LA ZONA
Juan Miguel Aguilera y Javier Negrete
ESPASA
El sub-género
de la ciencia ficción denominado tecno-trhiller ha sido un escenario recurrente
para los escritores sobre todo anglosajones. Podríamos denominar al
tecno-trhiller como aquel que desarrolla su argumento en base a una tecnología
inexistente pero cercana relativamente en el tiempo. Generalmente los
resultados de esa tecnología producen un desastre muy amplio, y en ocasiones a
escala global, que es el motor de la trama. Como ejemplo de autor que cultivó
el género nos encontramos con Michael Crichton como uno de los más claros
exponentes, con obras como La amenaza de
Andrómeda o la famosa Parque Jurásico.
Pero también el maestro del terror Stephen King ha coqueteado en ocasiones con
el género con novelas como The Cell
que guarda ciertas semejanzas con la novela que traemos hoy a esta columna.
Aguilera y
Negrete son dos autores muy conocidos por los aficionados españoles. Han escrito
una buena cantidad de novelas y relatos de género y son plumas, o teclas habría
que decir en estos tiempos, con un impresionante bagaje de premios y
reconocimiento literario. Nunca habían trabajado juntos, al menos en lo que yo
pueda recordar, aunque Aguilera es un autor que ya había colaborado en obras a
dúo con otros escritores como Rafael Marín, Javier Redal o Eduardo Vaquerizo. Habría
que decir que, en esta ocasión, la conjunción de dos autores tan dispares, en
un principio, ha producido un resultado final más que digno.
La
protagonista de la novela es una doctora, experta en enfermedades altamente
infecciosas y armas biológicas, Laura Fuster, que es reclamada por su
organización para que investigue un posible ataque bioterrorista. El evento
biológico se ha concretado en el imaginario pueblo de Matavientos situado en
pleno desierto de plástico almeriense. Allí se dirige un equipo de
investigación, capitaneado por Fuster, con un acompañamiento de un pelotón de
soldados españoles. Al entrar en el
pueblo descubren que un supuesto virus ha atacado a toda la población matando a
muchos de ellos, aunque no a todos, porque la extraña enfermedad vuelve a los
infectados locos psicópatas, capaces de asesinar a cualquiera que se les ponga
a tiro de una manera bastante desagradable; literalmente se los comen. Estamos
ante lo que es una epidemia zombi
clásica.
Y llegados aquí
me dirán ustedes que bueno, que vale, que otra de zombies. Y tendrán razón.
Pero habría que puntualizar que, pese a que las situaciones son relativamente
comunes a todas estas historias, la habilidad de los autores consigue hacer que
se vibre con los protagonistas, y que el lector esté ávido de saber lo que va a
ocurrir a continuación. La agilidad de la narración es una de las
características más notables de esta novela con una intensidad que no da un
minuto de descanso. Se sufre con los personajes, con sus desesperadas
situaciones, con los problemas personales de cada uno y con las aventuras de todos para librarse, más
mal que bien, de los terroríficos seres que los acechan. Las escalofriantes
escenas de acción que se prodigan en la novela son también uno de los platos
fuertes del texto. Pese a que es muy difícil dar emoción a una batalla campal
en literatura en esta ocasión se consigue que las descripciones sean
emocionantes, ágiles y muy verosímiles, suponiendo que nuestra credulidad
admita un ataque zombi. No se cual de los dos autores habrá diseñado las
escenas, o si han sido los dos a una, pero sí parece ser que la experiencia de
Negrete en este tipo de escenas, y recuerdo ahora las batallas de Salamina o Alejandro Magno y las águilas de Roma, puede haber sido una eficaz ayuda
para su excelente desarrollo y resolución.
En una entrevista al diario El Mundo,
Juan Miguel Aguilera declaró:
«La idea del libro surgió en
un viaje a Almería, pero después nos hemos documentado a fondo para darle una
base científica rigurosa y verosimilitud, Además de ser una historia de acción
e intriga, La Zona
denuncia tanto la explotación de los inmigrantes como la codicia de las
poderosas corporaciones farmacéuticas y, en último término, la amenaza del
bioterrorismo.
En cierta manera todos
somos un poco zombies. A nuestra sociedad le interesa la gente que trabaja sin
pensar demasiado en lo que hace, ni en porqué lo hace. Concretamente, en
Almería a los inmigrantes los despiden a los tres meses, pues cuando empiezan a
conocer el idioma y sus derechos ya resultan incómodos»
Efectivamente,
una de las tramas secundarias, aunque no menos importante, es la investigación
in situ acerca de las causas de la enfermedad. La verdad se volverá tan
terrible, o más, que la propia plaga. Porque: ¿es una enfermedad natural?
Parece que no. En ese caso ¿quién o quienes la han diseñado? Y ¿por qué se ha
manifestado en un remoto pueblo de Almería? Les aseguro que el final es
satisfactorio para los que, como a mí, gustan conocer las causas de los hechos
narrados. En este caso la documentación científica y las teorías expuestas
están lo suficientemente bien desarrolladas en su contexto para satisfacer al
lector inquisitivo.
Además de todo
esto, en toda la novela está presente una continua crítica social a las
consecuencias de la inmigración masiva de trabajadores para los campos de
cultivo intensivo de Almería. ¿Son las condiciones de trabajo tolerables?
¿Existen los traficantes de trabajadores, por no decir esclavos? ¿Las
condiciones de vida son adecuadas, o siquiera dignas? En este aspecto los dos
autores se muestran muy críticos con esta sociedad que nos hemos fabricado
alegremente.
La novela es un buen ejemplo de lo que dos
ingeniosos y buenos escritores pueden hacer cuando aúnan sus esfuerzos. El
resultado: un producto muy atractivo.
Publicado originalmente en la revista ScifiWorld
(c) Alfonso Merelo 2012-2013
Publicado originalmente en la revista ScifiWorld
(c) Alfonso Merelo 2012-2013
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