martes, marzo 07, 2017

CUADERNOS DE CIENCIA FICCIÓN. ONDAS GRAVITACIONALES EN ESPAÑA.





Introducción

En febrero, concretamente el jueves 11, surgió la noticia que afirmaba que se había dado por probado la existencia de ondas gravitacionales. El profesor Einstein ya las predijo en su modelo teórico de la Relatividad General. Su teoría no tenía sentido sin algo que uniera el universo y por eso intuyó que debería haber alguna cosa, que denominó ondas gravitacionales -aunque el nombre no es suyo sino de Poincaré que teorizó sobre las mismas-. Aún así, el físico no está totalmente de acuerdo con su existencia hasta que en 1918 corrige su error de formulación y presenta la fórmula del cuadrupolo relativista que describe el ritmo al que las ondas gravitacionales son emitidas desde un sistema de masas basado en el cambio de momento del cuadrupolo. Pero en 1936 se retracta una vez mas de su existencia, y junto a Rosen publica un paper negando su posibilidad, aunque este nunca fue publicado. Einstein pues cambia de opinión, o de teoría, a lo largo de sus estudios teóricos durante años. Por fin, en 2016, un twitt publicado en enero por Laurence Krauss anuncia que es posible que se hayan descubierto evidencias físicas de la existencia de las ondas gravitacionales.

Esta es una breve historia de las vicisitudes de este descubrimiento que parece importante para la actual astrofísica. Pero ¿qué es una onda gravitacional? Pues la verdad carezco de los elementos matemáticos y de física para poder explicarlo o siquiera entenderlo. Sin embargo en forma muy resumida, y por lo que lo que entiendo, las ondas gravitacionales son las que trasladan la información del universo. Usando un símil, para que la orilla de un estanque “se entere” de que hemos tirado una piedra en él son necesarias las ondas que se trasmiten por el agua. Eso, en esencia, y trasladado al universo, serían esas ondas gravitacionales o gravíticas. La teoría afirma que cualquier objeto con masa y aceleración produce ondas gravitacionales, dependerá de la precisión del equipo de medida para poder cuantificarlas. Sólo hemos logrado captarlas con sucesos cósmicos de una muy elevada energía; en concreto por la emisión de las mismas por un sistema de agujeros negros binarios.

Pero ¿qué es lo que relaciona este descubrimiento con la sección de historia de la ciencia ficción española? Pues un autor del que ya hablé en 2014 y que no es otro que George H. White, Pascual Enguídanos.

Ondas gravitacionales en la España de los 70
Pascual Enguídanos desarrolló durante 54 novelas la que se denomina Saga de los Aznar, que, resumiendo mucho, trata de la historia de la humanidad a través de un billón de años, con un nexo común que no es otro que una familia, los Aznar, que perviven en todos esos años.

Entre todos los inventos que el autor de Liria pergeñó en sus novelas, uno destaca entre todos: el autoplaneta Valera; una nave espacial del tamaño de la Luna que trasporta a una parte de la humanidad entre los diferentes planetas habitados. En uno de sus viajes la nave espacial llega a la órbita de un mundo anillo artificial denominado Atolón, o Bartpur. Es en ese viaje donde yo, como lector de años de ciencia ficción, oigo, o mejor leo, por vez primera el concepto de ondas gravitacionales o gravitatorias.

En la novela de 1975 Tierra de Titanes y en su página 68 un científico, perteneciente a una expedición exploratoria al mundo anillo, identifica éstas. Esa ondas han sido utilizadas como arma para abatir un crucero de la armada sideral. Inmediatamente antes de este descubrimiento, un crucero Stelar (son las naves mas avanzadas de la flota del autoplaneta) sufre la pérdida de potencia de todos sus sistemas y se precipita a tierra. Los tripulantes experimentan un aumento repentino de su peso hasta que la nave cae en el mar y su casco se rompe. En el crucero han confluido dos proyectores de ondas gravitacionales que lo han abatido a tierra.

Enguídanos desarrolla estas ondas gravitacionales en posteriores novelas incorporándolas a los sistemas de armamento y defensa de la armada valerana. Sus ondas artificiales son creadas por proyectores que permiten a los buques navegar por el espacio con mas efectividad y crear una especie de escudo que es capaz de desviar la luz. Es exactamente lo mismo que hacen las ondas gravitacionales según los últimos descubrimientos.

La imaginación de nuestro autor da mucho juego a ese tipo de ondas. El descubrimiento de las mismas, de la manera de generarlas artificialmente mas bien, es de la raza creadora del mundo anillo; los bartpures. Una raza antigua, muy evolucionada, que fue sembrando el universo de vida inteligente. La adaptación de la tecnología de ondas gravitacionales permite a los valeranos el tener una defensa efectiva y, lo que es mas importante, proporcionar un sistema de vuelo por el espacio a mayor velocidad que la luz. Hasta ese momento las naves humanas volaban a velocidades relativistas. A partir del descubrimiento son capaces de acelerar a mayor velocidad que la luz. Eso supone un trascendental paso para los humanos que ya serán capaces de mantener comunicaciones fiables en tiempo real, o casi.

El autoplaneta utiliza sus proyectores para impulsarse y entrar” en el hiperespacio para viajar por el universo. Así en uno de sus viajes, después de abandonar la vieja Tierra, llegan al otro lado del universo en la novela del mismo nombre. El autor explica de una manera muy sui géneris como es el universo comparándolo con un globo vacío en el interior en el que se puede recorrer la goma del mismo y para ir de un punto a otro hay que rodear esa misma goma. Con las ondas gravitacionales, las naves espaciales son capaces de penetrar en ese “vacio” interno y viajar mas rápido de un punto a otro atravesando el globo. Incluso, utilizando este sistema, las naves valeranas son capaces de viajar a través del tiempo como vemos en las novelas Viajeros en el tiempo, Vinieron del futuro o El retorno de los dioses.

En esta segunda parte de la saga, la primera fue escrita en los años 50, la aventura se hace mas moderan y los viajeros valeranos vivirán las mas interesantes y colosales aventuras fruto de la space opera mas vibrante.

Es seguro que nuestro autor leyó algo sobre este tipo de ondas y las utilizó en su beneficio para dotar a sus narraciones de una credibilidad pseudo-científica. Se puede afirmar que en la literatura las aplicaciones de las ondas gravitacionales son un invento de uno de los autores mas fantasiosos de la ciencia ficción española: Pascual Enguídanos. Sorprendente.

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