Emilio Bueso
Conocí
personalmente al autor en la convención Hispacón de Sevilla cuando sólo había
publicado una novela titulada Noche
cerrada. Con ese primer vuelo,
como lo denominaban en Nueva Dimensión, consiguió atraer mi atención al tratar
un tema como el de la guerra civil de una manera muy distinta a lo ya leído y
visto. Recuperando esquemas lovecraftianos, consiguió un interesante relato de
terror. Su siguiente novela Diástole no llego a conmoverme igual que la primera
pero llegó Cenital, y ese cambio de registro, y volvió a engancharme a su
lectura. Ese mundo post apocalíptico, tan increíble como verosímil, supuso una
consagración en el panorama literario de la ciencia ficción y fantasía de
factura patria. Bueso es ya un referente de la literatura de género al que hay
que seguir de cerca.
Ahora presenta
su cuarta novela con una vuelta, relativa, al terror con trazas de Lovecraft
–que ya usó en su primera novela-. Bueso consigue una vez más crear un ambiente
y un relato del que no se puede decir que sea vulgar. No lo es. La novela tiene
su reconocible estilo, su forma de narrar muy cortada, con frases cortas y su manera
de crear un ambiente insano y perfectamente reconocible aunque se trate de un
lugar tan lejano como la trans-taiga canadiense. Si alguno de ustedes ha leído
los tebeos de Alpha Fligth, en la etapa de John Byrne, reconocerán el
escenario; si en la novela hubieran aparecido Sasquatch, Shaman o Lobezno no me
hubiera sorprendido nada. Pero no es una novela de superhéroes. Es una novela
de misterio, de misterio terrorífico, y también, en una de sus partes, una
road-novela, si es que existe esa etiqueta.
La novela
tiene diferentes tramas que han de convergir necesariamente en uno sólo. La
aventura es el foco principal que ilumina toda la novela. Aventura que
comienzan dos moteros, expareja en vías de reconciliación, que circulan por esa
carretera canadiense casi desértica. Aventura que también viven un padre y un
hijo, astrónomos aficionados, que al observar una aurora polar más intensa que
las demás descubren que la alteración energética ha destruido muchos de los
satélites de comunicaciones.
El encuentro
con unos narcotraficantes, que trafican en cosas “muy raras”, de los dos
moteros hará que sus aventuras se precipiten, entre otras cosas para salvar sus
vidas. Mediante los recuerdos de Mac y Perla, iremos leyendo sus vidas
anteriores a la aventura en moto y cómo y porqué han llegado a lanzarse a la
carretera. Pese a que todo nos indica en el texto que vamos a tener una
sorpresa final, que el autor nos está llevando de cabeza hacia ella y que
estamos avisados de que todo va a unirse, cuando llega este final no sorprende
como debería. El puzzle está demasiado forzado y es posible que nos planteemos
la relativa credibilidad del mismo. Son demasiadas cosas las que convergen en
los capítulos finales.
Ciencia
ficción: sí. Terror: también. Aventura: mucha. Ya digo que esto puede parecer
excesivo, pero esta es, en esencia, una novela de aventuras, y como tal
plenamente disfrutable. ¿Es la mejor de Emilio Bueso? No diría yo tanto, porque,
seguramente, la mejor está por escribirse.
Publicado previamente en ScifiWorld
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