lunes, noviembre 18, 2013

22/11/63




22/11/63
Stephen King

Las incursiones de King en la ciencia ficción son cada vez más notorias. The Cell, esa interesante novela de zombis creados por la tecnología, o La Cúpula, otro texto muy medido sobre el comportamiento humano, son sus últimos relatos todos ellos en el contexto de la CF.

22/11/63 es una novela que toma prestado su título de la fecha en que el Presidente J.F. Kennedy fue asesinado en Dallas por Oswald. Toda la trama de la novela conduce hacia ese punto de ruptura, un punto Jumbar de cambio histórico, que cambió el mundo. ¿Qué hubiera pasado si Kennedy no hubiera sido asesinado? Esa premisa es la que trata de contestar King. En realidad estamos ante una ucronía falseada, sólo ligeramente por cierto, porque interviene en esa supuesta modificación histórica un elemento que no existió en el continuo real. 

Pero vayamos con la historia que es la de un profesor de literatura, Jake Epping, que, a través del dueño de una hamburguesería, su amigo Al, consigue viajar al pasado al entrar en una despensa del local. Sí, parece muy chusco que eso de salir del armario, a fin de cuentas una despensa es un armario de alimentos, lleve directamente al pasado, concretamente a 1958. Siempre el viaje es al mismo tiempo exactamente y el retorno se produce a dos segundos después de la partida, con independencia del tiempo de estancia en el pasado. Epping, que se llama en el pasado George Amberson, realiza dos viajes narrados profusamente por King. El primero le sirve para comprobar que el pasado se resiste mucho a ser cambiado y que al salvar una vida se ocasiona un terremoto, un efecto mariposa, histórico con repercusiones indeseables. ¿Qué ocurriría entonces si se pudiera intervenir para salvar al presidente Kennedy? ¿Cómo este suceso modificaría el mundo moderno?  En el segundo viaje, ha de permanecer más de 5 años en ese pasado, su misión autoimpuesta es evitar el magnicidio. Este es el resumen del argumento de esta novela a medio camino entre la novela costumbrista y la ciencia ficción.

El libro está dividido claramente en dos partes que coinciden con los dos viajes en el tiempo de Epping-Amberson. Es en al segunda de las partes donde King se explaya en las descripciones de la vida norteamericana de los 60. Es aquí donde se encuentra más a gusto y donde intenta, según Agustín Jaureguizar, destacar […] las comparaciones entre los Estados Unidos del presente y los del pasado. Los sabores de la comida, la sencillez de la gente, la ausencia de una paranoia por la seguridad... […]  este tema se podría decir que es la auténtica razón de ser de la novela. Efectivamente eso es lo que King destaca de cara al lector: una vida mas tranquila, menos caótica y con la solidaridad entres sus gentes mucho más desarrollada que en la actualidad. Por otra parte, destacar también la historia de amor entre el viajero y una bibliotecaria que ha sufrido maltrato psicológico. Entre los dos protagonistas se establece un feedback que trasciende la diferencia de mentalidad. La pareja se comporta como todas las parejas se han comportado desde que el mundo es mundo; se confortan, se apoyan y, sobre todo, tienen unas broncas fenomenales, lo que no es de extrañar si te encuentras de buena mañana a un tipo que dice ser viajero del tiempo.

La novela es demasiado masiva. King se extiende excesivamente en narrar las bondades de USA en el pasado. En ese universo, que denomina La Tierra de Antaño, el traslado del viajero a Dallas para vigilar a Oswald es la que depara al lector demasiados escenarios que no hacen avanzar la narración, se hace a ratos aburrida y carente  de sentido. Sin embargo, he de decir que la narración retoma su pulso y encontramos una explicación, más metafísica que científica, de todo lo que es este universo, o multiverso mejor dicho.

En resumen no es el mejor King, pero si que es un texto lo suficientemente interesante para pensar que el maestro del terror contemporáneo sigue siendo un valor estable. 

(c) Alfonso Merelo 2012-13
Publicada originalmente en ScifiWorld

1 comentario:

Jorge Ramiro dijo...

Me gusta mucho el arte de escribir y por eso admiro a los que tienen facilidad para hacerlo. A mi me gusta comprar libros y tener la opción de disfrutar de hacer ello. Ojala que luego de conseguir
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