EL AUTOR
El autor que traemos hoy
a esta historia de la ciencia ficción española fue un gaditano,
nacido en San Fernado –La Isla- en 1832. Se trata de Segismundo
Bermejo y Merelo, que llegó a ser Ministro de Marina en el periodo
de la Guerra de Cuba y el desastre de Cavite. Bermejo perteneció la
Armada Española, ingresando en la Escuela Naval de San Carlos en
1846. Su primer buque como capitán fue el vapor Alerta. Fue
destinado a Las Filipinas a combatirla piratería en sus aguas al
mando de la goleta Santa Filomena. Posteriormente comandaría el
Buque Escuela Villa de Bilbao. Se opuso firmemente a dar apoyo al
submarino diseñado por Monturiol y más adelante el de Peral. No
confiaba en la rapidez y validez de las naves submarinas. Llegó a
ostentar el empleo de Contralmirante de la Armada y como Ministro de
Marina se mostró muy optimista sobre las posibilidades de la flota
española frente a la norteamericana, lo que a la postre llevó al
desastre de Filipinas con la derrota en la batalla de Cavite. No pudo
hacer otra cosa que dimitir ante esta acción militar desastrosa.
Bermejo escribió varios
ensayos de contenido naval y algunas novelas de ficción. Hombre
cultivado, leía en ingles, francés y alemán y estaba al tanto de
las novedades literarias mundiales. Conocía la obra de Verne y en
sus historias se ve clara su influencia. Entre sus obras están
Impresiones de viaje y Frei, escrita en alemán.
EL DOCTOR JUAN PEREZ
La novela por la que
traemos a este autor aquí es la titulada El Doctor Juan Pérez
publicada en 1880 por Sucesores de N. Ramírez y Cía, y sólo se
puede calificar de insólita, porque es una historia de primer
encuentro con extraterrestres. Insólita porque es, que yo sepa, la
primera vez en la historia de la literatura española que se produce
un escenario de primer contacto. Voltaire, en Micromegas, ya
narra un encuentro con entidades extraterrestres, pero, como ya digo,
no conozco ningún referente anterior en España.
La historia comienza en
Chiclana de la Frontera cuando aparecen accidentados y muertos dos
extraños personajes, vestidos estrafalariamente que al parecer han
caído del cielo desde con una barquilla hecha de un material
desconocido. En la barquilla encuentran unos libros escritos en un
idioma desconocido, lo que hace sospechar al alcalde de Chiclana de
que se trata de dos espías.
Años más tarde, el
doctor Pérez compra los cuadernos en una librería de lance
madrileña e, intrigado, comienza a intentar descifrar el manuscrito.
Después de decodificar los cuadernos, descubre que se trata de dos
cuadernos de viaje escritos por dos seres procedentes del planeta
Vesta. A través de la reconstrucción de los cuadernos el doctor va
reconstruyendo la odisea de los dos viajeros, llamados Est y Car Max.
Bermejo se dedica en muchos de los capítulos a filosofar sobre el
origen del universo o las teorías diversas sobre la filosofía. Pero
sobre todo hace hincapié en los descubrimientos técnicos y
tecnológicos. Emplea algunos capítulos en hacer didáctica sobre
las formas de enfrentarse a lo que considera más adecuado para el
desarrollo técnico como es la aviación. Las comunicaciones humanas
se desarrollarán mucho mejor mediante el trasporte aéreo, dejando a
un lado el marítimo por ejemplo.
Con todo, la novela es
casi un tratado de diversas ciencias que el autor trata de dar a
conocer a l os lectores. Aprovechando una minima trama de ficción,
Bermejo se recrea en mostrar sus amplios conocimientos en diversas
disciplinas. Como ya dije, la inspiración verniana es evidente, y,
como en el autor francés, su propósito es mostrar y aleccionar a
sus lectores. Por supuesto el desarrollo de personajes es
prácticamente nulo y, salvo los personajes del principio cuando se
descubren los cadáveres, se imitan a ser los vehículos que permiten
admonizar al lector. Prácticamente la acción no existe. Como cuenta
el doctor Marcos Fernández en su tesis La ciencia Ficción en
Cádiz “la ficción resulta una mera excusa para trasmitir los
conocimientos científicos de la época en la que le tocó vivir. Su
historia ha sido justamente olvidada por la posterioridad”
2 comentarios:
Cuesta creer que el señor Bermejo no apoyara el submarino conociendo, como dice el artículo, a Julio Verne.
Era un militar de la vieja escuela y por tanto lo de las innovaciones no iban con él. De hecho envió a una flota de madera a luchar contra la flota de hierro americana em Filipinas y Cuba. Y les dieron pal pelo por obsoletos.
Publicar un comentario