viernes, abril 01, 2016

Stalker, picnic extraterrestre,






Stalker, picnic extraterrestre, es uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción rusa, y de la ciencia ficción mundial de todos los tiempos. Los hermanos Arkady y Boris Strugatsky han representado una manera de entender el género muy diferente de las formas habituales occidentales. Su primera novela conocida en occidente y en España fue Que difícil es ser dios, que narraba el encuentro de la Tierra con una civilización similar en otro planeta pero atrasada más de 600 años con respecto a nosotros.

En Picnic extraterrestre, como se tradujo en España Piknik na obochine, nos encontramos un escenario similar -choque de civilizaciones- pero esta vez es la civilización terrestre la que recibe a los aliens. La novedad, el fantástico ambiente que crean, consiste en que estos seres han llegado a la tierra, en lugares llamados zonas, han permanecido un tiempo, no se han puesto en contacto con nadie y nadie les ha visto y se han marchado. Pero al marcharse han dejado multitud de objetos, además de destruir todo lo que estaba en las zonas originalmente. Estos objetos, que nadie sabe para que sirven, son estudiados por una organización científica supranacional. Los stalkers son una especie de recolectores de objetos que actúan en algunas ocasiones de manera clandestina sacando ilegalmente de las zonas los artefactos.

En esta novela nos encontramos con una de las viejas ideas de la ciencia ficción como es la de el encuentro con una artefacto de origen desconocido, en este caso muchos. Un ejemplo de esta ciencia ficción, y muy conocida, es Pórtico de Frederick Pohl. Una civilización avanzada había dejado en un asteroide una serie de naves que llevaban automáticamente a otros mundos. Esa exploración es, en cierta medida, similar a la de los stalkers. Es posible rastrear la influencia de los Strugastsky en esta obra posterior, sobre todo en los problemas de los buscadores de tesoros y de que manera les afectan sus hallazgos. Estas consecuencias son las que se nos presentan a los lectores como eje de toda la narración. Se produce la paradoja de que lo que proporciona beneficios materiales a su vez destroza todo lo que importa. A fin de cuentas es una crítica muy medida del sistema capitalista, y del sistema soviético porque no olvidemos que fue escrita en 1972 en plena efervescencia del comunismo de la URSS.

Originalmente la novela está escrita en un lenguaje vulgar y con ciertos modismos locales que hicieron difícil su aceptación en otros países. La nueva traducción de Gigamesh, obra de Raquel Marqués, soslaya bastante bien estos inconvenientes y el texto resulta mucho más asequible que la antigua versión en castellano.

Completando la versión de Gigamesh, Boris Strugatski en las páginas finales hace un recorrido por la génesis de la novela y sus importantes problemas para ser editada. Al parecer los hermanos no gozaban de demasiada afinidad en el establishment y la novela fue tachada de inmoral o mas bien sus personajes de tener una conducta amoral. Cosas de la censura pacata de la URSS en aquellos tiempos en que al parecer no podía aparecer la palabra culo, entre otras muchas, en la literatura.

Les recomiendo esta obra que es un clásico indiscutible y que ha soportado mejor que bien el paso del tiempo.

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