lunes, mayo 18, 2009

El sindicato de policía yiddish. Michael Chabon


Sam Spade contra la mafia judía.

Las ucronías, la historia contrafactual, es un subgénero de la novela histórica, y si me apuran de la ciencia ficción, que ha tenido y tiene un gran predicamento en la literatura. El lector se interesa por la falsa recreación de la historia anhelando, tal vez, un mundo diferente al que nos ha tocado vivir. A este respecto, parte de la crítica ha comentado, con bastante razón, que las ucronías son las “venganzas” de los frustrados que se dedican a contar las batallas que perdieron. Esto puede ser verdad en algunas ocasiones, sin embargo no en todos los casos puede aplicarse este estereotipo. Hay muchas ucronías escritas en España que revindican el deseo de derrota de las fuerzas rebeldes franquistas. Todo es fantástico en ese triunfo republicano, la sociedad surgida de la contienda es justa, democrática e internacional. Pero también ha habido escritores españoles, “ganadores de la guerra”, que han escrito sobre el mismo tema, aunque atacando esos supuestos logros de la República. Podríamos decir que no en todas las ocasiones es asumible que estas ucronías están escritas por los que se consideran perdedores. Un caso paradigmático es la gran profusión de novelas en las que Alemania triunfa en la II guerra mundial ¿es atracción por el nazismo? ¿los autores añoran un régimen fascista en Europa? Me permito reservarme una opinión en contra sobre este último extremo. Los estereotipos se incrustan en la sociedad, en el inconsciente colectivo, y ésta reacciona de forma automática ante las mismas situaciones o hechos, con lo que casi podríamos hablar de reflejos condicionados. Uno de estos estereotipos es identificar el término judío con perseguido y “pueblo oprimido”, además de otros tópicos mas antiguos que todos recordamos y que no son necesarios explicitar aquí. Cabe preguntarse si estos tópicos son reales o se encuentra deformado por intereses de uno u otro signo. Estos estereotipos sobre los judíos son analizados con gran dureza por el autor de la novela que vamos a comentar a continuación

“El sindicato de policía Yiddish” tiene la ventaja de estar escrita por Michael Chabon que es judío y ejerce como tal. Quiere esto decir que hay que leer el libro con cierta perspectiva que de no conocer este detalle podría inducir a pensar al lector que se trata de un libro anti judío y nada mas lejos de ello. Está claro que si el escritor fuera un “gentil” el mensaje hubiera quedado distorsionado por influencias externas, críticas feroces, debido a las ideas de Chabon respecto a muchos aspectos del sionismo. Aún en este caso sólo su adscripción judía ha conseguido amortiguar las críticas vertidas por la crítica. Chabon estuvo en Israel, formó parte del ejército de ese país e intervino en acciones militares. Lo que parece claro es que volvió desencantado de su experiencia israelita y con una profunda aversión a ciertos comportamientos sionistas. Si en “Las Insólitas Aventuras de Kavalier y Clay” la sociedad judía es reflejada con cierta amabilidad, aunque se trata de la sociedad judía americana muy distante de la integrista ortodoxa, en esta novela la crítica se muestra feroz contra los integrismos procedentes de los que, entre los judíos mas heterodoxos, son denominados chaquetas negras. Esta cualidad es una de las que mas destacan en el texto. Como suele hacer Woody Allen, Chabon se permite tomar partido contra las concepciones ortodoxas de la religión mosaica.

La trama expone una historia alternativa en la que el congreso de los USA ha aprobado una resolución concediendo un estatuto de “autonomía” a una parte de Alaska, la región de Baranof teniendo como capital la ciudad de Sitka. Aunque esto no ocurrió jamás, sí tenemos que tomar nota de que en 1940 el Secretario de Interior americano, Harold Ickes, propuso al Congreso USA la autorización para instalarse de manera provisional a los refugiados judios europeos en Alaska. Naturalmente esta propuesta fue rechazada. En el universo de Chabon esta concesión está a punto de caducar y esos territorios revierten de nuevo a los USA. En ese momento final del asentamiento judío de Alsaka es donde se va a desarrollar el drama de la novela

La adscripción genérica parece en principio muy clara. Si tenemos en cuenta que el protagonista es un policía bebedor, que vive en un hotel de mala muerte y que está hastiado de la vida, claramente estamos ante una novela de género negro. El autor ha usado este género en otras de sus novelas por lo que se mueve muy bien en este terreno. El ambiente de la historia podría trascurrir en cualquier barrio de New York en la época de la depresión: sórdidos hoteles, compañeros extraños, amores destructivos y enemigos de la alta sociedad muy poderosos. El personaje principal, el detective Meyer Landsman, es un prototípico personaje de novela negra que está al final de su caida personal en la desesperación. Lo ha perdido todo y ahora va a perder también lo que considera su patria. La investigación de un asesinato relacionada muy directamente con uno de los “clanes” judíos de Sitka, los chaquetas negras” será su tabla de salvación para intentar salir de su vertiginosa caída. Esa misión le redime personalmente. Dentro de una trama policial, el verdadero substrato es la constante crítica ácida y pesimista hacia los postulados mas extremos, que resultan siempre los mas elocuentes y destacados.

Pero la novela también funciona como una esplendida ucronía. Muchas cosas han cambiado en este mundo alternativo. Existe una República Soviética, consecuencia de que Alemania venciera a la URSS y Berlín fue barrida por las bombas atómicas norteamericanas. El Holocausto, como tal, no ha tenido lugar, o al menos no con la intensidad del nuestro. La tecnología parece ser muy similar al desarrollo de la nuestra y el problema de Oriente Medio se “solucionó” cuando una suerte de liga árabe literalmente “arrojó al mar” a los judíos de Palestina. Estos esperan en Alaska el retorno a la tierra prometida. Es evidente que en este entorno los personajes se mueven en un impass de espera. Pese a recibir ayuda y a tener una tierra donde cobijarse, durante más de 50 años, existe una tendencia acusada al retorno. Los sitkanos no están contentos con su destino y menos en el momento histórico en que se encuentran pues han de “disolverse” en los Estados Unidos. A estos problemas se les une una curiosa cultura de indígenas, indios americanos, que luchan, ayudando a los judíos, por una tierra propia y autónoma. Porque ese volver a la tierra prometida, que es una constante inmemorial en el pueblo judío, se filtra por la páginas e impregna a casi todos los personajes, desde los mas extremos a los de “reparto”. Chabon parece no tomar partido y dejar al lector libertad para dilucidar si esa tierra “otorgada” por Yahvé merece la pena o puede ser sustituida por una vida mas tranquila aunque sea en medio del hielo. Sus personajes si lo tienen claro, no hay futuro sin Israel.

Como en el caso de su anterior novela situada en la depresión americana, la ya nombrada “Las insolitas aventuras de Cavalier y Klay” el ajedrez es un punto de continuidad a lo largo de la historia. Se habla de partidas y a través de ellas se consideran problemas y, en ocasiones, se hallan soluciones.

¿Ucronía? ¿Novela negra? Las dos son aceptables como etiqueta y sin embargo la novela va más allá de esta etiqueta. La recreación del ambiente de opresión, de suciedad y de frió la balancean mas hacia un género que hacia otro. Pero ¿sin el componente ucrónico la historia hubiera sido viable? ¿Sin esa desesperación por la tierra perdida se podría haber escrito? Sin lugar a dudas no. Pero definitivamente da igual. Los valores del texto no necesitan ser encorsetados y funcionan pro si solos. Eso es lo importante.

Artículo aparecido en la revista Hélice nº 11, enero 2009
(c) Alfonso Merelo 2009

1 comentario:

Del Rosa Al Amarillo dijo...

A través del comentario que has dejado en el blog del programa he podido entrar en este tuyo, la verdad me parece muy interesante, seguramente deberé hacerme más asiduo de este mundo de los blogeros(se dice así...?). Me han escrito unas cubanas repartidas por el mundo y una chica de México y tienen unos blogs estupendos, en fin un mundo a descubrir por este sexagenario atrapado por las nuevas tecnologías gracias a UNIRADIO. Espero saludarte en alguna de las reuniones multitudinarias. Mientras un saludo muy cercano. DIEGO