La libertad
interminable
Joe Haldeman.
Edhasa.
Con un gran retraso, de nada
menos que 14 años, se publica en España, de la mano de Edhasa, la continuación
directa de la ya mítica y clásica La Guerra Interminable escrita por Joe
Haldeman en 1974. En esa apasionante novela, Haldeman traspolaba su experiencia
de soldado en Vietnam a una guerra en el espacio entre la humanidad y una
civilización denominada Taurina. La incapacidad de comunicarse entre las dos
razas ocasionó la guerra y sólo cuando fue desarrollada una conciencia única
entre humanos clónicos pudieron llegar a
comprenderse y a terminar con la guerra.
En esta novela Haldeman nos sitúa
veinte años después del final de la primera. Los protagonistas, Wilson Mandella
y Marygay Potter, viven con sus hijos en Dedo Medio, un planeta bastante
desagradable con un invierno terrible. El Hombre y El Taurino creen que deben
preservar la variedad genética de los humanos y mantener a los últimos humanos
en condiciones de procrear. La disconformidad con la vida en el planeta y los
enfrentamientos directos con Hombre hace concebir a los humanos, veteranos de
la guerra, un plan para robar una nave espacial y volar en un viaje relativista
para volver miles de años después y ver como ha evolucionado todo. Pero el
viaje se complica y… no puedo adentrarme más en la trama para no desvelar nada
más y privarles de las sorpresas que el autor nos ha preparado.
Es indudable que la comparación
con la primera parte es lo primero que el lector va a hacer. Y, seguramente, saldrá
perdiendo esta nueva novela en detrimento de la primera. Pero sería del todo
injusto compararlas punto por punto ya que ambas comparten sólo los
protagonistas y un escenario similar. En todo lo demás son completamente
diferentes. Centrándonos en La libertad
interminable hay que comentar que se trata de un space opera más comedido
que su predecesora en la que nos encontramos como tema fundamental la
imposibilidad de comunicación entre diversas inteligencias. Si la guerra
interminable se produjo precisamente por la incomprensión entre dos razas, en
este caso se vuelve a repetir la premisa porque los humanos supervivientes y el
Hombre, además de los Taurinos, no comparten una misma comprensión. Sus
objetivos son completamente diferentes y eso provoca choques entre las dos
sociedades. Mandella y Marygay se encuentran estancados sin esperanzas en este estado extraño. La
decisión de abandonarlo y lanzarse a la aventura es consecuente con el
desarrollo de las personalidades de los protagonistas que ya observamos en la
anterior entrega.
La aventura, y es una pena, se
complica en el último tercio de la misma sin que lo ofrecido sea coherente con
el original entorno de amabas novelas. El final es un tour de force que, a mi
juicio, parece incoherente con el universo creado. Es una solución de deus ex
machina que resulta graciosa, eso sí,
pero que a mi me ha defraudado. Pese a
este final abrupto, la novela es interesante de leer, aunque es
recomendable haber leído antes la novela de la que es continuación.
Rafael Marín, traductor de este
libro, ha respetado la nomenclatura de la anterior traducción incluyendo la de
taurinos, que a mi siempre me ha resultado bastante rara por la identificación
de la palabra con los aficionados a los toros. En el original la raza extraterrestre se taurons.
¿No habría sido más correcto traducirlos por taurones o tauranos? En fin, cosas curiosas del mundo editorial.
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