LOS GENOCIDAS
Thomas M. Disch
De vez en cuando, es importante
acercarse a los que se ha tenido siempre por grandes clásicos del género. En
esta ocasión vamos a recomendar una novela, que ya tiene sus años, pero que
entra de lleno en lo que denominamos un
clásico. He de reconocer que esta novela de Disch era una desconocida para
mí, pero con esta nueva edición de la Factoría de Ideas he podido acercarme a un título
mítico.
Thomas M. Disch escribe Los genocidas en el año 1965. Es su
primera novela y es recibida por la crítica de manera entusiasta. Brian W.
Aldiss la describió como una obra imaginativa cono una invasión como nunca se había escrito.
La trama es una vez más la
invasión de La Tierra
por parte de una raza extraterrestre. Nada nuevo, dirán ustedes; sí, pero hasta
entonces nunca se había descrito una invasión de esa manera. Bien es cierto que
El día de los trífidos, de Brian W.
Aldiss, escrita en 1951 se asemeja en cierta manera a los planteamientos de
esta novela. En ambos casos son plantas las invasoras y en ambos casos la
civilización ha sufrido un retroceso hasta su casi total aniquilación. La
diferencia está en la magnitud de una y otra invasión. Pese a que las dos son
globales, la descrita por Disch es mucho más brutal por ser masiva. No hay
escapatoria.
La novela comienza describiendo
una pequeña comunidad rural en USA. La Tierra se ha sido invadida por unas enormes
plantas que superan los 50 metros de altura, y que desplazan y destruyen todo
el ecosistema terrestre. Estamos ya ante el hecho de una destrucción masiva de
la humanidad. No hay comida, han muerto los animales y todas las plantas y
cultivos han sido sustituidos por los invasores. En este entorno de desolación,
Disch sitúa a unos pocos supervivientes en una situación límite. La comunidad
está regida por un ultraconservador religioso, Anderson, que dispone de los
suyos, unos escaso 100 componentes, de manera férrea. El retroceso de la
civilización se muestra en toda su crudeza con el abandono de cualquier ley,
sólo queda la del más fuerte, y la ausencia de normas morales convencionales.
No tenemos en este libro ni naves
espaciales ni combates espectaculares; la invasión es tan sencilla como
terrible. Los sembradores de plantas han aniquilado todo vestigio de los
autóctonos y se limitan a tratar a los humanos como una plaga que ha de ese
exterminada porque las plantas deben sobrevivir. No existe comunicación con
ellos, ni empatía, ni tan siquiera se sabe cual es su aspecto. Todo es oscuro y
desolado. Oscuro porque las plantas gigantescas tapan el sol y desolado porque
después de la acción de los plantadores, aniquilando cualquier resistencia, la
única posibilidad de sobrevivir consiste en refugiarse en interior de la
tierra.
Como en todas las novelas
catastrofistas, la antes citada El día de
los trífidos, La muerte de la hierba, La
carretera o Ensayo sobre la ceguera,
la intención de autor es reflejar cual sería el comportamiento humano después
de un cataclismo brusco. Todos los autores, todos, basan sus argumentos en que
la humanidad en retroceso se comportará de manera salvaje y violenta. La
cultura desaparecerá en este entorno y sólo las acciones de fuerza serán las
que muevan a esa nueva sociedad. Sobrevivir a costa de todo y de todos. Esa
desesperanza, esa falta de fe en el comportamiento humano es la que describe
Disch en su libro. No queda un vestigio para ver la luz. Todo ha desaparecido y
es hora de que la humanidad desaparezca también. Los pocos supervivientes son
ejemplo de barbarie. No son héroes. No se puede sentir empatía por ellos. Son
personajes desagradables. Pero lo peor de todo es que el lector se puede poner
en el lugar de algunos de los personajes; yo,
en su situación, haría lo mismo.
La bondad, la solidaridad y la
ayuda para con otros semejantes, sólo funciona cuando la civilización de la que
nos hemos dotado es fuerte, cuando sobran recursos que se pueden compartir. En
el momento en que la economía -sí, es solamente eso- desaparece para todos, lo
único que importa es sobrevivir. Y si para eso hay que prescindir de otros se
prescinde. Es el dilema clásico de la legítima defensa: tú mueres o muero yo, y prefiero que seas tú.
La novela está muy influenciada
por la Biblia. No
es que Disch la tome como positiva o como referente, pero si que usa muchas
referencias a ella. Anderson podría ser perfectamente un patriarca bíblico, insensible, vengativo y
fanático. La escena final nos retrotrae a la imagen de Adán y Eva, pero sin la
imagen del paraíso. Per además de estas evidencias, la novela está trufada de
paralelismos y de situaciones descritas en el Antiguo Testamento: el castigo,
la sumisión a ese poder omnímodo de las plantas, los comportamientos con
respecto a las mujeres o a los enemigos. Todo muy bíblico en el sentido más
peyorativo del término.
Un gran clásico que debería ser
objeto de una atenta lectura, o relectura en su caso.
Publicado originalmente en la revista ScifiWorld
(c) Alfonso Merelo 2012-2013
Publicado originalmente en la revista ScifiWorld
(c) Alfonso Merelo 2012-2013
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