Lo
fantástico en los albores de Televisión Española. Las adaptaciones
de Luis Peñafiel para Historias para no dormir.
Alfonso
Merelo Solá
Universidad
de Huelva
Ponencia en el congreso
Ponencia en el congreso
VISIONES DE LO FANTÁSTICO
EN LA CULTURA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA
I Congreso Internacional sobre lo fantástico en narrativa, teatro, cine, televisión, cómic y videojuegos
UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA
19, 20 y 21 de noviembre de 2012
RESUMEN
En la década de los años 60, en los albores de Televisión
Española, la ciencia ficción, la fantasía y el terror
formaban parte de las emisiones televisivas. Por medio de series,
generalmente de procedencia norteamericana, los espectadores tenían
acceso a los programas de un género que en la época parecía ser
agradable a los programadores. Viaje al fondo del mar, Perdidos en
el espacio, Los Invasores, Belfegor, el fantasma del
Louvre o Guardianes del espacio fueron grandes hitos en la
primera década de la andadura de TVE.
En este panorama hizo su irrupción con gran fuerza un
personaje fundamental en el género fantástico español: Narciso
Ibáñez Serrador. Este todo terreno televisivo diseñó para
TVE una serie, en varias temporadas, titulada Historias para no
dormir. En esta serie se abordaron guiones adaptados de
varios autores clásicos del terror y de la ciencia ficción.
El presente trabajo pretende analizar las adaptaciones que
Ibáñez Serrador, en su trasunto como Luis Peñafiel, efectuó de
autores clásicos que escribieron historias de corte fantástico,
generalmente encuadradas en el más clásico goticismo, Edgar Allan
Poe, Robert Bloch o Henry James fueron adaptados a este formato
televisivo del que Ibáñez Serrador se mostró como un consumando
maestro.
¡Cuánto
sufrimos con Chicho Ibañez Serrador
toda
una generación de progres, militares sin
graduación,
legionarios, masocas y otras hierbas!
Lorenzo
Díaz
1. Narciso Ibáñez
Serrador.
El género fantástico en España debe mucho a Narciso Ibáñez
Serrador, que fue el artífice originario, casi en exclusiva, del género en la
televisión. Este self-made-man pertenece a una familia íntimamente
relacionada con la escena. Su padre, Narciso Ibáñez Menta, y su
madre, Pepita Serrador, fueron grandes actores de teatro, primero en
Uruguay, país natal de Ibáñez Serrador, y más tarde en la propia
España. Nació en Montevideo en 1935 y después de la separación de
sus padres, en 1947 viajó a España, acompañando a su madre, donde
vive y estudia en Salamanca acabando allí el bachillerato. Después
de una serie de aventuras, se enrola en un mercante para ver mundo y
pasado un tiempo de aventuras marítimas vuelve a España donde se
integra en la compañía de teatro de su madre, al principio como
actor y posteriormente como adaptador y director. En 1957, estrena su
primera comedia, un monograma titulado Obsesión. Es en esta
obra donde utiliza por primera vez el pseudónimo de Luis Peñafiel
que le acompañará en adelante en todas sus firmas de guiones y
escritos literarios. Luis Peñafiel no es nada más que el tercer
nombre y el cuarto apellido de Ibáñez Serrador respectivamente.
Volvió de nuevo a Sudamérica, concretamente a Argentina, requerido
por su padre que estaba en aquella época trabajando para la
televisión de aquel país. Integrado en el mundillo televisivo
argentino, realiza para ésta televisión, a finales de los años 50,
una serie titulada Obras maestras del terror. En esta serie se
efectuaron adaptaciones de relatos escritos por Edgar Allan Poe o
Robert Louis Stevenson. En 1960 realizó El fantasma de la ópera,
una serie basada en la novela de Gastón Leroux, que tendría un
enorme éxito de audiencia. En 1962 sería en la serie Mañana puede
ser verdad, donde comenzaría a desarrollar para televisión su
gusto por la ciencia ficción.
Ibáñez Serrador recibe una oferta de Televisión Española para
hacer Mañana puede ser verdad en España. Realmente esta
serie fue un remake de la ofrecida en Argentina. Además contó con
el protagonismo en muchos de los episodios de su padre Narciso Ibañez
Menta, protagonista también de la serie original. A principios de
los años 60, en 1966, se estrena la primera parte de la serie
Historias para no dormir, que constará de varias etapas o
temporadas en diferentes años y que trataré más profundamente a
continuación.
En el cine sólo realizará dos largometrajes, ambos éxitos
destacados en su época: La residencia y ¿Quién puede matar a un
niño? La primera narra los hechos extraños de una residencia para
señoritas en el siglo XIX y la segunda una singular, y macabra,
rebelión de niños en una isla del Mediterráneo.
Posteriormente llegaría el gran éxito del concurso televisivo 1,2,3
responda otra vez, que permaneció en antena desde el año 1972 hasta
1994, en diferentes períodos. Dirigiría también otros programas
como los concursos Waku Waku, Jimanji Kanana un remake
del anterior en los 90, o El semáforo en 1996, el
programa de divulgación sexual Hablemos de sexo –que
popularizaría a la Dra. Elena Ochoa-. En 2004 vuelve a TVE con el
espacio Un dos tres... a leer esta vez, enfocada a incentivar
la lectura. Por fin, ya en la cadena privada TELE5, se encarga en
2004 de coordinar una miniserie con el título genérico de Películas
para no dormir. Esta serie constó de 6 episodios dirigidos cada
uno de ellos por un director distinto1.
La cadena retraso incomprensiblemente el estreno de la serie hasta el
año 2007.
2.
La historia de Las Historias Para No Dormir.
A continuación voy a trazar una historia de las adaptaciones de
contenido fantástico de esta serie. Dejaré para un futuro estudio
de la misma todos los capítulos referidos a la ciencia ficción y a
los guiones originales escritos ex profeso para la serie.
Historias para no dormir fue uno de los programas más famosos
de TVE en la década de los años 60. Narciso Ibáñez Serrador fue
su alma, su narrador, su padre; fue el protagonista principal al
encargarse tanto de la realización y guión de todos sus episodios,
siempre firmando como Luis Peñafiel, como de su presentación y de
la dirección de actores. Se puede considerar la serie como un
producto personalísimo del director.
Las fuentes parecían no estar de acuerdo en fechar el momento en que
se emite el primer episodio de Historias para no dormir. La
mayoría hablaban del viernes 4 de febrero de 1966, sin embargo, en
la página de programación de televisión del periódico ABC, en su
edición del jueves 20 de enero, se publicó lo siguiente:
«el viernes 21, a las 11.15 de la noche se emite Historias para
no dormir (Realización de Narciso Ibañez Serrador). »
Desgraciadamente no se especifica cual es la historia para ese día.
Es más, en ABC de Sevilla se publica este texto:
«11.15 Historias para no dormir. Nueva realización de Narciso
Ibañez Serrador para TVE. (Existe la probabilidad de que las
dificultades de montaje que se le plantean a este programa aconsejen
aplazarlo hasta una semana mas tarde. En tal caso sería sustituido
por un programa musical.»
Efectivamente, parece que realmente surgieron esos problemas
técnicos, porque no sólo no se emitió ese programa, según todos
los indicios, sino que hubo dos semanas de lapso en su emisión, pues
la semana siguiente se emitió otro programa musical y es ya el día
4 de febrero cuando se anuncia el programa:
«11.15 Historias para no dormir (Presenta: “El cumpleaños”
Basado en un relato de Frederich Brown (sic). Escribe, presenta y
dirige Narciso Ibañez Serrador. Protagonistas: Rafael Navarro y
Josefina de la Torre. Autorizada para mayores de 18 años. »
Este primer episodio, de unos escasos 13 minutos de duración,
adaptaba el relato corto de Fredric Brown titulado Nightmare in
Yellow2.
No se trata de ningún relato de corte fantástico, pero si de terror
y misterio. Es una puesta a punto, un punto de partida sobre lo que
sería más tarde la serie en todo su esplendor. Ibáñez Serrador
despliega sus conocimientos al servicio de crear un clima de
pesadilla al que lleva al espectador atrapándolo en la historia. El
primer programa comienza sin introducción; el plano de un ojo es la
primera imagen que observamos. Es el ojo de un hombre que reconoce,
en un diálogo interno, lo desagradable de su vida, y sobre todo el
inmenso hastío hacia su mujer, una persona excesivamente pulcra y
ordenada. El asesinarla se convierte en una obsesión. Técnicamente
Ibáñez Serrador usa la voz en off del protagonista, a la mujer no
se le oye en ningún momento, salvo el grito final, para ir narrando
lo que en el relato Brown describe en tercera persona. Delicioso el
diálogo interno de Rafael Navarro cuando entra en el banco, tildando
de imbéciles y cretinos a todos sus compañeros. Termina el capítulo
con la imagen del mismo ojo del protagonista pero esta vez
cerrándose. El cumpleaños consiguió el premio a la mejor
realización en el festival de televisión de Praga en junio de 1966.
Curiosamente la crítica de la época atacó duramente Historias
para no dormir. El cronista de televisión del periódico ABC, de
pseudónimo Viriato, lo llamó espúreo porque sostenía que no se
podía emitir en televisión lo que estaba rodado en formato cine. Un
ataque por la parte técnica, los recursos de Ibáñez eran puramente
cinematográficos, y no por la de los contenidos que era lo
realmente interesante y avanzado para la época.
3.
Las adaptaciones de Edgar Allan Poe
Si ese primer episodio no se relaciona con el fantástico, muy pronto
el realizador comienza a utilizar el relato fantástico como base
para sus guiones y desarrollos televisivos. Estos relatos no son otra
cosa que trasposiciones que ya se habían desarrollado para la
televisión Argentina. De esa manera, Ibáñez parece autoplagiarse
en el desarrollo de esta nueva serie. Probablemente está plenamente
seguro de que la fórmula funciona y la adapta a los gustos
españoles.
Ibañez Serrador afirma que leía a Edgar Allan Poe a la edad de 7
años, tal vez una edad demasiado corta para este tipo de lecturas.
Es natural que estas lecturas marcaran su trayectoria posterior en su
gusto por el terror, el misterio y lo macabro. Una enfermedad de
niño le condicionó para estar horas y horas leyendo. El realizador
comenta que El gato negro es una de las lecturas que más le
impresionaron. Dijo en referencia a sus adaptaciones del escritor:
«Todo lo que puede hacerse de Poe en televisión se ha hecho. Ha
sido un honor el llevar a Poe a la televisión».
El terror y el suspense no había sido adaptado anteriormente en TVE,
pero TVE ya tenía una tradición de adaptación de grandes clásicos
del teatro al formato televisivo. Era una fórmula que funcionaba con
eficacia al disponer de un material de partida más que discreto.
Ibáñez Serrador decidió, después de investigar sobre lo que no se
había hecho, llevar esos relatos que le habían marcado, y que, como
ya he dicho, había desarrollado anteriormente en la televisión
Argentina.
El siguiente episodio en aparecer en la pantalla Es La Bodega,
una adaptación de un cuento de Ray Bradbury titulado ¡Muchachos,
cultiven hongos en el sótano!3
una historia de invasiones extraterrestres.
Sin embargo la primera adaptación de Poe, que tituló El último
reloj, es un antecedente de la serie, digamos que es un episodio
cero, en el que Ibáñez comienza a dejar intuir cual será la
trayectoria posterior de los capítulos. Se emite en TVE el 18 de
diciembre de 1965 a las 11 de la noche. El programa se anuncia en la
prensa como «Tras la puerta cerrada. El último reloj». La
adaptación de Peñafiel en esta ocasión consiste en tomar el relato
El corazón delator y darle un giro de 180 grados que
modifica, si no la esencia del cuento, si su desarrollo. En esta
adaptación Thorbor, un deforme Narciso Ibáñez Menta, es un
relojero que se asemeja mucho a Ebenezer Scrooge, el mítico
personaje del Cuento de Navidad de Dickens. Tal como él, se
trata de una persona extremadamente avara y sin un ápice de empatía
hacia sus semejantes. Por contraste, su sobrino, Manuel Galiana, es
una persona bondadosa y compasiva que no duda en dar su vaso de leche
diario a Tommy, un pequeño mendigo interpretado por Pedro Mari
Sánchez en uno de sus primeros papeles.
La diferencia entre el relato y el episodio está precisamente
fundada en la conversión del protagonista en un desagradable
Scrooge, en el que el viejo avariento se pasa la vida
quejándose de lo poco que gana y contando las monedas de oro que
atesora. En el cuento el viejo es una buena persona y el único que
es malvado es su sobrino. Este cambio parece adecuado teniendo en
cuenta que se produce un efecto moralizante; tanto el viejo avaro
como su supuesto sobrino encuentran castigo a sus maldades. En este
caso se hace casi de justicia el asesinato del avariento personaje y
que, dada su condición de malvado, pueda ejercer su venganza incluso
después de muerto. Por otra parte el supuesto sobrino es un serial
killer que no duda en eliminar a cualquiera que se le cruce en el
camino, caso del auténtico Sidney, o del infortunado Tommy asesinado
asimismo por el psicópata. El desencadenante del asesinato en el
relato original no es otro que el ojo velado del viejo. Ese ojo que,
según el sobrino, lo vigila y lo vuelve loco. En el telefilme este
elemento no es más que un accesorio para incidir más aún en la
sordidez y miseria de Thorbor. En la versión argentina fue el propio
realizador el que encarnó el papel del sobrino asesino. Los dos
actores principales, Menta y Galiana, dan lo mejor de su repertorio
haciendo un memorable trabajo actoral tanto al mostrar al viejo
avariento como al tranquilo Sidney, posteriormente violento asesino.
La música de Waldo de los Ríos, autor de prácticamente todas las
partituras de la serie, contribuye a crear un clima opresivo y de
terror que beneficia el conjunto.
La siguiente adaptación de Edgar Allan Poe, aunque realmente la
primera encuadrada en Historias para no dormir, es el relato
de corte macabro titulado El tonel. Este episodio, emitido el
4 de marzo de 1966, basa su guión en el cuento La barrica de
amontillado. Peñafiel traslada la acción de Italia a Francia y
el escenario del Carnaval a una fiesta de la vendimia. La historia de
la venganza permanece como motor del guión, pero mientras que en el
original se trata de lavar el honor del insulto, aquí se trata de
vengar el honor marital de un marido despechado y engañado.
Además se incorpora un elemento nuevo al castigo, que en este caso
resulta doble pues tanto la adúltera como el amante quedan a
merced de la venganza del vinatero. La historia está protagonizada
por Antonio Casas y una jovencísima Gemma Cuervo. Peñafiel cambia
el final al añadir una escena en la que aparece Gemma Cuervo que
permanecía muerta en el interior de la barrica de amontillado. Así,
los dos amantes quedan encerrados para siempre tras el muro.
El 25 de marzo de ese mismo año se emite El pacto, versión
televisiva de La verdad sobre el caso del Sr. Valdemar. Lo
protagoniza su padre, Narciso Ibáñez Menta y un joven Manuel
Galiana que interpreta a Valdemar. La historia es ampliamente
conocida y narra el extraño poder que ejerce un mesmerista
sobre un joven enfermo. En una atmósfera opresora, este personaje
intenta procurar sosiego a un moribundo. Pero los efectos de esta
técnica de hipnosis provocarán algo insólito y fantástico: la
preservación de Valdemar de la muerte. En efecto, el personaje
mientras que está hipnotizado no puede morir y sólo cuando es
despertado, pese a sus ruegos porque esto no se haga, se descubre que
llevaba varios meses muerto al descomponerse y convertirse en «[…]una
masa casi líquida de repugnante… de aborrecible putrefacción.»
La adaptación de Peñafiel se divide en dos partes diferenciadas. En
la primera, que no tiene ninguna relación con la historia de Poe, se
presentan los personajes y, a través de uno creado ex profeso, se
presentan las teorías del mesmerismo y de sus posibilidades. El
fracaso del experimento permite que en la segunda parte se perfile la
adaptación más fiel del cuento. La actuación histriónica de
Ibáñez Menta hace que el resultado final no esté conseguido. Si
bien se respetan algunos de los aspectos más básicos de la
historia, su desarrollo y resolución están menoscabados sobre todo
por la escasez de medios dispuestos. Tal fue así que el mismo
programa sería objeto de una nueva versión varios años después
esta vez con el título de El caso del Sr. Valdemar. Se dio la
circunstancia de volver a contar con prácticamente el mismo plantel
de actores que en la primera versión, siendo esta vez la actuación
de Menta mucho mas comedido. Este segundo guión sigue fielmente el
primero, siendo claramente una copia plano a plano y escena a escena,
aunque redada esta vez en color.
El
Cuervo fue un homenaje a Poe dentro de la serie. El gran
atractivo y la admiración al autor que profesaba Ibáñez le llevo
a realizar un biopic del autor norteamericano. El episodio se emitió
el 29 de diciembre de 1967 y la protagonizó Rafael Navarro que ya
había participado en otros episodios. En una parte de ella el
protagonista narra parte del cuento El Cuervo mientra que deambula
por diversas editoriales y revistas intentando que éste se publique
sin conseguirlo. No es una historia con contenido fantástico pero su
inclusión en este estudio se hacía necesaria al tratarse de la
recreación de la vida de uno de los maestros del cuento tenebroso y
macabro. La crítica fue excelente y la serie salió reforzada
después de su emisión. Enrique del Corral, crítico de televisión
de ABC, decía
«El amplio registro histriónico del señor Navarro vibro
entusiasmándonos. Es difícil superar su creación. […] “El
cuervo” nos pareció, incluso, una lección de cómo narrar en
imágenes, como fundir, como encontrar rácores y utilizarlos para
evitar el salto el “freno” narrativos, el tartamudo de la oración
gráfica»
Por
último tenemos una adaptación macabra titulada La Promesa
que se emite el 26 de enero del año 1968. Está basada en El
entierro prematuro, un cuento de Poe que incidía en el horror de
ser enterrado aún con vida. Peñafiel sólo toma esta premisa para
convertir el telefilme en otra cosa completamente diferente.
Efectivamente está presente el terror al enterramiento en vida, pero
el desarrollo y el final no tienen nada que ver con lo escrito por
Poe. Si se conserva el valor fundamental del miedo a esta muerte
aparente y el temor del protagonista a ser enterrado vivo. Pero ahí
se queda el parecido. Mientras que en el cuento de Poe su angustiado
personaje es un narcoléptico que teme que se le considere muerte, la
versión de Peñafiel hace que el protagonista sea un enterrador que
ha visto algunos cadáveres de vivos enterrados y su miedo es que le
ocurra lo mismo. Para evitar eso hace prometer a su sobrina una serie
de condiciones antes de que sea enterrado por si se trata de una
muerte aparente.
La
promesa firmada por la sobrina consiste en que en caso de muerte de
su tío ella prolongará el velatorio por 3 días y lo enterrará en
un ataúd con tapa de cartón y a escasos centímetros de la
superficie. De esa manera se garantizará la posibilidad de salir de
la tumba en caso de necesidad. El problema es que la sobrina no está
muy dispuesta a aguantar esas condiciones y a continuar siendo la
dueña de la funeraria.
El
clima opresivo que produce Ibáñez Serrador se fija fundamentalmente
en la sobrina desvalida, oprimida por un tío egoísta que sólo
quiere hacer su voluntad sin importarle nada más, una suerte de
Bernarda Alba masculina. Sin embargo la habilidad del guionista va
trasformando a esa dulce muchacha, con una apropiada interpretación
de Paloma Valdés, en una auténtica arpía que es capaz de enterrar
vivo a su tío con tal de librarse de él. Lo que en Poe es un final
feliz, al despertar el protagonista en una litera en lugar de una
ataúd, aquí es un desenlace terrible que acaba con el tío arañando
la tapa del ataúd.
4. Otros autores
Ibáñez
Serrador adaptó a otros muchos autores además de utilizar guiones
propios u originales de autores españoles. Ray Bradbury,
Eugene O´Neill, WW. Jacobs, Robert Bloch o
Fredric Brown entre los extranjeros y Jiménez del Oso o Carlos Buiza
entre los españoles.
Dos títulos son los que se reflejan en este estudio por su
importancia y por su inclusión nítida en el fantástico.
El primero de ellos es La
zarpa, emitido el 3 de noviembre de
1967 con Tomás Blanco, Irene Gutiérrez Caba y Manuel Galiana como
principales protagonistas. El episodio es una adaptación del relato
La garra de mono
escrito por W.W. Jacobs. El guión de Peñafiel es bastante fiel al
relato original, si bien se permite algunas licencias
cinematográficas. Nos encontramos con un argumento de las mil y una
noches4
en el que el genio de la lámpara está sustituido por el amuleto de
la garra de de un mono. Ésta concede tres deseos al que la porta,
pero estos deseos siempre tienen una contrapartida desagradable. El
realizador comienza presentando a los espectadores una taberna
oriental donde las danzarinas ejecutan la danza del vientre. Así se
refuerza la ascendencia oriental del relato e introduce al espectador
en la trama del amuleto. La acción cambia de escenario y se traslada
al Reino Unido donde la familia White recibe la llegada de un
pariente llegado de la India. Éste militar les narra la historia de
la garra de mono y los poderes que parece tener. Desesperado tira la
pata al fuego y posteriormente se suicida ahorcándose. Este pasaje
no está contemplado en el relato original pero su inclusión
proporciona un dramatismo adicional. Los White aprovechan los deseos
solicitando 200 libras para terminar de pagar la hipoteca. El deseo
se cumple pero a costa de la muerte de su hijo, ya que el seguro de
accidente paga esas doscientas libras. La madre, una genial Irene
Gutiérrez Caba, pide la vuelta a la vida de su hijo y esto ocurre
pero vuelve a la vida destrozado tal y como quedo al ser aplastado.
Incapaz de soportarlo el tercer deseo será que vuelva de donde vino.
Para
la realización del episodio se contó con los magníficos actores ya
nombrados destacando entre ellos el papel de Gutiérrez Caba, una
madre angustiada y horrorizada por lo que ha hecho. El realizador,
con mucha habilidad, oculta la forma del hijo una vez resucitado.
Sólo podemos vislumbra el horror a través de la cara de la madre,
alucinada y horrorizada. Es curioso como en el imaginario colectivo
se aseguraba haber visto el cadáver andante de Galiana. Esto nunca
ocurrió pues son solo sus pies los que aparecen en escena. Ibáñez
Serrador comentó que «casi al final
del relato, cuando el matrimonio abre la puerta porque el hijo
regresa del cementerio, muchos, muchos me juraron haber visto a
Manolo Galiana; y hasta hubo quien me dio detalles de la putrefacción
en su cara y de los gusanitos que anidaron en su pelo»
Las modificaciones introducidas por el guionista crean una escena
ausente en el cuento consistente en una charla entre el hijo y el
militar acerca de sus aventuras en la India.
El
muñeco, última de las historias que se reflejan en este estudio,
fue emitida el 1 de abril de 1966 y parte de la base de dos relatos
de autores distintos. Por una parte está la novela corte Otra
vuelta de Tuerca5,
de Henry James, y Dulces para esa dulzura6
de Robert Bloch.
La
base del guión es el relato de Bloch. Prácticamente está narrada
toda la historia siguiendo las pautas del autor. Los personajes
principales, el padre –Ibáñez Menta-, el tío Fernando Delgado y
la hija Teresa Hurtado, están esencialmente igual que en el relato.
De James se incorporan dos elementos como son la institutriz que
aparece en la primera parte, interpretada por Maribel Martín, y la
fantasmal aparición de la su primera institutriz muerta, o al menos
su presencia. Las alteraciones de la conducta de la niña son el
problema con que se enfrenta su padre que solicita ayuda a su
hermano. Éste, contempla como el padre está desquiciado pensando
que su hija es una bruja y que está ejerciendo algún tipo de
hechizo sobre él que le provoca grandes dolores. El brusco final
será la prueba de que esto resulta cierto.
Como
es habitual, Chicho se vale de su padre para uno de los papeles
estelares dando a Fernando Delgado el otro protagonismo. Dos actores
que interpretan de manera muy efectiva sus respectivos papeles no
siendo lo mismo la actuación de Teresa Hurtado, demasiado mayor para
el papel que se le atribuye, aunque en aquella época tuviera 19
años. Realmente resulta extraño verla vestida de esa manera y
comportarse como una niña pequeña. Probablemente el resultado final
hubiera sido más ajustado si se hubiera proporcionado el papel a una
niña de diez u once años. La nana que creó Waldo de los Ríos para
este capítulo es una pieza que produce un desagradable desasosiego
al que la escucha. Desde luego se ajusta al clima del episodio y
contribuye a la eficacia del mismo creando un clima de terror y
perturbación difícil de explicar.
5.
Conclusiones
Jaime de Armiñán opinaba lo siguiente (Díaz 1994, 113):
«Chicho Ibañez Serrador creo que ha sido el realizador mas
grande que ha tenido nuestra televisión: desde El asfalto hasta
historias para no dormir pasando por el maravilloso Un, dos, tres, un
ejemplo rotundo de lo que debe ser la televisión. Es una persona de
televisión hecha para televisión. »
Desde
luego la apreciación es contundente y no deja lugar a
interpretaciones, y sin embargo yo no diría que es totalmente
cierta, o al menos me parece excesivamente entusiasta. Es cierto que
revolucionó la manera de hacer las cosas en TVE. Su experiencia en
Argentina fue vital para desarrollar las Historias para no dormir.
Hay que reconocer la increíble habilidad del director y guionista
para poder vender una y otra vez el mismo producto. Muchas de sus
adaptaciones en España parten de guiones previamente concebidos y
realizados en Argentina. La estabilidad que le proporcionó TVE le
permitió consolidar su faceta de creador al poder disponer de más
tiempo para desarrollar sus ideas que culminarían con el enorme
éxito del concurso 1,2,3 responda otra vez.
En su
faceta de adaptador como Luis Peñafiel, buscó siempre historias
clásicas y, singularmente, fáciles de adaptar al medio. Sus
conocimientos como realizador le permitieron ver cuales de esas obras
podían ser llevadas a TVE sin problemas de presupuesto. Poe fue uno
de sus preferidos debido, sospecho, a su parquedad de escenarios y de
personajes a incluir en sus cuentos. Pero si esta premisa última, la
parquedad, no existía en el original Peñafiel la sustituía por
otro escenario más íntimo y solucionaba el problema.
Chicho
Ibáñez Serrador fue un habilidoso e imaginativo artesano que llevó
a toda la España de los 60 por los caminos de la imaginación y de
lo fantástico. Un camino que ningún otro director o guionista ha
vuelto a recorrer de ese modo en la televisión española. Tuvo la
habilidad de utilizar una y otra vez las mismas historias en varios
formatos y épocas: Argentina, España y otra vez en Argentina,
además de utilizar las mismas historias para su programa radiofónico
Historias Para Imaginar. En definitiva, Chicho pudo ser
nuestro George Lucas particular por su increíble habilidad de vender
una y otra vez el mismo producto sin que los espectadores lo notaran.
BIBLIOGRAFIA
DIAZ, Lorenzo. La
televisión en España 1949-1995. Alianza Editorial. Madrid
1994
DIAZ, Lorenzo. 50
años de TVE. Alianza Editorial. Madrid 2006
GALÁN, Elena. Los
cincuenta años de Televisión Española. Proyecto de
Investigación del MEC, n 3962: "Cultura, sociedad y televisión
en España (1956-2006)”
MARTÍN-FERRAN,
Manuel. «TVE 50 años. El primer programa». ABC
(28/10/2006)
MERELO, Alfonso.
Fantástica Televisión. Grupo AJEC. Granada 2007
NOTAS
1
Los títulos de estas películas fueron: La
habitación del niño (Álex de la
Iglesia), Para entrar a vivir
(Jaume Balagueró), La culpa
(Narciso Ibáñez Serrador), Cuento de
navidad (Paco Plaza), Adivina
quién soy (Enrique Urbizu), Regreso
a Moira (Mateo Gil)
2
Este relato fue incluido en el libro de Brown
Nightmares and
Geezenstacks editado
en 1962 por Corgi Books.
4
En el relato original la señora White dice en
referencia a la garra «-Parece de Las
mil y una noches -dijo la señora White. Se levantó a preparar la
mesa-. ¿No le parece que podrían pedir para mí otro par de manos?
»
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