martes, enero 28, 2014

1936Z La Guerra Civil Zombi





1936Z La Guerra Civil Zombi
Suma de Letras
Javier Cosnava

En primer lugar he de hacer una declaración de intenciones, que probablemente me granjee alguna enemistad, y es que la literatura referida a los zombis me parece en general una literatura de baratillo que no me interesa nada. Sin duda hay excepciones, y algunas hay que he leído con agrado, pero la redundancia de escenarios, de situaciones, de personajes siempre huyendo y siempre perseguidos me cansa enormemente. Los zombis son los personajes más absurdos, como tales, que se puedan encontrar. No hablan, no razonan, no piensan solo comen y comen sin parar. Los buenos libros de zombis, que los hay ya digo, no hablan de zombis sino de supervivientes. Si además se mezcla el relato zombi con otras cosas como el pastiche, la cosa no suele ir nunca bien.

Cuando me acerqué a la novela de Javier Cosnava lo hice con prevención. El título era suficientemente clarificador para ver que parámetros me iba a encontrar, evidentemente Guerra Civil y Zombis, dos temas tratados en España hasta el hartazgo y que no veía como podría interesar al lector, en este caso yo. Afortunadamente Cosnava es un gran profesional y un escritor solvente. Si la idea general parece una locura, el tratamiento que de él hace el autor la convierte en algo tan diferente y tan novedoso que tengo que confesar que hizo que abandonara mis prejuicios sobre el tema. ¡Ojo que solo se trata de este caso, sigo pensando lo mismo del tema en general!

La novela nos sitúa en el escenario bélico de la Guerra (In)civil, como la denominara el gran Forges hace años, en el que los dos bandos en conflicto se valen de zombis para sus propósitos, de manera que existen zombis rojos y zombis fascistas que luchan contra sus opuestos. La peculiaridad de estos zombis, en realidad es una vuelta a los orígenes, es que son capaces de pensar, de hablar y de actuar como humanos, aunque también están compelidos a comerse a sus oponentes. Estos personajes proceden directamente del vudú y están manejados, o creados, por dos brujos diferentes pertenecientes cada uno a uno de los bandos en conflicto. La Guerra se convierte en realidad en una lucha de poder entre estos dos poderes de los que no se puede decir que ninguno sea el bien o el mal absoluto. Los matices de la lucha son interminables.

Cosnava escribe también una novel histórica de gran porte. Sus personajes reales se mezclan con los imaginados de manera convincente y respetando los tempos históricos. Desde mi punto de vista estamos ante una ucronía falseada, o para-ucronía, donde el desencadenante del cambio histórico se debe a la aparición de los brujos en España a principios del siglo XX. Este suceso, el punto jumbar, desencadena una Guerra Civil diferente donde las cosas suceden de manera similar con cambios muy significativos. Tal vez estemos en una mundo paralelo al nuestro en el que se acepta al zombi como un contendiente más. Es, una vez más, el pasar de lo extraño a lo cotidiano, universos en los que los sucesos extraordinarios están perfectamente aceptados por todos. Así son universos tan coherentes en sí mismos como el de Marvel o DC o el de Buffy Cazavampiros.

Como novela de género, o de géneros, funciona de manera muy eficaz. En el aspecto formal, Cosnova usa el recurso del flashback en numerosas ocasiones para retrotraer al lector a sucesos importantes que vinculan el presente de los personajes. Estos personajes, zombis algunos de ellos,  tienen una consistencia y personalidad propias, desde los barones del vudú hasta los reales que aparecen por el texto, empezando por cerillita –Franco en su infancia- o García Lorca, en su breve y tremenda aparición antes de su asesinato, uno de los pasajes más espectaculares de la novela, por su desagradable atractivo.

La Guerra Civil descrita la interpreto desde dos puntos de vista diferentes, y no se cual de los dos, o ninguno, es el que puede haber pensado el autor. La primera versión encuadra el conflicto como algo ajeno, como algo de lo que los españoles de la época no fueron responsables. Los que organizaron toda la miseria de la guerra fueron otros,  extrapolando la idea al mundo real las grandes fortunas y potencias, sobre todo Alemania e Italia, fueron las incitadoras de la rebelión y usaron a los generales rebeldes como cabezas de playa para conseguir sus propósitos. Pero una segunda lectura permite ver que en esta guerra todos fueron zombis, en el sentido de fanáticos. En ambos bandos, los contendientes se comportaron como salvajes y obedientes zombis que obedecían consignas sin pensar en nada más. En el caso de la novela el comportamiento se debe a la magia del vudú y en la realidad, la propaganda sesgada y la incitación al odio fueron los desencadenantes de esta zombificación de los españoles.

La excelente prosa del autor permite al lector recorrer las páginas de manera fluida, con una agilidad notable, encontrando en una y otra página pasajes para disfrutar y pensar sobre lo que aconteció realmente. Queda muy claro que esta no es una novela de zombis más, es algo muy distinto y atractivo. Plenamente recomendable incluso para los que, como yo, no son adictos al mundo de la casquería zombi.

martes, enero 14, 2014

RECORDANDO NUEVA DIMENSIÓN





RECORDANDO NUEVA DIMENSIÓN
Luis Vigil y Leonor Fernández
Editores de Tebeos

Nueva Dimensión es LA REVISTA de ciencia ficción española. No es la primera vez que digo esto y me ratifico en que lo fue y lo sigue siendo. Ninguna otra publicación ha llegado a publicar tantos números como ella. Fueron 148 las revistas que llegaron a los quioscos entre los años 1968 y 1982. Sus artífices fueron tres jóvenes locos –en palabras de Domingo Santos- llamados Pedro Domingo, Luis Vigil y Sebastián Martínez. Este trío durante 15 años mantuvieron la revista contra viento y marea y contra los malvados distribuidores que acabaron con ella al no poder conseguir distribución a nivel estatal.

Precisamente es Luis Vigil, y su esposa Leonor Fernández, los que han coordinado y seleccionado este fantástico libro que comentamos. Recordando Nueva Dimensión es todo un homenaje a la colección y es también un ejercicio de nostalgia muy bien realizado. Los recopiladores han utilizado los primeros 55 números de la revista para ofrecernos a los lectores del 2012 algunos de los contenidos de ésta.

Domingo Santos escribe la introducción contando, una vez más, cual fue la génesis de la misma y los problemas que tuvo en su andadura. Una conclusión está clara según Santos: nunca ganaron un duro. La revista cubrió gastos pero no dio beneficios en su conjunto. Como ya he comentado, el propio Santos carga la culpa de su desaparición a los distribuidores. Además comenta con rotundidad que si ahora le dieran la oportunidad de volver a lanzar una revista similar no lo haría porque, como afirma, los tiempos para ese tipo de publicaciones ya han pasado.

El libro está estructurado en diversas secciones que son en realidad las que tenía la revista original: Editorial, relatos, poesía, ilustraciones, historietas, portadas y, para rematar, las páginas verdes, que eran en las que se contenía la sección de opinión y artículos de la misma. Todos los contenidos son facsímiles de los originales y por tanto se puede apreciar perfectamente la visión añeja de los textos y los caracteres tipográficos de la época y sus maquetaciones. Incluso se han incorporado anuncios como el que hablaba del lanzamiento de la revista de comics ¡Bang!

En su labor de recopilación, los antologistas han comenzado por el principio y han recogido algunas de las editoriales más destacadas, incluyendo la primera de ellas que firmaría seguramente el propio Domingo Santos.

Con respecto a los relatos, se ha considerado darle una preponderancia a los escritos por autores españoles o hispanohablantes. Así están presentes PGarcía, Luis Vigil, Domingo Santos, José Luis Garci, Jaime Rosal del Castillo o Ignacio Romeo entre otros. Eran los autores españoles mas destacados en la época y todos están aquí. El relato Gu Ta Gutarrak, de Magdalena Moujan, ocupa un hueco en esta publicación debido a que es el relato que provocó el secuestro del número 14 de la revista.

En el apartado de historieta se ha recuperado a Enric Sió, Carlos Giménez o Jose María Bea que colaboraron muchas veces, tanto realizando historietas como ilustraciones. Es una buena manera de recuperar estas historias que pocos actualmente han leído.

Las páginas verdes siempre fueron mi debilidad. Cuando Nueva Dimensión estaba en los quioscos era lo primero que leía al adquirirla. Era la manera de estar enterado de las novedades, de las opiniones de los “monstruos” de la ciencia ficción y de otros lectores que comentaban a través de sus cartas. Se han seleccionado artículos de Sainz Cidoncha, que fue el primero que escribió sobre la Saga de los Aznar, Alejandro Jodorowsky, Alfonso Figueras, escribiendo sobre Santo El Enmascarado de Plata o Ludolfo Paramio. Un plantel de incipientes articulistas a cual mas interesante.

El volumen está muy cuidado y su contenido debe de satisface las apetencias de cualquier aficionado actual o pasado. Realmente se disfruta de la relectura de estos nostálgicos contendido. Las cosas y las historias no eran tan diferentes hace 30 años, y la lectura de este libro así lo corrobora.

Si usted es de los que no tienen la colección completa de la revista Nueva Dimensión –sólo conozco una persona que la tenga completa y es el maestro Ángel Torres Quesada- este libro le mostrará lo que fue la mejor revista mundial de ciencia ficción y fantasía: Nueva Dimensión.
(c) Alfonso Merelo 2013
Publicado anteriomente en ScifiWorld

viernes, enero 03, 2014

El camino de baldosas amarillas.



 
El camino de baldosas amarillas.
Juan de Dios Garduño Cuenca.

 El título de esta novela, tercera del autor después de El caído e Y pese a todo, nos retrotrae al maravilloso mundo de Oz, pero no se dejen engañar porque el marco que nos propone Garduño Cuenca no es nada maravilloso y sí sórdido y desasosegante.

Mi primera impresión al empezar a leer la novela fue de fluidez, de absorbente fluidez realmente. La lectura es de una intensidad tan brutal que no permite pausas al lector. Llegas apabullado a algunos pasajes de la novela esperando que esta discurra por otra senda diferente, entre otras cosas porque te encariñas con los personajes, con algunos no con todos.

No me gustaría desvelar nada de la trama de la novela, pero si habría que decir que nos encontramos en la posguerra española, cuando las tropas del dictador Franco han vencido y aplastado a la República. La represión es moneda común y la prepotencia de los vencedores se impone a la población. Es ahí cuando aparece nuestro protagonista, un joven –casi niño- de 12 años llamado Torcuat

o entra en acción para rebelarse contra la barbarie. Su rebeldía le llevará a un oscuro psiquiátrico –manicomio en la notación de la época- regentado por un extraño, y peligroso, director y una monja no menos desagradable. Es en este centro, mas una cárcel que un sanatorio, donde el protagonista, acompañado de otros internos, conocerá el secreto del hospital que no es nada agradable.

Pero olvidemos el argumento, para centrarnos en la obra en sí. Debo confesar que nunca me han gustado los protagonistas niños en las obras de ficción. Y no me gustan porque, en la mayoría de los casos, los autores creen que éstos reaccionan y se comportan como adultos. Y un niño nunca se comporta así. Por tanto en esta novela mis prevenciones eran a priori máximas. Sin embargo tengo que decir que Garduño realiza muy bien su labor y, afortunadamente, Torcuato desarrolla una personalidad y unas acciones lo suficientemente creíbles para que convenzan de su plausibilidad. Torcuato ha estudiado, al menos algo lo que en su entorno es mucho, es amante de la lectura y muy inteligente. Además del dibujo del personaje principal, sus compañeros de asilo poseen algunas características muy relevantes. Cada uno de ellos es un mundo diferente en su locura: desde la chica que enamora a Torcuato, Agnus, hasta el más que interesante David Copperfield, un entrañable loco que cree ser el personaje de Dickens.

La ambientación es uno de los puntos fuertes de esta historia. El hospital es perfecto para crear el clima de angustia que se destila por todas las página. Como escenario principal no puede ser más tétrico y ajustado a las vicisitudes de los protagonistas. Pero no es el único, ya que al principio de la historia la pobreza y la sordidez se ven enmarcadas en la vivienda de una familia de aparceros que sobreviven a duras penas obedeciendo las órdenes de los amos y de sus perros guardianes en forma de guardias civiles. Si visualizan Los santos inocentes o El laberinto del Fauno tendrán una idea aproximada de lo que les estoy describiendo. Desde luego es indudable que Garduño tiene una gran vista cinematográfica para describir sus escenarios.

Esta es una novela de horror más que de terror. Digo esto último, porque mientras que en el terror el lector sabe de la imposibilidad de que lo que ocurre, el horror permite atisbar que lo narrado puede llegar a ser posible. Esto último es mucho peor porque permite visualizar la miseria humana y lo terrible que somos como especie. Es curioso pensar que, incluso sin el componente sobrenatural –que lo hay-, la novela funciona como una terrorífica propuesta. En este aspecto hay que darle las felicitaciones al autor por haber creado una gran historia que no deja indiferente.