EL CEBO
JOSE CARLOS SOMOZA
Ed. Plaza & Janés. Barcelona, 2010.
488 págs.,
PVP 23,90 €
Los diferentes premios que ha recibido José Carlos Somoza son prueba de que gusta mucho a los jurados de estos premios. Pero Somoza gusta también a los críticos y, mucho mas interesante, también a los críticos especializados en ciencia ficción que lo consideran uno de los mejores autores actuales. No es que esté especializado particularmente en el género, pero si está claro que lo conoce profundamente y que no duda de usar recursos prospectivos para dar forma a sus variadas novelas.
La inteligente Clara y la penumbra fue su primer contacto con el género. Allí experimentaba con la idea del arte “hiperrealista”, consistente en usar seres humanos, mediante entrenamiento, para ser objetos de arte. Con esta premisa de fondo, la historia se convierte en una excelente novela de género negro que no sería tal sin el elemento de ciencia ficción que lo une.
El cebo también basa su trama en la invención, muy original por otra parte, del arte del “psinoma”. La policía mundial ya no es capaz de usar la tecnología para detener a asesinos y psicópatas. Éstos se adaptan tan rápido a las nuevas “armas” avanzadas que las fuerzas de seguridad han desarrollado una técnica, a medio camino entre la psicología y el teatro, que permite capturar al delincuente utilizando sus “filias”. Los “cebos” de la policía son capaces de crear “mascaras” que impulsan al criminal a capturar o a intentar poseer a ese cebo. El resultado es su captura. Diana Blanco es la mejor de los cebos policiales españoles y deberá enfrentarse al reto de captura a un psicópata llamado “El espectador”. Es el mas sanguinario de los asesinos en serie puesto que se recrea en el asesinato manteniendo a sus victimas vivas durante mucho tiempo mientras las tortura.
Esa es la premisa que nos presenta Somoza, que ambienta la acción en un futuro cercano en el que, por ejemplo, en Madrid se ha producido un atentado terrorista que ah provocado veinte mil muertos al detonar una artefacto nuclear. Poco sabemos de ese mundo futuro, pero es mas o menos el actual. No se dedica nuestro autor a mostrarnos maravillosos gadgets de ciencia ficción, pero si que se dedica a fijar esa técnica de “cebo” y los caracteres de sus personajes, significativamente los de los secundarios.
Como en muchas de las obras del autor, la protagonista principal es una mujer de muy fuerte carácter. Es Diana la que lleva la investigación por sus propios motivos, que resultan paralelos a los de la policía. Diana es un personaje de psicología complicada. Ha sufrido grandes presiones de pequeña y “casi” ha sido impelida a ser un cebo. Sus reacciones ante las terribles situaciones a las que se ve sometida son las de una supermujer. Bien es cierto que sus habilidades “psionómicas” le dan un barniz de casi “superheroína” pero se enfrenta a un, o unos, villanos que van mas allá de lo normal y a ellos hay que vencerlos por medios no convencionales. El lector asistirá con horror a ver como uno de los personajes está mas allá de la moral común. Es un terror que penetra dentro de la piel y que no recuerdo haberlo sentido, acerca de un personaje, desde la lectura de “El Niño de los coroneles” de Fernando Marías. A propósito de Diana Blanco afirma el autor:
”Todos mis personajes me han hablado alguna vez y he tratado de conocerlos en profundidad, pero Diana Blanco ha sido a quien más he querido conoce, […] Diana es una persona enormemente sincera, pero en el que todo su mundo es un teatro”.
El cebo es una novela que es puro teatro. Es teatro porque las técnicas de “filiación” son, en esencia, actuaciones teatrales llevadas a un extremo insospechado. Los actores, cuando interpretan, intentan fidelizar al espectador y hacer que éste note sensaciones. Si los actores son los suficientemente buenos los espectadores empatizan con el personaje y pueden llegar tener sentimientos acerca de las situaciones o vivencias de los personajes. Esa técnica de actuación es llevada a su máxima expresión mediante técnicas psicológicas y psiquiátricas que permiten convertir en un absoluto “fiel” del cebo al que las sufre. Teatro y psiquiatría comparten esa nueva tecnología que Somoza recrea de una manera muy creíble. Probablemente sus estudios de psiquiatría y su “filia” por William Shakespeare –su primera obra de teatro se tituló precisamente William- le han facilitado mucho la elaboración de la novela. Porque la técnica ya nombrada usa unas “mascaras” –iconos de filias- que se encuentran en las obras de Shakespeare. El lector, o tal vez el espectador, repasará las principales obras del inglés, mediante las oportunas explicaciones referidas a cada una de las filias. Unas recreaciones, y explicaciones, muy precisas y que dan una idea muy fiel a lo que nos quiere contar acerca de la su técnica inventada.
El cebo, la última novela de José Carlos Somoza, merece una lectura detenida para poder apreciar su complejidad. Es una de las mejores novelas de Somoza, sin duda, y ha de gustar por igual al lector de género o al lector mas “generalista”.
(c) Alfonso Merelo 2010
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