JAMES
WHALE, EL PADRE DE FRANKENSTEIN
Juan A. Pedrero Santos
ISBN: 978-84-96235-37-3
Páginas: 288
Precio: 24 EUR
Es de rigor
que en esta revista comentemos una de las más interesantes novedades en el
terreno del ensayo que ha sido publicada en fechas recientes. Se trata del
libro que Juan A. Pedrero Santos ha dedicado a la figura de James Whale. Whale
fue el cineasta que “descubrió” para el gran público al Dr. Frankenstein. Han
pasado 80 años desde que se estrenara la película de la Universal dedicada al
famoso doctor y el icono de la criatura, el monstruo, ha permanecido incólume
con la apariencia que le diera Boris Karloff. Así que puede decirse sin género
de dudas que Whale fue “el padre de Frankenstein”, lo que coincide con el
subtítulo de este libro.
Es lamentable
comprobar que en este mundo en que vivimos trascurre todo tan rápido que los
estrenos, ya sean cinematográficos o literarios, desaparecen de las pantallas y
de las estanterías a tal velocidad que parece que nunca han estado allí. Las
cosas se hacen “viejas” en cuestión de semanas y pocos saborean el intenso
placer de recuperar antiguos “clásicos” de la literatura o del cine. Y eso es
un terrible error, porque es el pasado el que ancla nuestro presente y nos
catapulta hacia el futuro. Las generaciones actuales desconocen, en general, lo
que otros aportaron en tiempos no tan antiguos y eso les hace creer que sólo lo
último es aceptable. Por eso, un libro como el que ha escrito Pedrero Santos
resulta de lectura cuasi-obligada para el
cinéfilo, el aficionado al fantástico
o para cualquier otro lector que
quiera profundizar en alguno de los grandes mitos del género creados en la
época del Hollywood dorado. La (re)visión rigurosa de estos escenarios a través
de la palabra, y de la obra original, hace que lo que la oferta actual de cine
se nos antoje ya vista y agotada en la mayoría de las ocasiones.
Formalmente
este volumen es todo un lujo para la vista. Su realización es impecable –papel,
maquetación…- , con un gran aporte de material gráfico que hace muy agradable
su lectura. Por fortuna el libro contiene también un excelente estudio de la
figura del director que consiguió asustar a las generaciones anteriores. En el comienzo
del libro, Pedrero se concentra en mostrarnos una breve biografía de
Whale, enfocada sobre todo en su etapa primeriza como director teatral y sus
primeros comienzos en el cine norteamericano de la mano del film “Journey's
End”. A partir de ese momento el libro se centra más en la relación técnica del
director con sus creaciones cinematográficas.
Cuatro de sus
películas de género fantástico son analizadas de forma concienzuda y
exhaustiva: El Doctor Frankenstein (1931); El caserón de las sombras (1932), El
hombre invisible (1933) y La novia de Frankenstein (1935). De todas ellas
conoceremos el entramado de su producción, los problemas de rodaje con los
actores y productores y, en una disección casi entomológica, la narración escena
a escena de las cuatro películas que hemos nombrado. Pedrero se explaya en la
última de ellas -tal vez excesivamente y es de las pocas pegas que puedo
reseñar-, sin duda su favorita, para narrarnos todo lo que el filme representa,
de manera que es difícil resistirse a un nuevo visionado. Además podremos tener
atisbos de los “cotilleos” que generaban todos los “stars” de la época. Sus
envidias, sus egos sobrevalorados, sus devaneos y sus pequeñas intrigas
“palaciegas”. En la última parte el autor narra de manera mas sucinta el resto
de su producción cinematográfica, para terminar con un repaso al final de la
vida personal del director, descubriendo otra faceta mas humana ya alejada del
estrellato hollywoodense. Sus amores, sus deseos y su final dejan una visión
final de lo que fue James Whale en vida. Vivió relativamente bien, aceptándose
en una época muy complicada para ser gay,
y murió de manera extraña, pero desde luego nada convencional. El biopic
titulado “De dioses y monstruos” puede dar una idea de la vida de Whale.
El libro se
devora rápidamente gracias a su gran ritmo y a una estructura adecuada. Y, como
es natural, la profusión gráfica alivia al lector que puede tener una visión
más que completa de los filmes y del personaje del que hablamos. “James Whale,
el padre de Frankenstein” es un buen ejemplo de ensayo en el que se siente la
pasión por el personaje, y su obra, por parte del autor. Es, sencillamente,
pasión por el cine.
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