lunes, septiembre 16, 2013

LA ZONA


LA ZONA
Juan Miguel Aguilera y Javier Negrete
ESPASA

El sub-género de la ciencia ficción denominado tecno-trhiller ha sido un escenario recurrente para los escritores sobre todo anglosajones. Podríamos denominar al tecno-trhiller como aquel que desarrolla su argumento en base a una tecnología inexistente pero cercana relativamente en el tiempo. Generalmente los resultados de esa tecnología producen un desastre muy amplio, y en ocasiones a escala global, que es el motor de la trama. Como ejemplo de autor que cultivó el género nos encontramos con Michael Crichton como uno de los más claros exponentes, con obras como La amenaza de Andrómeda o la famosa Parque Jurásico. Pero también el maestro del terror Stephen King ha coqueteado en ocasiones con el género con novelas como The Cell que guarda ciertas semejanzas con la novela que traemos hoy a esta columna.

Aguilera y Negrete son dos autores muy conocidos por los aficionados españoles. Han escrito una buena cantidad de novelas y relatos de género y son plumas, o teclas habría que decir en estos tiempos, con un impresionante bagaje de premios y reconocimiento literario. Nunca habían trabajado juntos, al menos en lo que yo pueda recordar, aunque Aguilera es un autor que ya había colaborado en obras a dúo con otros escritores como Rafael Marín, Javier Redal o Eduardo Vaquerizo. Habría que decir que, en esta ocasión, la conjunción de dos autores tan dispares, en un principio, ha producido un resultado final más que digno.

La protagonista de la novela es una doctora, experta en enfermedades altamente infecciosas y armas biológicas, Laura Fuster, que es reclamada por su organización para que investigue un posible ataque bioterrorista. El evento biológico se ha concretado en el imaginario pueblo de Matavientos situado en pleno desierto de plástico almeriense. Allí se dirige un equipo de investigación, capitaneado por Fuster, con un acompañamiento de un pelotón de soldados españoles.  Al entrar en el pueblo descubren que un supuesto virus ha atacado a toda la población matando a muchos de ellos, aunque no a todos, porque la extraña enfermedad vuelve a los infectados locos psicópatas, capaces de asesinar a cualquiera que se les ponga a tiro de una manera bastante desagradable; literalmente se los comen. Estamos ante lo que es una epidemia zombi clásica.

Y llegados aquí me dirán ustedes que bueno, que vale, que otra de zombies. Y tendrán razón. Pero habría que puntualizar que, pese a que las situaciones son relativamente comunes a todas estas historias, la habilidad de los autores consigue hacer que se vibre con los protagonistas, y que el lector esté ávido de saber lo que va a ocurrir a continuación. La agilidad de la narración es una de las características más notables de esta novela con una intensidad que no da un minuto de descanso. Se sufre con los personajes, con sus desesperadas situaciones, con los problemas personales de cada uno  y con las aventuras de todos para librarse, más mal que bien, de los terroríficos seres que los acechan. Las escalofriantes escenas de acción que se prodigan en la novela son también uno de los platos fuertes del texto. Pese a que es muy difícil dar emoción a una batalla campal en literatura en esta ocasión se consigue que las descripciones sean emocionantes, ágiles y muy verosímiles, suponiendo que nuestra credulidad admita un ataque zombi. No se cual de los dos autores habrá diseñado las escenas, o si han sido los dos a una, pero sí parece ser que la experiencia de Negrete en este tipo de escenas, y recuerdo ahora las batallas de Salamina o Alejandro Magno y las águilas de Roma, puede haber sido una eficaz ayuda para su excelente desarrollo y resolución.


En una entrevista al diario El Mundo, Juan Miguel Aguilera declaró:

«La idea del libro surgió en un viaje a Almería, pero después nos hemos documentado a fondo para darle una base científica rigurosa y verosimilitud, Además de ser una historia de acción e intriga, La Zona denuncia tanto la explotación de los inmigrantes como la codicia de las poderosas corporaciones farmacéuticas y, en último término, la amenaza del bioterrorismo.
En cierta manera todos somos un poco zombies. A nuestra sociedad le interesa la gente que trabaja sin pensar demasiado en lo que hace, ni en porqué lo hace. Concretamente, en Almería a los inmigrantes los despiden a los tres meses, pues cuando empiezan a conocer el idioma y sus derechos ya resultan incómodos»


Efectivamente, una de las tramas secundarias, aunque no menos importante, es la investigación in situ acerca de las causas de la enfermedad. La verdad se volverá tan terrible, o más, que la propia plaga. Porque: ¿es una enfermedad natural? Parece que no. En ese caso ¿quién o quienes la han diseñado? Y ¿por qué se ha manifestado en un remoto pueblo de Almería? Les aseguro que el final es satisfactorio para los que, como a mí, gustan conocer las causas de los hechos narrados. En este caso la documentación científica y las teorías expuestas están lo suficientemente bien desarrolladas en su contexto para satisfacer al lector inquisitivo.

Además de todo esto, en toda la novela está presente una continua crítica social a las consecuencias de la inmigración masiva de trabajadores para los campos de cultivo intensivo de Almería. ¿Son las condiciones de trabajo tolerables? ¿Existen los traficantes de trabajadores, por no decir esclavos? ¿Las condiciones de vida son adecuadas, o siquiera dignas? En este aspecto los dos autores se muestran muy críticos con esta sociedad que nos hemos fabricado alegremente.

 La novela es un buen ejemplo de lo que dos ingeniosos y buenos escritores pueden hacer cuando aúnan sus esfuerzos. El resultado: un producto muy atractivo.

Publicado originalmente en la revista ScifiWorld  
(c) Alfonso Merelo 2012-2013

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