lunes, noviembre 04, 2013

STEAMPUNK: ANTOLOGÍA RETROFUTURISTA





Steampunk: antología retrofuturista.

Seleccionador Félix J. Palma.


Félix Palma, nuestro autor de género fantástico más conocido internacional, ha sido el encargado de compilar esta más que interesante antología del (sub)género de la ciencia ficción como es el steampunk, también llamado retrofuturismo. Curioso es observar como el título contiene la misma definición dos veces, supongo que para aclarar al lector cual es el contenido de la obra. El steampunk es una corriente literaria, posteriormente traspasada a otras formas de arte, que suele anclar sus historias en el siglo XIX, en la época Victoriana para más señas, donde se han producido enormes avances tecnológicos, todos ellos debido al avance en la investigación del vapor como fuente de energía. Por tanto encontramos una época real, con sus condicionantes sociales y poblacionales, pero con una tecnología avanzada varias décadas a su tiempo. Un choque brutal que es el que desencadena y es eje de los relatos retrofutursitas.

En España no existen demasiados autores que se inclinen por el steampunk; el propio Félix Palma es uno de ellos. Por eso, esta antología viene a llenar un espacio literario hasta ahora escaso. Curiosamente es una antología que está formada por autores que, en general, no suelen escribir relatos de género, y menos de éste, a excepción de Somoza, Santos o Muñoz Rengel. Todos ellos han sabido dar un toque especial a su interpretación de este mundo victoriano, y he de decir que con una gran habilidad y calidad. Estos relatos no desmerecen a cualquier otro escrito por los más avezados autores anglosajones del género.  Pese a no ser un género del que he leído en demasía, puedo afirmar que en la comparación nuestros autores obtienen una magnífica nota, habiendo relatos que entran dentro de lo excelente.


Doce son los relatos que tenemos en este volumen, doce los autores y doce los presupuestos, que si bien entran dentro de las premisas retrofuturistas, solucionados de diferentes e imaginativas maneras. 

Comenzamos con la historia de El arpa eólica, Oscar Esquivias, en la que se mezclan personajes reales, como un principiante Berlioz, con una trama en la que el vapor, y la música, son los protagonistas de este homenaje al Frankenstein de Shelley. El siguiente invitado es Fernando Marías con el increíble relato Gringo Clint. El homenaje a Jim West es meridiano, pero también al spaghetti western. El protagonista es un cyborg pistolero que tiene como misión acabar con el incipiente movimiento obrero. Una excelente combinación de temas dispares que encajan como un guante gracias a la buena labor de Marías.

Prisa, José María Merno, nos muestra un extraordinario mundo en el que la mecánica de los engranajes movidos a tracción humana es la predominante. Las bicicletas, y todos sus increíbles derivados, dominan el mundo del trasporte. El vapor está reservado sólo a los grandes viajes, tren o barco. La irrupción del motor de explosión trastocará todo este mundo de personas sin prisa. Juan Jacinto Muñoz Rengel, en London Gardens, escribe el cuento más clásico de ciencia ficción en el que el primer viaje a Marte trae sorpresas en su viaje de vuelta. La recreación del ambiente victoriano, el proceder de los científicos de la época, tomada de los personaje de Wells o Verne, hacen de este cuento una de las curiosidades mas interesantes del volumen. En Farenheit.com, Andrés Neuman invierte los papeles en una sociedad cibernética que descubre que el byte y la energía pueden resultar muy peligrosos si se depende en exceso de ellos. Una metáfora de nuestra sociedad muy oportuna y bien construida. Fernando Royuela, en Flux, nos trasporta a un mundo alternativo en el que un experimentado tahúr ha de enfrentarse a un robot jugador, todo ello en plenas guerras carlistas, en las que el infante don Carlos lleva las de ganar. El relato recrea aquellos relatos que contaban las maravillas del autómata “El turco”, un ajedrecista mecánico que maravilló a la corte austriaca del siglo XVIII (naturalmente era un engaño y el aparato escondía a una ajedrecista de carne y hueso).

El cuento Dynevor Road, Luis Manuel Ruiz muestra los albores de una cirugía cerebral, con tintes muy oscuros. Historia triste y con la tecnología contemplada como una solución muy extrema.  De autómatas es también el relato de Care Santos Aria de la muñeca mecánica. La autora recrea una tradición muy del siglo XIX, y que en Barcelona aún pervive en el Tibidabo, como es la de la construcción de autómatas. Pero estos autómatas trascienden a todo lo hecho anteriormente y son verdaderos androides. Un relato admirable.  That way madness lies es la aportación de José Carlos Somoza, que retoma la historia de Alicia a través de la fotografía de la época.

Animales y dioses, de Ignacio del Valle, es el relato extraño en esta antología. Es un excelente trabajo muy bien construido y que hace reflexionar, pero, me disculpará mi amigo Félix, el incluirlo como steampunk me parece equivocado; no dejen que esta opinión les guíe a ignorar el relato que en si mismo es notable al margen de su adscripción. Lapis Infernalis es otra historia relacionada con la fotografía. La escribe Pilar Vera y cuenta la historia entre un fotógrafo de cadáveres, profesión muy en auge en el XIX, y la viuda del cadáver. Delirante y muy Gaiman, según el prologuista y antólogo. Y por último In a glass, Darkly, Marian Womack, trascurre en La Vieja Ciudad, un Cádiz muy reconocible aunque nunca nombrado. Un Cádiz victoriano con globos en sus cielos, autómatas y hombres voladores.

La antología no tiene desperdicio. Es una de las mejores editadas en 2012; y sí, esta es mi particular opinión que vale lo que vale y que espero que tengan en cuenta. Insisto en que ninguno de los relatos es inferior en calidad a cualquiera de los relatos similares provenientes del mundo anglosajón. Si tienen tiempo, y un poquito de dinero, no se la pierdan.

Publicado originalmente en ScifiWorld
(c) 2012-13 Alfonso Merelo

martes, octubre 22, 2013

LOS GENOCIDAS


LOS GENOCIDAS  
Thomas M. Disch

De vez en cuando, es importante acercarse a los que se ha tenido siempre por grandes clásicos del género. En esta ocasión vamos a recomendar una novela, que ya tiene sus años, pero que entra de lleno en lo que denominamos un clásico. He de reconocer que esta novela de Disch era una desconocida para mí, pero con esta nueva edición de la Factoría de Ideas he podido acercarme a un título mítico.

Thomas M. Disch escribe Los genocidas en el año 1965. Es su primera novela y es recibida por la crítica de manera entusiasta. Brian W. Aldiss la describió como una obra imaginativa cono una invasión como nunca se había escrito.

La trama es una vez más la invasión de La Tierra por parte de una raza extraterrestre. Nada nuevo, dirán ustedes; sí, pero hasta entonces nunca se había descrito una invasión de esa manera. Bien es cierto que El día de los trífidos, de Brian W. Aldiss, escrita en 1951 se asemeja en cierta manera a los planteamientos de esta novela. En ambos casos son plantas las invasoras y en ambos casos la civilización ha sufrido un retroceso hasta su casi total aniquilación. La diferencia está en la magnitud de una y otra invasión. Pese a que las dos son globales, la descrita por Disch es mucho más brutal por ser masiva. No hay escapatoria.

La novela comienza describiendo una pequeña comunidad rural en USA. La Tierra se ha sido invadida por unas enormes plantas que superan los 50 metros de altura, y que desplazan y destruyen todo el ecosistema terrestre. Estamos ya ante el hecho de una destrucción masiva de la humanidad. No hay comida, han muerto los animales y todas las plantas y cultivos han sido sustituidos por los invasores. En este entorno de desolación, Disch sitúa a unos pocos supervivientes en una situación límite. La comunidad está regida por un ultraconservador religioso, Anderson, que dispone de los suyos, unos escaso 100 componentes, de manera férrea. El retroceso de la civilización se muestra en toda su crudeza con el abandono de cualquier ley, sólo queda la del más fuerte, y la ausencia de normas morales convencionales.

No tenemos en este libro ni naves espaciales ni combates espectaculares; la invasión es tan sencilla como terrible. Los sembradores de plantas han aniquilado todo vestigio de los autóctonos y se limitan a tratar a los humanos como una plaga que ha de ese exterminada porque las plantas deben sobrevivir. No existe comunicación con ellos, ni empatía, ni tan siquiera se sabe cual es su aspecto. Todo es oscuro y desolado. Oscuro porque las plantas gigantescas tapan el sol y desolado porque después de la acción de los plantadores, aniquilando cualquier resistencia, la única posibilidad de sobrevivir consiste en refugiarse en interior de la tierra.

Como en todas las novelas catastrofistas, la antes citada El día de los trífidos, La muerte de la hierba, La carretera o Ensayo sobre la ceguera, la intención de autor es reflejar cual sería el comportamiento humano después de un cataclismo brusco. Todos los autores, todos, basan sus argumentos en que la humanidad en retroceso se comportará de manera salvaje y violenta. La cultura desaparecerá en este entorno y sólo las acciones de fuerza serán las que muevan a esa nueva sociedad. Sobrevivir a costa de todo y de todos. Esa desesperanza, esa falta de fe en el comportamiento humano es la que describe Disch en su libro. No queda un vestigio para ver la luz. Todo ha desaparecido y es hora de que la humanidad desaparezca también. Los pocos supervivientes son ejemplo de barbarie. No son héroes. No se puede sentir empatía por ellos. Son personajes desagradables. Pero lo peor de todo es que el lector se puede poner en el lugar de algunos de los personajes; yo, en su situación, haría lo mismo.

La bondad, la solidaridad y la ayuda para con otros semejantes, sólo funciona cuando la civilización de la que nos hemos dotado es fuerte, cuando sobran recursos que se pueden compartir. En el momento en que la economía -sí, es solamente eso- desaparece para todos, lo único que importa es sobrevivir. Y si para eso hay que prescindir de otros se prescinde. Es el dilema clásico de la legítima defensa: tú mueres o muero yo, y prefiero que seas tú.

La novela está muy influenciada por la Biblia. No es que Disch la tome como positiva o como referente, pero si que usa muchas referencias a ella. Anderson podría ser perfectamente un  patriarca bíblico, insensible, vengativo y fanático. La escena final nos retrotrae a la imagen de Adán y Eva, pero sin la imagen del paraíso. Per además de estas evidencias, la novela está trufada de paralelismos y de situaciones descritas en el Antiguo Testamento: el castigo, la sumisión a ese poder omnímodo de las plantas, los comportamientos con respecto a las mujeres o a los enemigos. Todo muy bíblico en el sentido más peyorativo del término.

Un gran clásico que debería ser objeto de una atenta lectura, o relectura en su caso.
Publicado originalmente en la revista ScifiWorld  
(c) Alfonso Merelo 2012-2013