viernes, octubre 07, 2016

CUADERNOS DE CIENCIA FICCIÓN. ALFONSO MARTINEZ RIZO. EL AMOR DENTRO DE 200 AÑOS.





EL AUTOR

Alfonso Martínez Rizo nació en Cartagena el 23 de enero de 1877, según recoge Agustín Jaureguizar pues otros investigadores fijan su nacimiento en la ciudad de Valencia. Fue militar del cuerpo de Ingenieros llegando al empleo de capitán en 1905 y abandonó el ejército en 1912 sin “derecho a pensión ni a uniforme”. Durante la Guerra Civil formó parte como miliciano y corresponsal de guerra de la denominada Columna Azcaso, perteneciente a la República. En diciembre de 1936 regresa a Barcelona conde ocupa una plaza de ingeniero en ferrocarriles. Se le dio por desaparecido y no se sabe bien si murió en 1951 en España o en México pues las fuentes no se ponen de acuerdo en este extremo.

Su filiación política se correspondía al anarquismo, una de las grandes tendencias de la época. Publicó multitud de folletos de divulgación política y colaboró en revistas y periódicos con artículos políticos y sociológicos.

Es destacado dentro del movimiento anarquista por sus ideas avanzadas sobre las ciudades campo, lo que ahora denominaríamos sostenibles. Propugnaba la ciudad de 100.000 habitantes como media y extendida en longitud y no en altura. Para ello concebía una eficaz red de comunicaciones donde los vehículos pudieran deslizarse a gran velocidad, eliminando cruces y otros accidentes que enlentecieran el tráfico.

Su obra de ficción es muy corta y además prácticamente desaparecida en la actualidad. Sus títulos fueron 1945. El advenimiento del comunismo libertario y El amor dentro de 200 años publicadas ambas en 1932. Gracias al doctor Jaureguízar hemos podido recuperar alguno de sus textos de ficción, como el que nos ocupa en este artículo. Esta novela fue objeto de una reedición electrónica - dirigida por Pilar Barba- por parte de la Asociación Española de Fantasía Ciencia Ficción y Terror en 2004.

La primera de las obras es una utopía libertaria de las que abundaban en la época. Se traslada a un futuro cercano la evolución de la sociedad. Curiosamente el autor habla en esta novela de otra que completará a la primera. Se trata de la novela que comentamos aquí, por lo que podemos hablar, más que de una continuación, de un spin off, en nuestra nomenclatura actual.

En 1945 Europa se ha convertido en un ente político dictatorial de corte fascista. El paro está extendido y los obreros subsisten ayudándose entre ellos pues no existe ningún tipo de cobertura social. En España las cosas no van mejor. El gobierno socialista tiene a toda la clase obrera en contra y, por medio de la Confederación anarquista, claramente la C.N.T, se organiza una revolución incruenta que otorga a los trabajadores todos los medios de producción del país. Poco después se producen enfrentamientos con las “fuerzas reaccionarias” –como la guardia civil-, aunque pronto es sofocada esta revuelta. La instauración de esta utopía está dificultada por los que son reacios a trabajar, a los que el autor desprecia. Por fin se resuelve todo con el tan utilizado recurso del sueño del protagonista. Nada ha ocurrido de verdad.


EL AMOR DENTRO DE 200 AÑOS. (LA VIDA SEXUAL DEL FUTURO)

Mientras que su anterior trabajo novelesco puede considerarse una utopía o una anticipación sociológica, lo que ahora podría llamarse género prospectivo, esta novela es puramente ciencia ficción. Contiene muchos de los iconos de reconocimiento que la encuadran directamente en el género.

Se podría decir que la historia es un clásico, pues el personaje protagonista sufre un largo sueño, criogénico que diríamos ahora, y despierta en el siglo XXII en el que la sociedad mundial ha evolucionado hacia unos postulados comunistas-libertarios. Los avances tecnológicos son impresionantes, pero no se quedan atrás la evolución del tejido social y de sus costumbres. En estos postulados sociales es donde Martínez rizo se muestra más contundente. El propio nombre de la novela intuye lo que el lector va a encontrar. Las relaciones amatorias son en esos momentos descritas como totalmente libres. Todo tipo de relaciones, homosexuales, bisexuales o heterosexuales, son aceptadas y forman parte del día a día, más o menos como ahora, pero con un grado de desinhibición digna de los más reputados filmes pornográficos. No existe la fidelidad en el gozo y cada uno puede “liarse” con cualquier otro sin que su acción sea remotamente reprochable. Como es natural, este “libertinaje” choca frontalmente con la educación de nuestro protagonista, Fulgencio Chapitel de nombre, que, pese a ser un liberal, ve que los modos y costumbres le sobrepasan, aunque más rápido que tarde termina adaptándose a ellas. Puesto que existe un severo control de natalidad y eugenésico, para el disfrute del sexo se utilizan anticonceptivos inyectables que evitan los embarazos. Se anticipa en varios años al descubrimiento de los anticonceptivos modernos1.

Aunque este mundo parece el paraíso, al menos en cuanto a la moral sexual se refiere, no es todo perfecto. Casi la mitad de sus habitantes son anarquistas puros, o más concienciados, que rehúyen la tiranía de las máquinas que se han apoderado de todas las parcelas de la vida de los terrestres. Ese maquinismo ha llevado a logros excelsos, pero han pervertido las libertades. Los ciudadanos dedican dos horas diarias a votar asambleariamente casi sobre cualquier cuestión, aunque sólo disponen de 5 votos afirmativos y cinco negativos cada día. Haciendo un excurso diré que Podemos –esa formación política tan atacada- no ha inventado nada que no se hubiera puesto en valor anteriormente. Eso sí, la comunicación directa de los ciudadanos con los “ordenadores centrales” se efectúa por medio de un aparato similar a un mando a distancia –invento que le vendría como anillo al dedo a la formación política antes nombrada-. Los anarquistas son los que se abstienen en este tipo de votaciones. Nuestro autor vierte en estas actitudes su querencia acerca de anarquismo que considera el mejor de los sistemas políticos de convivencias, superando el comunismo, quizás un paso necesario pero nunca un fin en sí mismo.

Existe un mecanismo corrector de cualquier tipo de desviación; es el llamado fulminador. Ese aparato lo llevan todos los ciudadanos y permite, cuando es utilizado por un número crítico de personas, el desintegrar a un ciudadano concreto concentrando múltiples rayos de luz en él. Es el ostracismo llevado a su último extremo. Este aparato se convierte en un arma eficaz para los ciudadanos que les permite castigar a sus políticos o a personas indeseables.


Martínez Rizo, como ingeniero militar que era, utiliza sus recursos científicos para extrapolar una serie de ideas tecnológicas al futuro. La televisión era un proyecto en su época y él la incorpora como un elemento generalizado. La energía nuclear es la fuente energética que se utiliza fundamentalmente. La robótica y la informática también tienen su reflejo en el texto. Los ciudadanos disponen en sus casas de acceso a través a la “Fotofonoteca Central de cualquier información almacenada en ella y puede ser reproducida en el aparato audiovisor. Si esto no es un embrión de Internet desde luego tiene un gran parecido. Es notable la utilización de un sistema de posicionamiento geográfico para las “estereonaves” es un GPS primitivo:

«En el marcador telecinésico de la estereonave señaló sucesivamentelas
cifras correspondientes a Sevilla: primero el 0, por tratarse de Europa, luego el 5, por tratarse de España; la región andaluza sabía que era la 7ª; después, tratándose de la capital, tanto en la comarca, como en el distrito y en la municipalidad, marcó tres ceros más. »

Otros referentes a la ciencia ficción son los autómatas, el ejército está compuesto por soldados autómatas o los viajes espaciales. En ese futuro se ha descubierto que Venus y Marte están habitados por seres inteligentes y con una mayor tecnología que la terrestre. Sin embargo, Martínez pasa de puntillas por estos extraterrestres y sólo nos perfila una pequeña muestra de su inventiva. Si se explaya más en el tema de los robots pero para crear un paralelismo con los soldados de su época y la sinrazón de que éstos obedezcan cualquier orden sin cuestionarla.

Agustín Jaureguízar comenta:

«[…] no se puede negar que toda la novela está impregnada de un dulce perfume feminista. En la novela anterior, 1945, dedica ya un capítulo al desnudismo y la homosexualidad en Montjuïc, intitulado Libídine, donde adelanta que los residuos del pudor convencional burgués desaparecerán al desaparecer el capitalismo. Estaba preocupado por el tema, pues dedicó a él un librito Traficantes de carne de mujer, y un folleto de título elucidatorio, Sexualismo: la prostitución es el efecto más repugnante del capitalismo.»

La eugenesia ha conseguido una raza más bella y uniforme, sin enfermedades ni taras. Pero esto no convence a todos y los anarquistas puros se rebelan primeramente destruyendo las máquinas de votar y después pasan a una violenta revolución, en la que participa nuestro protagonista. Al final la sociedad echa abajo el maquinismo tiránico y queda instaurada una utopía anarquista.

1 La noretisterona, compuesto activo del primer anticonceptivo oral, se sintetiza en 1951 y se comercializa como píldora poco después.

miércoles, septiembre 07, 2016

CUADERNOS DE CIENCIA FICCIÓN. ANGEL GANIVET. LAS RUINAS DE GRANADA (ENSUEÑO)





Siguiendo con nuestra historia de la ciencia ficción española, nos paramos ahora en la figura de Ángel Ganivet. Como ya se ha visto a lo largo de estos artículos, muchos de nuestros más famosos literatos del XIX y de principios del siglo XX hicieron incursiones en el género de manera tangencial. Este es el caso que nos trae este mes a ScifiWorld con el relato titulado Las Ruinas de Granada.

EL AUTOR

Ángel Ganivet García nació el 13 de diciembre de 1865 en Granada y murió el 29 de noviembre de 1898 en su segundo intento de suicidio, ahogándose en el río Dvina en Riga (Letonia).
Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, recibiendo el premio extraordinario. En Madrid se doctoró en Letras y obtuvo la licenciatura en Derecho. En 1892 obtiene la plaza de Vicecónsul de España en Amberes y comienza a escribir artículos en el periódico El Defensor de Granada, que se convertirá en su medio de publicación.
El profesor Orringer mantiene la siguiente opinión:

«[…]es uno de los pensadores finiseculares más enigmáticos y, a la vez, más inspirados sobre el tema de la esencia de su país. Su obra más reeditada, el Idearium español (Granada, 1897), acompañó a muchos intelectuales a la Guerra Civil y al exilio, les ofreció consuelo y les explicó las causas del conflicto. […] se le ha supuesto casi siempre un dogmático, cuando de hecho poseía una inteligencia escindida, que le impulsaba a afirmar ora una posición, ora su contraria. ¿Pertenecía Ganivet a la llamada "Generación del 98"? O, puesto que se suicidó antes de la publicación de las primeras obras maduras del 98, ¿sólo merece el nombre de "precursor" del mismo?»

Fuera o no un autor perteneciente a la generación del 98, si que parece claro que en sus textos subyace esa melancolía por lo que fue y es poso amargo de lo que se había convertido España a finales del siglo XIX. Ganivet representa muy bien el desengaño social de la época.

LAS RUINAS DE GRANADA

Ganivet fue un admirador de su tierra. Su Granada natal le atraía y le cortejaba como una verdadera amante. La mayoría de sus artículos se publicaron en el periódico local y en muchas ocasiones fueron referidos a su ciudad.

En el texto que comentamos en este artículo la protagonista es la ciudad de Granada, pero una ciudad que pervive en el tiempo, que se manifiesta como un lugar mítico y maravilloso. Ganivet sitúa su acción en un futuro situado unos 3.000 años en el futuro. España ha desaparecido como país y las grandes ciudades, se cita Londres, han desaparecido y son objeto de investigación arqueológica. De hecho los dos protagonistas son por una parte un arqueólogo y por otra un poeta. El primero de ellos invita al poeta a visitar las ruinas de Granada a lo que el poeta acepta con placer ya que “hace tiempo, mucho tiempo, que deseaba ir a aquel misterioso rincón de la antigua España. Si yo soy poeta, soy el poeta de las ruinas.”

La humanidad ha evolucionado notablemente y para viajar usan unos “entrañables” aeróstatos my veloces que comunican el mundo. Los dos protagonistas deciden viajar hasta la ciudad sin detenerse antes en las ruinas de Londres. Pasan por Paris y arriban a una Granada muerta. Fue destruida «por un volcán de nueva formación, que al romper la corteza terrestre y lanzar su lava acostumbrada, no dejó tiempo para huir, por lo inesperado del fenómeno y por la rapidez con que todo lo arrasó, desde las faldas de la Sierra Nevada hasta el mar. Así, al reaparecer Granada, se nos ofrece algo nuevo en el mundo, el espectáculo de una ciudad muerta, con todos sus habitantes muertos, en el mismo estado en que se hallaban en el instante preciso de la erupción. Yo no imagino que pueda ofrecerse a la contemplación del hombre nada más grande y original. »

Hay un curioso ingenio que ayuda al poeta a desgranar sus versos. Se trata de un aparato que se denomina ideófono. Ese artilugio conecta directamente con la mente y es capaz de verbalizar las ideas. De esta manera el poeta inmediatamente declama los versos imaginados en honor a la difunta ciudad a través del artefacto:

Qué silenciosos dormís,
torreones de la Alhambra.
Un sueño de largos siglos
por vuestros muros resbala.
Dormís soñando en la muerte,
y la muerte está lejana.

La cuidad de Granada desapareció bruscamente debido a la actividad volcánica. Por eso los dos viajeros descubren una especia de cueva donde hallan 4 momias del remoto pasado. En esta parte del cuento, el autor se deja llevar por la imaginación considerando que la humanidad ha evolucionado físicamente de manera notable. Por comparación con las momias encontradas, el lector comprende que la evolución intelectual ha sido definitiva. Otro instrumento futurista, el análisis craneoscópico, permite colegir que los restos pertenecen al hombre de la edad del metálica, entre los siglos XIX y XX, a los que despectivamente denominan microcéfalo. Después de ellos existió el hombre ápodo, el hombre sin pies, de la edad cinemática o del movimiento. Las momias son de facciones irregulares con las bocas mayor que los ojos, de lo que se deduce que «en aquella remota edad se debía pensar más en comer que en ver». Las cuatro momias son clasificadas como estereotipos del ser humano del siglo XIX: humorista, perezoso, optimista y pesimista. La conclusión del sabio supone que si esos eran los representantes del ser humano de la época, la erupción volcánica fue providencial para destruirlo todo. Nada tenían que aportar.

En esta parte de la historia Ganivet se permite criticar profundamente a su sociedad, tildando a sus coetáneos de improductivos y prescindibles. Su pesimismo característico y su crítica social se ven aumentados por comparación hacia esa humanidad elevada, más inteligente, más evolucionada e idealizada.

Por contrapartida, el poeta no está plenamente de acuerdo con la conclusión del sabio, porque piensa que al menos la ciudad tiene un alma que puede ser admirada. Y ese alma, al provenir del hombre, su constructor, lo redime en parte.

El ídeófono canta:
Vida y muerte sueño son
y todo en el mundo sueña;
sueño es la vida del hombre,
sueño es la muerte en la piedra.
[…]Si muerte y vida son sueño,
si todo en el mundo sueña,
yo doy mi vida de hombre
por soñar muerto en la piedra.

CONCLUSION

Acercarse a este relato de Ganivet supone un ejercicio de reflexión acerca de los clichés y de los métodos que utilizaba el autor para acercarse a la ciencia ficción, que aún no estaba ni descrita. Pero estos son claros, y por poner algunos ejemplos nos encontramos con una humanidad en el futuro muy desarrollada o una tecnología muy avanzada. Este desarrollo social y humano se utiliza para la crítica social de su tiempo, que es otra de las características del género. Esta contraposición es optimista con respecto a la evolución del hombre, por lo que Ganivet se muestra esperanzado en lo que pueda ocurrir en el futuro. Observando la evolución de todo habría que considerar que Ganivet fue en exceso optimista ya que parece ser que únicamente hemos conseguido un desarrollo tecnológico, pero que en el aspecto social distamos mucho de haber avanzado algo.