Introducción
En febrero,
concretamente el jueves 11, surgió la noticia que afirmaba que se
había dado por probado la existencia de ondas gravitacionales. El
profesor Einstein ya las predijo en su modelo teórico de la
Relatividad General. Su teoría no tenía sentido sin algo que uniera
el universo y por eso intuyó que debería haber alguna cosa, que
denominó ondas gravitacionales -aunque el nombre no es suyo sino de
Poincaré que teorizó sobre las mismas-. Aún así, el físico no
está totalmente de acuerdo con su existencia hasta que en 1918
corrige su error de formulación y presenta la fórmula del
cuadrupolo relativista que describe el ritmo al que las ondas
gravitacionales son emitidas desde un sistema de masas basado en el
cambio de momento del cuadrupolo. Pero en 1936 se retracta una vez
mas de su existencia, y junto a Rosen publica un paper negando su
posibilidad, aunque este nunca fue publicado. Einstein pues cambia de
opinión, o de teoría, a lo largo de sus estudios teóricos durante
años. Por fin, en 2016, un twitt publicado en enero por Laurence
Krauss anuncia que es posible que se hayan descubierto evidencias
físicas de la existencia de las ondas gravitacionales.
Esta
es una breve historia de las vicisitudes de este descubrimiento que
parece importante para la actual astrofísica. Pero ¿qué es una
onda gravitacional? Pues la verdad carezco de los elementos
matemáticos y de física para poder explicarlo o siquiera
entenderlo. Sin embargo en forma muy resumida, y por lo que lo que
entiendo, las ondas gravitacionales son las que trasladan la
información del universo. Usando un símil, para que la orilla de un
estanque “se entere” de que hemos tirado una piedra en él son
necesarias las ondas que se trasmiten por el agua. Eso, en esencia, y
trasladado al universo, serían esas ondas gravitacionales o
gravíticas. La teoría afirma que cualquier
objeto con masa y aceleración produce ondas gravitacionales,
dependerá de la precisión del equipo de medida para poder
cuantificarlas. Sólo hemos logrado captarlas con sucesos cósmicos
de una muy elevada energía; en concreto por la emisión de las
mismas por un sistema de agujeros negros binarios.
Pero ¿qué
es lo que relaciona este descubrimiento con la sección de historia
de la ciencia ficción española? Pues un autor del que ya hablé en
2014 y que no es otro que George H. White, Pascual Enguídanos.
Ondas
gravitacionales en la España de los 70
Pascual
Enguídanos desarrolló durante 54 novelas la que se denomina Saga de
los Aznar, que, resumiendo mucho, trata de la historia de la
humanidad a través de un billón de años, con un nexo común que no
es otro que una familia, los Aznar, que perviven en todos esos años.
Entre todos
los inventos que el autor de Liria pergeñó en sus novelas, uno
destaca entre todos: el autoplaneta Valera; una nave espacial del
tamaño de la Luna que trasporta a una parte de la humanidad entre
los diferentes planetas habitados. En uno de sus viajes la nave
espacial llega a la órbita de un mundo anillo artificial denominado
Atolón, o Bartpur. Es en ese viaje donde yo, como lector de años de
ciencia ficción, oigo, o mejor leo, por vez primera el concepto de
ondas gravitacionales o gravitatorias.
En la
novela de 1975 Tierra de Titanes y
en su página 68 un científico, perteneciente a una expedición
exploratoria al mundo anillo, identifica éstas. Esa ondas han sido
utilizadas como arma para abatir un crucero de la armada sideral.
Inmediatamente antes de este descubrimiento, un crucero Stelar (son
las naves mas avanzadas de la flota del autoplaneta) sufre la pérdida
de potencia de todos sus sistemas y se precipita a tierra. Los
tripulantes experimentan un aumento repentino de su peso hasta que la
nave cae en el mar y su casco se rompe. En el crucero han confluido
dos proyectores de ondas gravitacionales que lo han abatido a tierra.
Enguídanos
desarrolla estas ondas gravitacionales en posteriores novelas
incorporándolas a los sistemas de armamento y defensa de la armada
valerana. Sus ondas artificiales son creadas por proyectores que
permiten a los buques navegar por el espacio con mas efectividad y
crear una especie de escudo que es capaz de desviar la luz. Es
exactamente lo mismo que hacen las ondas gravitacionales según los
últimos descubrimientos.
La
imaginación de nuestro autor da mucho juego a ese tipo de ondas. El
descubrimiento de las mismas, de la manera de generarlas
artificialmente mas bien, es de la raza creadora del mundo anillo;
los bartpures. Una raza antigua, muy evolucionada, que fue sembrando
el universo de vida inteligente. La adaptación de la tecnología de
ondas gravitacionales permite a los valeranos el tener una defensa
efectiva y, lo que es mas importante, proporcionar un sistema de
vuelo por el espacio a mayor velocidad que la luz. Hasta ese momento
las naves humanas volaban a velocidades relativistas. A partir del
descubrimiento son capaces de acelerar a mayor velocidad que la luz.
Eso supone un trascendental paso para los humanos que ya serán
capaces de mantener comunicaciones fiables en tiempo real, o casi.
El
autoplaneta utiliza sus proyectores para impulsarse y “entrar”
en el hiperespacio para viajar por el universo. Así en uno de sus
viajes, después de abandonar la vieja Tierra, llegan al otro lado
del universo en la novela del mismo nombre. El autor explica de una
manera muy sui géneris como es el universo comparándolo con un
globo vacío en el interior en el que se puede recorrer la goma del
mismo y para ir de un punto a otro hay que rodear esa misma goma. Con
las ondas gravitacionales, las naves espaciales son capaces de
penetrar en ese “vacio” interno y viajar mas rápido de un punto
a otro atravesando el globo. Incluso, utilizando este sistema, las
naves valeranas son capaces de viajar a través del tiempo como vemos
en las novelas Viajeros en el tiempo,
Vinieron del futuro
o El retorno de los dioses.
En esta
segunda parte de la saga, la primera fue escrita en los años 50, la
aventura se hace mas moderan y los viajeros valeranos vivirán las
mas interesantes y colosales aventuras fruto de la space opera mas
vibrante.
Es seguro
que nuestro autor leyó algo sobre este tipo de ondas y las utilizó
en su beneficio para dotar a sus narraciones de una credibilidad
pseudo-científica. Se puede afirmar que en la literatura las
aplicaciones de las ondas gravitacionales son un invento de uno de
los autores mas fantasiosos de la ciencia ficción española: Pascual
Enguídanos. Sorprendente.
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