EL AUTOR
Pío Baroja y Nessi nació
en San Sebastián en 1872- y falleció en Madrid en 1956. Perteneció
a la Generación del 98 junto con otros ilustres escritores y
artistas de los que en estas páginas hemos mencionado algunos. Su
familia, de rancio abolengo en el País Vasco, siempre estuvo
relacionada con el periodismo, fundando varios periódicos en San
Sebastián.
Fue el tercero de tres
hermanos y su formación universitaria pasó por una licenciatura en
medicina y ejerció como médico en Guipuzcoa. Pero esta profesión
nunca le gustó y mas pronto que tarde se decantó por la literatura.
Se desplaza a Madrid para intentar vivir de sus escritos y, allí,
regenta una panadería que pertenecía a su tía materna. –Los
compañeros de letras se metían con él diciendo que Baroja tenía
mucha miga-. En Madrid colabora con periódicos y revistas y
políticamente renuncia al nacionalismo vasco posicionándose a la
derecha más clásica y reaccionaria.
Publica su primer libro
en 1900, Vidas sombrías, con el que obtiene un relativo éxito
de público y crítica, como la de Unamuno, Azorín o Galdós. Fue
periodista en el norte de África, aunque prefiere el clima del
norte. En 1936, después del golpe de estado de Franco, se refugia en
Francia huyendo de las “represalias” republicanas. Se establece
en Francia y vuelve varias veces durante la guerra a las zonas
dominadas por los franquistas donde escribe artículos en contra de
la República y de los políticos republicanos. Muchas de sus obras
son temáticamente adscritas al País Vasco y sus costumbres y modo
de hacer y vivir.
LA REPUBLICA DEL AÑO 8 Y LA
INTERVENCIÓN DEL AÑO 12
“Con
la muerte de Sagasta, el Partido Liberal, como antes el conservador
al morir Cánovas, quedó sin orientación y sin plan”. Así da
comienzo Baroja su relato La República del año ocho. Su
ficción periodística parte de la premisa real de la muerte de
Práxedes Mateo Sagasta unos meses antes debida a una infección
pulmonar. Con este acontecimiento se pergeña una historia de un
futuro posible pero improbable. La prospección a futuro de un
escenario realmente novedoso es lo que hace a este relato merecedor
de crédito y análisis. En el artículo, o relato más bien, se
utilizan algunos de los tics del género, aunque aplicado casi
exclusivamente a la política. La sociedad resultante de estas
opciones políticas es tratada de puntillas sin profundizar en lo más
mínimo.
Lo que nos trae a
considerar este artículo como ficción prospectiva es su manera de
narrar la historia futura. En esta narrativa Baroja usa los recursos
de la ciencia ficción más comunes y reconocibles. Realmente esta
haciendo un relato de ciencia ficción, está manipulando la historia
o mejor dicho inventándola, pero utilizando una prospección futura
plausible y basada en lo que la historia le proporciona hasta el
momento. Sus profundos conocimientos de la política nacional son
utilizados para imaginar un futuro de España.
El artículo-relato se
publica el 20 de diciembre de 1903 en el periódico Alma Española.
Según se cuenta en el mismo, la inestabilidad del gobierno lleva a
unas elecciones generales en 1906 que demuestran que la mayoría de
los españoles, “masa neutra” la denomina, son republicanas.
Pese a los esfuerzos de los conservadores de Canalejas, los partidos
republicanos obtienen 50 diputados, con lo que se acaba con el
bipartidismo sucesorio de liberales y conservadores. Los republicanos
sólo obstaculizan al gobierno y este dimite. En 1907 los monárquicos
sólo piensan que la salvación de España está en un golpe de
estado –cosa que sucedería realmente con la dictadura de Primo de
Rivera-. En el país hay una gran agitación: carlistas y anarquistas
intentan su particular revuelta.
Aprovechando la
inestabilidad del gobierno Francia invade Fez y las cábilas de
Abackzen toman Melilla y pasan a cuchillo a todos sus habitantes. En
algunas ciudades se rebelan sus guarniciones como en Cádiz o
Zaragoza. Las nuevas elecciones traen más inestabilidad y el estado
se hace ingobernable, pero ya es una República al poder elaborarse
una Constitución –nada se dice sobre el destino del rey-. En 1912
se produce un golpe de estado en el que el general Weyler declara el
estado de sitio y se propone pacificar España por las armas. Francia
posiciona su flota frente a Barcelona y Mahón y la escuadra inglesa
hace lo propio en Cádiz y Arosa.
Aquí acaba el relato,
no muy grato desde luego, para continuar con una soflama de Baroja
hacia lo que considera peligroso. Cree que España irá a la deriva
y se producirá ese caos. Su solución es muy clara y así la expresa
“…una Dictadura inteligente. Eso es lo que se necesita aquí y
ahora”.
Es evidente el sesgo
ideológico de Baroja aunque eso no nos debe importar a la hora de
analizar su texto. El escritor utiliza lo que, más adelante se
denominó ciencia ficción admonitoria. A través de los recursos
literarios plantea un escenario diatópico imposible para el lector.
La sucesión de calamidades en España, muy bien hiladas por cierto,
producen ese efecto contrario en el lector que rehúye la posibilidad
de que un escenario republicano sea conveniente o siquiera deseable.
Una técnica empleada por los escritores de ciencia ficción desde
sus comienzos y en todas sus temáticas, desde la ecología, hasta el
miedo a la tecnología pasando por las sociedades distópicas
clásicas. Y este relato es una distopía de las mas clásicas aunque
trascurra en un tiempo próximo a su escritura, apenas 9 años en el
futuro.
En realidad, como todos
los distópicos, el autor intenta advertir a sus lectores de la
posibilidad de vivir en una sociedad de ese tipo, que se aproxima
mucho a la anarquía violenta. España era en esa época una nación
muy inestable con una gran lacra que la atenazaba como fue la de la
pérdida de las colonias de ultramar –además del inmovilismo, la
falta de educación y el caciquismo que imperaba en casi todo el
país-. No hay que olvidar que Baroja pertenece a la Generación del
98 y este movimiento se caracterizó sobre todo por le pesimismo en
la posibilidad de que España pudiera salir adelante y mejorar. Es
este el caso del relato que trasluce una falta de fe absoluta en el
pueblo español, al que se describe como incapaz de ponerse de
acuerdo ante un destino común. Tomen ustedes nota de lo que se
pensaba en 1903 y lo que se está pensando en la actualidad. Curioso
paralelismo.
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