿será viable una
sala de cine a un tercio de su capacidad? Puede ser que si, ya que
llenos no se dan todos los días ni en todas las películas.
Esperemos lo mejor.
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